Boletín FAHHO No. 25 (Jul-Ago 2018)

EL MTO VISITA TLAHUILTOLTEPEC

Tajëëw Díaz Robles

Un grupo de niños y niñas de la primaria observan una blusa de Tlahuitoltepec adquirida (y muy probablemente elaborada) en la década de 1970. Tratan de establecer de qué comunidad es la blusa. No atinan a decir que es de Tlahui, hasta que comparan con la imagen que Frances Bristol tomó en el mercado de Ayutla en 1966. Hasta ese momento exclaman que esa blusa “parece” de Tlahui. Es así como nos vamos conectando con nuestra historia textil, no tan antigua, pero tampoco tan reciente para las nuevas generaciones. 

El pasado 15 de mayo se inauguró en Tlahuitoltepec la exposición textil Ja kipy ja ujts miti’ pëjtëp una selección de textiles hechos con máquina de coser. Esta muestra es relevante para nuestra comunidad, pues tenemos la oportunidad de conocer cómo otras comunidades se apropiaron de una herramienta que llegó para quedarse durante el siglo pasado. Desde los primeros días de la exposición nos enteramos de innumerables datos e historias relacionadas con nuestra historia, no sólo textil, sino también de las dinámicas económicas y sociales de décadas pasadas. Heliodoro Hernández, Esperanza González, Austreaberta Gallardo, Camila Vargas, Natividad Vargas, entre muchos otros nombres, ya son parte de las visitas guiadas que ofrecemos a los visitantes para contar la historia de nuestro traje. Esas abuelas y abuelos hicieron uso de las xuu’ny o “Singer” como aún hoy se refieren a las máquinas. Es así como sabemos que el señor Jacinto Felipe Hernández fue un comerciante que traía las mantas y los hilos y contrataba a bordadoras de la comunidad, tal es el caso de la señora Gregoria y de la señora Austreaberta. La mayoría de las máquinas de coser de las que tenemos conocimiento no se compraron nuevas, fueron adquiridas en la Ciudad de México, en Oaxaca y otras comunidades cercanas. En algún tramo, todas las máquinas fueron trasladadas en bestias o en las espaldas de hombres y mujeres que las usarían. 

Como bien ha señalado Nicholas Johnson, el hecho de que un textil sea confeccionado con una máquina de coser no lo despoja de los significados y el sentido cultural que las artesanas y la misma comunidad le confieren. Tal es el caso de la blusa de Tlahuitoltepec, en cuyo lienzo se plasma parte del entorno natural en el que vivimos. 

A raíz del plagio del que fue objeto la blusa de Tlahui por parte de Antik Batik e Isabel Marant en 2014, cuyas primeras noticias tuvimos en 2015, se iniciaron muchas conversaciones y se aceleraron ciertas dinámicas comerciales en la comunidad. Desde las posturas que exigían una retribución económica como aquellas que propiciaron reflexiones en torno a la propiedad comunal de los textiles y a mirar más allá de lo económico. A tres años de los primeros pronunciamientos, el costo de la blusa se ha elevado para propios y extraños, el trabajo textil se revaloriza de alguna manera. Existe más interés en aprender a bordar, pues ya se considera la confección de las blusas y faldas como una forma de tener sustento económico para las familias. 

La blusa de Tlahui que forma parte de la exposición fue adquirida por Alejandro de Ávila en la comunidad de Ayutla Mixe, en 1976. Hace un par de semanas, la abuela Austreaberta Gallardo visitó el museo y reconoció su trabajo, nos habló de las medidas, de las innovaciones que en su tiempo realizó a los bordados. Es así como tenemos las historias sobre cómo la blusa nunca ha sido un bien estático, sino todo lo contrario, ha sido reflejo del crecimiento y desarrollo de nuestra comunidad. También vamos recuperando en la memoria colectiva que en nuestro pueblo se sembró el hilo de algodón, se tiñó con grana cochinilla y se usaban huipiles. Hombres y mujeres hicieron uso de los materiales a los que tenían acceso y así, con su imaginación y capacidad creativa nos legaron una riqueza textil que nos acompañará por muchos años más. 

La autoridad municipal de Tlahuitoltepec le agradece al Museo Textil por la oportunidad de mostrar a nuestra comunidad esta exposición. Y, sobre todo, por ayudarnos a propiciar un espacio para que las nuevas generaciones conozcan la historia textil del pueblo.

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