Boletín FAHHO Digital No. 25 (Abr 2023)

El Neptuno Alegórico del Fénix de América

Axel Alderete

La riqueza literaria abunda en el acervo de la Biblioteca Francisco de Burgoa; sobresalen obras escritas y producidas por el intelecto de personajes que rebasan la erudición habitual de una época. Tal es el caso de Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) y su obra, casi desconocida, Neptuno Alegórico, de 1681. La impresión de este texto estuvo a cargo de Juan de Ribera, hijo de Diego de Ribera y hermano de Hipólito de Ribera, descendientes de una familia de importantes mercaderes e impresores de libros en el siglo XVII, y de quienes adquirió gran fama y prestigio pese a todas las vicisitudes que giran en torno a su persona y producción. Asimismo, la impresión se hizo en el “Empedradillo”, la calle de la oficina donde se hallaba la imprenta de Juan de Ribera desde 1677, y que se llamaba así por ser una de las primeras calles de la Ciudad de México en ser empedrada. La fama e importancia de este impresor creció al desposarse con María Benavides, quien procedía de otra familia de reconocidos impresores. Su unión ayudó a que la imprenta y mercadería de libros de ambas familias no pereciera.

Durante el Virreinato en la Nueva España se consolidaron algunas costumbres provenientes de la cosmovisión europea, en su mayoría de índole cristiana. Una de estas prácticas, que se volvió una tradición que evolucionó durante los posteriores siglos, incluso después de la Independencia de México, es el acto de erigir arcos triunfales. En efecto, estos elementos surgen y son erigidos desde la Edad Antigua con las guerras victoriosas del ejército romano, ejemplo ilustrativo es el famoso Arco de Tito.

Esta tradición se recuperó durante el Renacimiento, cuando los espacios se revistieron de iconografía clásica en su mayoría, aunados a otros aspectos formales y a un lenguaje alegórico conformado por elementos de la cultura grecorromana. Se dividieron en dos tipos: los arcos permanentes, con todos los elementos arquitectónicos vislumbrados en los arcos triunfales de las grandes ciudades europeas del siglo XVIII, y los efímeros o perecederos, elaborados con materiales como cartones, barro o lienzos; en ambos casos se erigen para presidir las entradas triunfales de grandes actores políticos y militares del momento. Así, serán bien conocidos en la Nueva España por ser elaborados para las entradas de los virreyes. Para esta honrosa labor se designaba a un erudito de la época, quien sería el encargado de modelar las imágenes alegóricas, frases históricas y analogías entre las virtudes de un héroe antiguo, o dios mitológico, y la majestad que tiene el prestigio de ser ensalzado por el arco.

En este sentido, el Neptuno Alegórico es la brillante obra que exalta a Vuestra Majestad, el virrey Tomás de la Cerda y Aragón, así como la descripción y explicación de las figuras alegóricas utilizadas como símil a la figura de este virrey. La alegoría es una figura retórica que se ocupa para describir la nobleza del virrey con figuras relacionadas a lo divino, muy representativas de la tradición antigua, es por ello que la Décima Musa lo sitúa a la par de una divinidad, en este caso del dios Neptuno.

Generalmente, la obra se estructura en cuatro partes, comenzando por una breve pero eminente dedicatoria. En esta, el Fénix de México, dirigiéndose al virrey, manifiesta la razón por la cual el arco triunfal dedicado a sus virtudes se compone de todo tipo de blasones. Esta parte es una muestra de la erudición de Sor Juana en materia de autores antiguos, ya que cita diversos y renombrados personajes como Séneca, Plutarco, Virgilio, Cicerón, Ovidio, entre otros; también deja entrever su conocimiento sobre materias religiosas, como los Evangelios, y sus profundas afinidades con la cultura egipcia, tema que atraviesa otros momentos de su obra.

En la segunda parte, la autora se concentra en exponer el porqué de la manifestación y tradición de los arcos triunfales en siglos pasados como regalo y veneración hacia los virreyes, en contraposición a la novedad en la que se basan los altos mandos de la época para encontrar “más apta la blandura inculta de una mujer que la elocuencia de tantas y tan doctas plumas”. No obstante, a pesar de los mismos prejuicios que Sor Juana tiene sobre su propia obra, no cabe la menor duda de que esta producción intelectual del Neptuno Alegórico, por más que fuese un encargo, es muestra de soltura y brillantez de la autora, más aún, aumenta el valor prístino de tal dedicación cuando se habla desde una época aún impregnada por la figura masculina como principal actor del conocimiento. Sin duda, una mujer que lucha contra los convencionalismos de la época.

Por otro lado, para hablar de las analogías que se utilizan en la obra, el Fénix de América cita las palabras de Ovidio: Non census magnus, nec clarum nomen avorum: sed probitas magnos, ingeniumque facit (‘Aquello que hace grande a los hombres no es la riqueza, ni lo ilustre de los hombres de sus antepasados, sino la honradez y el carácter’). Así, una de las similitudes más importantes que Juana de Asbaje observa entre los actores principales de este arco triunfal es que ambas figuras, Neptuno y el virrey Tómas de la Cerda, son, por un lado, un dios-príncipe cuyo dominio es el océano, mares y ríos; mientras que, por el otro, el virrey ostenta el título de “marqués de La Laguna”, y es general del Mar Océano, con todos los ejércitos y costas de Andalucía. Además de eso, el tridente de Neptuno guarda un significado que se seculariza en un elemento simbólico con la frase Munere triplex ‘triple función’, aludiendo a la vez a las potestades del bastón del virrey: civil, militar y penal. La tercera y cuarta parte de la obra versan sobre la descripción pormenorizada de las inscripciones y los lienzos, y una explicación en verso del arco.

Te invitamos a consultar la obra digital en la sección de la Biblioteca Burgoa albergada en el sitio web de la http://bitly.ws/Cer5


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