Boletín FAHHO Digital No. 23 (Feb 2023)

El mar de arriba

Jorge Contreras

Antes del principio, una voluntad sutil e infinita flotaba sobre el mar; era la mente que se transformaba, pero al mismo tiempo la mente era el mar y las aguas que, después de miles de años y por algún motivo, desearon. En las obras de la exposición de Amador Montes en el Centro Cultural San Pablo, también hay una manera de observar el cielo como un mar.

Bajo cielos inmensos de azul claro u oscuro, serenos, nocturnos, o de colores ocres quemados por el sol, vuelan aves abriendo las aguas celestes; y se forman nubes como presencias sutiles que apenas alcanzan a permanecer un momento, o estrellas que son lejanos puntos blancos y azules en un mar densamente poblado por seres inaccesibles al pensamiento humano, pero que pueden intuirse.

En lugar de observar el cielo como un espacio vacío, Amador Montes eligió mirar un verdadero océano de nubes, estrellas, palabras escritas con grafito o esgrafiadas penetrando las capas de pintura; rayones, manchas de otros materiales; plecas negras, números, frases, chorros de pintura blanca que parecen lluvia cayendo de las nubes; un mar habitado por decenas de aves blancas o negras —águilas, grullas, halcones, o aves moan— que vuelan hacia arriba solas o en grupos, pero en solitario.

Para abordar los temas de esta exposición, Amador Montes vivió intensamente varios meses observando, leyendo y pensando sobre los significados del cielo; de día, de noche, en la ciudad y en el campo, en la costa o en los montañas, registró sus colores y aspecto, invirtió muchos días, semanas y meses en realizar las obras, algunas —las primeras en terminar— se tuvieron que borrar porque nuevos cielos le pedían mejorar la mirada, arriesgarse con tonos diferentes, con otras formas de nubes, con mayor comprensión.

El resultado de esta empresa son pinturas únicas, en las que descubre nuevos recursos para transformarse, aceptando con compasión una forma de pensar y pintar muy íntima, de seguir explorando un mundo interno mediante afecto, melancolía y esperanza; emociones antiguas que de alguna manera son también agua —como todo lo humano—, y el agua, como se sabe, es el origen de todo: agua es mar, mar es nubes, nubes son cielo, cielo es mar.


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