Boletín FAHHO Digital No. 5 (May-Jun 2021)

El misterio que somos

Freddy Aguilar Reyes

Los enigmas que rodean nuestra vida podrían simbolizarse […] como un
sendero que se bifurca sin cesar o como una letra mágica, primordial, en
la que estarían prefiguradas todas las letras y todas las palabras y todos los
secretos. Cuanto nos rodea, en suma, es misterioso como nosotros mismos.

Jaime Alazraki

Para nosotros, siempre hay algo difícil de entender, ya sea por extraño, inexplicable u oculto. En la historia antigua, el rayo se atribuía a fuerzas provenientes de una deidad como Pitao Cocijo, o de un berrinche de Zeus, hasta que la ciencia descubrió que se originaba entre dos zonas de energía opuestas; el viento es causado por el movimiento de rotación de la Tierra y no por los oficios de Ehécatl o Eolo. Los misterios de la religión cristiana son inaccesibles a la razón porque son objeto de fe. La ciencia ha encontrado explicación a muchos fenómenos, pero siempre habrá nuevos misterios por develar: ¿Se puede viajar en el tiempo a través de un agujero de gusano? ¿La ciencia puede contestar a todas las preguntas?

La cara oculta de la luna1 es un misterio para nosotros, aunque la NASA nos muestre fotografías de ese lado que nunca vemos; ¿quién hizo, para qué y qué quiere decirnos el manuscrito de Voynich?2 ¿De qué manera genera, alberga y manifiesta conciencia nuestro cerebro?, ¿hay algo más allá de la muerte? Anote usted, curiosa lectora, curioso lector, en el espacio que dejamos libre, los misterios que le quitan el sueño y que le urjan develar:

The Voynich manuscript - Amazing discoveries

Podríamos dibujar nuestra idea de misterio recurriendo al holandés Escher.3 En su obra Relatividad, las escaleras nos plantean muchas preguntas: ¿Cuántas personas hay en los diferentes planos? ¿Se cruzarán en algún momento? ¿Están en un mismo mundo o en dimensiones paralelas? ¿Cuál escalera sube y cuál baja? ¿Hacia dónde conducen? ¿Dónde queda adelante-atrás, izquierda-derecha, arriba-abajo, dentro-fuera?

Relativiteit

En la literatura, la novela de misterio presenta un crimen como nudo central que, mediante recursos permeados de suspenso, va dando pistas y sospechosos a lo largo de la trama, hasta llegar a una resolución final mediante la deducción de un detective profesional o aficionado. Hay infinidad de subgéneros derivados del tratamiento que el autor o autora utiliza para plantear la historia: desde lo más sórdido a lo más íntimo, pasando, incluso, por la comedia, sin excluir las posibles combinaciones y entrelazamientos.

Es en el subgénero cozy donde se mueve como pez en el agua la británica Agatha Christie, cuyo estilo está centrado en un crimen “suave”, con una víctima sin carisma que nadie echará en falta. La resolución del conflicto será por la vía emocional, a través de Miss Marple, del pensamiento lógico o de Hércules Poirot; recordemos que su obra está ambientada en los albores del siglo XX y los acartonados roles de género no son motivo de cuestionamiento. En la Biblioteca Henestrosa encontramos El misterioso Sr. Brown, que habla sobre la búsqueda de documentos secretos perdidos en el naufragio del Lusitania, en un torbellino de guerra de espías en la que intervienen sus personajes Tommy y Tuppence. A más de cuarenta años de su muerte, Agatha Christie es una de las escritoras más leídas y sus historias continúan generando adaptaciones para el cine. Muerte en el Nilo, dirigida por Kenneth Branagh, es una de ellas, programada para estrenarse en septiembre de 2021.

Y ya que esta deriva nos condujo al cine, nos detendremos un momento en el británico Alfred Hitchcok, pionero del suspenso y del thriller, director de Vértigo, Psicosis y La ventana indiscreta. Para generar suspenso, Hitchcock no echa mano de los clichés al uso: los malvados siempre tienen un aspecto desagradable o siniestro, los peligros acechan siempre en lugares oscuros y callejones sin salida. Para Hitchcock, los malvados de sus películas podían ser los individuos menos “sospechosos”, a menudo personas de aspecto común o distinguido. El peligro podía encontrarse en lugares abiertos y bien iluminados, incluso en lugares concurridos y con la presencia de gente que podría ayudar pero que, por un motivo u otro, no lo hace. El mismo Hitchcock nos devela los resortes de su cine a través de la entrevista que le hiciera el también cineasta François Truffaut.4

La nómina de películas de misterio nos podría llevar ad infinitum. La mujer en la ventana, por ejemplo, trata sobre una mujer agorafóbica que espía a sus vecinos y es testigo de un crimen. Su estreno, programado para 2019, se ha ido posponiendo por la pandemia de COVID-19. Por el momento, les dejamos con una de esas listas de “Lo mejor de…” que, aunque subjetivas, cumplen la función de provocarnos a ir más allá y elaborar la propia. Y otra más de cine negro mexicano.

El germen de lo que sería la novela policíaca fue plantado por el norteamericano Edgar Allan Poe con su obra Los crímenes de la calle Morgue. La Biblioteca resguarda dos antologías suyas, una titulada Obras de Edgar Allan Poe, con una portada con letras góticas, publicada en Madrid por Mateu entre 1918 y 1920, en traducción de Emiliano Ramírez Ángel, basado en la versión francesa de Charles Baudelaire. Y una segunda antología, titulada Edgar Allan Poe Cuentos escogidos, publicada por la UNAM en 1972.

También serenamente alojado entre la estantería de la Biblioteca, encontramos El nombre de la rosa, de Umberto Eco. Situada en la Baja Edad Media, en esta novela un fraile franciscano, Guillermo de Baskerville, tendrá que echar mano de su faceta detectivesca con la ayuda de su discípulo, el novicio Adso de Melk, para resolver una serie de asesinatos que esconden —pero también revelan— la existencia de un libro prohibido.

Sin detectives de por medio, Borges plantea en “El espejo y la máscara”, relato de El libro de arena, la historia de un rey que hace tres encargos a un poeta. El primero debe ser un poema que glorifique su triunfo en la batalla. El poeta hace una descripción de este y recibe un espejo de plata como regalo. El segundo encargo es ya no hacer una imitación de la batalla, sino su recreación; además de la aprobación del rey, el poeta recibe como premio una máscara teatral de oro. El último poema nunca fue escrito ni leído, solamente susurrado al oído del rey, quien, como último regalo, entrega al poeta una daga.

Aquí se incuba un misterio, pues ni el rey ni el poeta nos permiten saber cuál fue ese poema. ¿Acaso han accedido a la lengua adánica que comunica con la divinidad?

La lista de los autores de misterio que nos esperan en la Biblioteca Henestrosa es vasta: Orhan Pamuk, Arturo Pérez-Reverte, Arthur Conan Doyle, Torcuato Luca de Tena, H.P. Lovecraft, Dashiell Hammet, Henry James, John Le Carré, entre otros. Y no nos vamos sin detenernos en tres mexicanos. En la Biblioteca se encuentran dos novelas de Francisco Tario: Una violeta de más y Entre tus dedos helados. De este último título, la UNAM nos comparte dos relatos: “La noche del féretro” y “La noche del traje gris”.

En su universo onírico, los cambios de perspectiva o de realidad se suceden sin motivo, y sus personajes confían, sin dudarlo, en hechos para nosotros incomprensibles, un poco a la manera de Arreola y de Rulfo. Alejandro García Abreu nos escribe sobre Tario en La Jornada.

Dice Bernardo Esquinca que Rafael Bernal “es nuestro hombre en Mongolia”, aludiendo a la trama de El complot Mongol, novela con la que Bernal inaugura el género policíaco en México, y que después consagrarían Paco Ignacio Taibo II, Élmer Mendoza y escritores más jóvenes como F.G. Haghenbeck, Imanol Caneyada y Bernardo Fernández Bef. En sus historias, Amparo Dávila aborda la locura, el miedo, el peligro y la muerte, temas que van más allá de la realidad, pero sin entregarse a la fantasía. De la autora, galardonada con el Premio Xavier Villaurrutia, encontramos los siguientes títulos en la Biblioteca: Árboles petrificados, Muerte en el bosque, Tiempo destrozado y Música concreta.

Esperamos que pronto superemos esta crisis y podamos abrir las puertas de la biblioteca para que disfruten de estas lecturas, mientras tanto, compartimos un poema:

MISTERIO

Relumbra el aire, relumbra,
el mediodía relumbra,
pero no veo al sol.
Y de presencia en presencia
todo se me transparenta,
pero no veo al sol.
Perdido en las transparencias
voy de reflejo a fulgor,
pero no veo al sol.
Y él en la luz se desnuda
y a cada esplendor pregunta,
pero no ve al sol.

Octavio Paz


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