Boletín FAHHO Digital No. 57 (Dic 2025)

El nacimiento de la leyenda: Andrés Muñoz y la temible recta forjada en Oaxaca

Octavio Hernández
El joven Andrés Muñóz. Fotografía: Acervo Academia de Beisbol AHH

En la pretemporada de los Diablos Rojos del México de 2015, un joven de 16 años llevaba días insistiendo en que deseaba lanzar al menos una vez en los juegos de preparación de la Liga Mexicana, los cuales se disputaban en el estadio Eduardo Vasconcelos de Oaxaca.

“Deme un inning, Méndez. Porfa, deme un inning”, repetía aquel adolescente con ganas de medirse en el equipo grande de los Guerreros de Oaxaca, que en esos tiempos contaba con nombres como Mario Valenzuela y el exgrandeliga Mike Jacobs.

Las súplicas iban dirigidas a Luis Fernando El Carrito Méndez, coach de picheo del equipo en ese entonces y aún el segundo lanzador con más victorias en la historia del club. Pero, a pesar de su peso específico en la franquicia, Méndez no podía tomar esa decisión solo. Debía convencer primero a Miguel Ojeda, manager del equipo. “En mi carrera como manager siempre he querido darle la oportunidad al talento joven para que brille. Pasó con Carlos Figueroa, con Jesús Fabela, con Juan Carlos Gamboa… Se les da la oportunidad y ellos que la aprovechen”, recuerda Ojeda —hoy director deportivo de los Diablos—, al explicar por qué decidió conspirar para que aquel chico de 16 años tuviera una probada del mejor beisbol de México.

Convencidos el manager y la gerencia, el alumno de la Academia Alfredo Harp Helú recibió la bola para enfrentar a bates excelsos. Su primer rival fue Yunesky Sánchez, un cubano que venía de batear .324 en 392 turnos legales el año anterior. Después vendría Mario Valenzuela, slugger mexicano recordado, entre otras cosas, por haber castigado una recta a banda contraria de Roger Clemens en el Clásico Mundial de 2006.

Frente a semejantes oponentes, Ojeda recuerda haberle hecho una petición curiosa antes del primer picheo de calentamiento: “Mijo, me va a hacer el favor de lanzar el primer picheo bien fuerte y bien lejos, allá atrás, al backstop. Lance duro para allá, lejos”. Con esa instrucción, el joven derecho tomó aire, hizo su windup y soltó el brazo. “Pude ver en la cara de Mario lo que quería ver: miedo”, dice Ojeda entre risas.

Las versiones de aquella historia varían según quien la cuente. Mario afirma haber conectado un doble; Ojeda jura que fue un sencillo con ojos, y Méndez incluso sostiene que Mario fue el primer bate, no el segundo. Pero más allá de las diferencias, una cosa sí queda clara en la mente de todos los presentes aquella tarde: ese día nació la leyenda de la recta de Andrés Muñoz. Con solo 16 años, este derecho lanzaba rectas de 94 millas por hora, retando sin aspavientos a jugadores que habían enfrentado a leyendas del deporte. Sin miedo, con control, sin límites.

Desde entonces, Muñoz no ha hecho más que engrandecer su reputación, estableciéndose como uno de los mejores brazos del planeta. Fue firmado por los Padres de San Diego, debutó el 12 de julio de 2019 en Grandes Ligas y, tras ser canjeado a los Marineros de Seattle, se consolidó como un referente del relevo.

Luego de superar en 2020 una cirugía que lo mantuvo fuera de juego más de un año, Muñoz se convirtió, desde 2022, en el lanzador con la cuarta mejor efectividad de MLB (mínimo 200 innings), con 2.29 de ERA en 235.2 entradas. Su meteórica recta, que promedia 99 millas por hora, ha sido la cuarta más veloz de las Grandes Ligas, superada por Jhoan Durán, Emmanuel Clase y Ryan Helsley. Junto con su slider, cada vez más dominante, ha construido un arsenal temible que brilla con luz propia, incluso en la postemporada de 2025 de MLB.

Pero más allá de esa grandeza y de las gestas por venir, este joven derecho de Los Mochis, Sinaloa, aún guarda con cariño la cuna oaxaqueña que lo vio formarse: “Me tocó ir a la Academia Alfredo Harp Helú, que es un complejo muy, muy bueno. De ahí parte todo, ahí empieza el sueño de uno”, dijo Muñoz al portal Al Bat durante el Juego de Estrellas. Hoy, una década después de aquella petición inocente, “Deme un inning, Méndez”, Andrés Muñoz lanza su fuego en los escenarios más grandes del mundo.

Su historia, que comenzó con una recta al backstop en el Estadio Vasconcelos, es testimonio de que los sueños más grandes del beisbol mexicano hoy nacen en el corazón de Oaxaca, en la cuna del deporte rey construida por don Alfredo Harp Helú.


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