Boletín FAHHO Digital No. 53 (Ago 2025)

El lugar que solía amar

Jocelin Ortiz
Sesión del Taller de Escritura Creativa y Documental. Fotografías: FAHHO Itinerante

Los viernes a las cinco de la tarde, en la Casa de la Cultura Heberto Castillo de San Jacinto Amilpas, se lleva a cabo el Taller de Escritura Creativa y Documental, programa que forma parte de las actividades de FAHHO Itinerante. El módulo actual lo está impartiendo el maestro Matt Gleeson. A continuación les presentamos un texto de Jocelin Ortíz, integrante del taller:

Los árboles bailan al son del viento; sabinos, jacarandas, patas de vaca, pochotes, bugambilias, pirules, palmeras y ficus repartidos sobre las riberas del río Atoyac, la bandada de loros canta, trina y gorgojea al llegar a las copas como en cámara lenta. Mientras doy un paso grande, mi pie derecho se planta atrás, mi rodilla va hacia delante e inclino el peso hacia atrás. Ejercicios para que la terapia física mejore mi movilidad.

Regresamos del paseo casi a las nueve de la mañana, me agacho para retirar la correa a Patrick. Antes de irme volteo al escritorio y miro las fotografías en la computadora, claramente su muñeca está rota, solo de imaginar el dolor se enchina mi piel. Han pasado cinco días desde que nuestro Roble se recupera en el huevito, una de las Luna la cuida de sol a sombra.

Caminaba cuando de pronto le derrumbaron por ahí de las once de la noche dos escuinclas que no llegan ni a los 20 años, un par de inconscientes a bordo de una motoneta que puedes rentar fácilmente en la Punta bajo condiciones de ilegalidad y con nula garantía del sentido común de quien maneja.

La calle Lázaro Cárdenas en la Punta se cierra todos los días a las 6 de la tarde para convertirse en una calle peatonal debido a la gran afluencia de turistas, de esos a los que les gusta “lo rústico de Puerto Escondido”, la buena vibra y la falta de regulaciones en las construcciones nuevas. Restaurantes, bares y hoteles abarrotan la Punta Zicatela dejando claro que con influencia económica y un par de sobornos podría construirse hasta una casa con animales exóticos a orilla de playa.

Un recuerdo marcado fue cuando entre la familia celebramos el cumpleaños 75 del Roble como si se tratara de una quinceañera. La fiesta era enorme; cerca de cien personas en un espacio de no más de cien metros cuadrados, bajo una lona de fiesta dispuesta a proteger a todos los invitados —al principio del sol, y más tarde de la lluvia torrencial que el transcurso del día traería—. En medio de la tormenta
eléctrica y el desborde del arroyo en la esquina donde se ubica el huevito que alberga a las Luna; niños, adultos y parientes se abarrotaban en él, algunos corrían de un lado a otro como gallinas buscando sus cabezas cortadas.

Así pintaba la celebración: una pequeña misa, Luna con vestido morado adornado con olanes, brillos y encajes que cubrían la piel morena, y con un tocado que se acomodó en su afro plateado, como si se encajara una corona en un algodón de azúcar. Recuerdo verla bailar el vals, festejar y partir el pastel con mucha algarabía.

De pronto un momento de negritud invadió el cielo y comenzaron a caer gotas gordas de lluvia. Luego cayó violentamente el granizo que impactaba el techo del huevito. La lona se pandeaba a los lados mientras todos tenían el semblante de quien piensa que esto terminará no solo en un ciclón, sino en un huracán.

Crecí con la incógnita sobre Paulina, aquella maldita descorazonada que llegó a hacer desastres en la casa. “Vino y arrasó con todo”, se repetía cada vez que se hablaba de ella. Yo no entendía cómo podía ser tan mala y, sobre todo, ¿cómo es que aún no conocía a la tía Paulina? Siempre creí que se refería a Paulina, la hija de Cirina, o a la prima del esposo de mi tía Ana. En mi mente no concebía cómo alguien podía destruir tanto.

Durante el día de la celebración lo entendí todo. Vi las miradas aterradas de los más grandes. No pronunciaban su nombre, pero parecería que vendría el sucesor de Paulina, un huracán que arrasó en la costa antes de que yo naciera. La devastación fue tal que, al contar sus experiencias, las personas preferían hablar de lo que se llevó que contar sus memorias con el viento atroz y la lluvia demoledora. Quienes lo vivieron solo miraban aterrados.

Después de dos horas la tempestad cedió y pudimos tomar espacio fuera de la lona y del huevito. Abrieron el horno con la barbacoa de chivo que preparó Chaka, mientras una olla gigante de mole se preparaba dentro de la cocina para el recalentado.

Nunca vi a Luna con tanta vitalidad como en aquella ocasión. La última vez que pasé más de un mes con ella fue en febrero, 18 años más tarde.

La pantalla de la computadora se oscureció y revisé otra vez cómo a mi Roble le quebraron una rama principal, vital para su funcionamiento correcto. En el hospital un estudio preoperatorio detectó un coágulo de sangre en el pulmón derecho, un destino que sería irremediable en otras condiciones. Las cosas más desafortunadas pueden ser bendiciones disfrazadas. Han pasado más de veinte días y todo parece ir de mal en peor: procedimientos mal hechos, cuentas excesivas y resultados contraproducentes.

Es la mañana del día 26 desde el accidente, el Roble no soporta la férula, todo es caos. Las Luna han visitado a otro médico y los resultados parecen ser peor de lo esperado, un corte a la fibra de vidrio, antiinflamatorios y una imagen que revela cómo la rama interna se desplazó más hacia afuera que cuando se rompió. La reducción de fractura solo empeoró el estado inicial, por dentro se ha formado un tejido chicloso que mantendrá el hueso en la posición que se inmovilizó.

La rama quedó chueca, desplazada y con menos movilidad de lo que se había pronosticado. Esta serie de tragedias se han convertido en un huracán para la familia de las Luna. Paralelamente, la tormenta tropical se convierte en un desastroso categoría 4.

Jocelin Ortiz (nació en Puerto Escondido Oaxaca en 1998) documenta y retrata su relación con la muerte, el medio ambiente y la manera en que se ve reflejada en las personas. La fotografía es un lenguaje que le permite meditar sobre lo que ve en su día a día, desde el asombro hasta lo que después se convierte en añoranzas, memorias y registros de lo que es la realidad. Fotógrafa documental y artista visual que usa como medios la fotografía analógica, digital y el textil. Actualmente colabora con el estudio de afelpado Yutun, donde explora la interpretación de imágenes con fibras naturales.


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