Boletín FAHHO Digital No. 18 (Sep 2022)

El trabajo coordinado rinde frutos

Alfredo Harp Helú María Isabel Grañén Porrúa

En los últimos cinco años nuestro país ha atravesado por momentos trascendentales: desde los sismos de 2017 y 2019, hasta la pandemia por SARSCOV-2 que al día de hoy nos asola. Sin embargo, es a partir de ellos que hemos aprendido a levantarnos juntos y salir adelante. En la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca estamos comprometidos con no abandonar el camino que emprendimos hace más de veinticuatro años, y a continuar brindando todo el apoyo a quienes fueron afectados por estos desastres naturales.

Sin duda, lo más sorprendente después de una catástrofe es que el ánimo y las fuerzas de las personas se redoblen. Y desde la Fundación buscamos reiterar e imitar ese gesto, insistir en estas esperanzas. Durante tantos años hemos enfocado nuestro esfuerzo en contribuir con acciones y apoyo para el rubro educativo y cultural del país; atendemos con empeño la salud, el deporte y hacemos hincapié en el cuidado del medio ambiente. No obstante, una de las materias que más han requerido nuestra atención desde hace cinco años es el apoyo a las zonas afectadas por los sismos del 2017: nos tendimos la mano y con la ayuda de diversas personas, instituciones y gobiernos, hemos aprendido a sobreponernos ante la adversidad.

No nos cansamos de señalar que una de las ventajas fue haber actuado desde el primer momento: al día siguiente de los siniestros una cantidad increíble de personas asistió a los centros de acopio para ofrecer su ayuda; otras, desde diferentes entidades del país, apoyaron con víveres y herramientas. Instrumentamos un Programa de Apoyo Inmediato y una serie de proyectos de corto y largo plazo desde los que hemos apoyado, en diversos ámbitos, a las comunidades afectadas: otorgamos suministros de primera necesidad, instalamos cocinas comunitarias, donamos despensas y ropa, material de curación y circuitos para potabilizar el agua. Teníamos una urgencia que atender, y actuamos en consecuencia. Fue maravilloso ver cómo, a pesar de la amargura que nos causaba el desastre, cada una de las personas que se sumó a este esfuerzo adoptó la causa como propia.

Fue imperativo llevar ayuda a las regiones más afectadas: Oaxaca y Chiapas, por el sismo del día 7; Puebla, Morelos, el Estado y la Ciudad de México, por el 19 de septiembre. Afortunadamente, la comunicación entre los gobiernos municipales, estatales y federales se dio de manera efectiva. Una vez cubiertas las necesidades vitales, se llevó a cabo un plan de reactivación económica en apoyo a la economía de las familias. Luego, urgía atender los edificios que responden al uso comunitario y al valor histórico y patrimonial de las regiones: al salvaguardar la arquitectura tradicional buscamos preservar la identidad y esencia de sus habitantes, sobre todo, dar un mensaje de esperanza.

Hoy, tanto en el Boletín FAHHO y en las páginas web de algunas sedes –como del Taller de Restauración– podemos ver fotografías y leer artículos que hablan de estos edificios y los muestran antes y después de las restauraciones. Al mirarlas nos queda claro que el trabajo coordinado rinde maravillosos frutos.

Y todavía falta mucho mas por hacer, así que seguiremos con el mismo optimismo para darnos la mano unos a otros.


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