El trabajo coordinado rinde frutos
En los últimos cinco años nuestro país ha atravesado por momentos trascendentales: desde los sismos de 2017 y 2019, hasta la pandemia por SARSCOV-2 que al día de hoy nos asola. Sin embargo, es a partir de ellos que hemos aprendido a levantarnos juntos y salir adelante. En la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca estamos comprometidos con no abandonar el camino que emprendimos hace más de veinticuatro años, y a continuar brindando todo el apoyo a quienes fueron afectados por estos desastres naturales.
Sin duda, lo más sorprendente después de una catástrofe es que el ánimo y las fuerzas de las personas se redoblen. Y desde la Fundación buscamos reiterar e imitar ese gesto, insistir en estas esperanzas. Durante tantos años hemos enfocado nuestro esfuerzo en contribuir con acciones y apoyo para el rubro educativo y cultural del país; atendemos con empeño la salud, el deporte y hacemos hincapié en el cuidado del medio ambiente. No obstante, una de las materias que más han requerido nuestra atención desde hace cinco años es el apoyo a las zonas afectadas por los sismos del 2017: nos tendimos la mano y con la ayuda de diversas personas, instituciones y gobiernos, hemos aprendido a sobreponernos ante la adversidad.
No nos cansamos de señalar que una de las ventajas fue haber actuado desde el primer momento: al día siguiente de los siniestros una cantidad increíble de personas asistió a los centros de acopio para ofrecer su ayuda; otras, desde diferentes entidades del país, apoyaron con víveres y herramientas. Instrumentamos un Programa de Apoyo Inmediato y una serie de proyectos de corto y largo plazo desde los que hemos apoyado, en diversos ámbitos, a las comunidades afectadas: otorgamos suministros de primera necesidad, instalamos cocinas comunitarias, donamos despensas y ropa, material de curación y circuitos para potabilizar el agua. Teníamos una urgencia que atender, y actuamos en consecuencia. Fue maravilloso ver cómo, a pesar de la amargura que nos causaba el desastre, cada una de las personas que se sumó a este esfuerzo adoptó la causa como propia.
Fue imperativo llevar ayuda a las regiones más afectadas: Oaxaca y Chiapas, por el sismo del día 7; Puebla, Morelos, el Estado y la Ciudad de México, por el 19 de septiembre. Afortunadamente, la comunicación entre los gobiernos municipales, estatales y federales se dio de manera efectiva. Una vez cubiertas las necesidades vitales, se llevó a cabo un plan de reactivación económica en apoyo a la economía de las familias. Luego, urgía atender los edificios que responden al uso comunitario y al valor histórico y patrimonial de las regiones: al salvaguardar la arquitectura tradicional buscamos preservar la identidad y esencia de sus habitantes, sobre todo, dar un mensaje de esperanza.
Hoy, tanto en el Boletín FAHHO y en las páginas web de algunas sedes –como del Taller de Restauración– podemos ver fotografías y leer artículos que hablan de estos edificios y los muestran antes y después de las restauraciones. Al mirarlas nos queda claro que el trabajo coordinado rinde maravillosos frutos.
Y todavía falta mucho mas por hacer, así que seguiremos con el mismo optimismo para darnos la mano unos a otros.