Boletín FAHHO Digital No. 25 (Abr 2023)

El libro, un pretexto

Cecilia Fernández

Las bibliotecas son lugares de encuentro. Ahí coinciden lectores y lecturas, infantes y palabras, amigos, familia, comunidad. También en estos espacios surge la posibilidad de hallar historias olvidadas que alguna vez nos contaron; otras que no imaginábamos que fueran posibles y algunas más que no sabíamos que nos habitaban, pero para las cuales alguien más prestó sus palabras al papel para que las reconozcamos.

El origen de las bibliotecas está relacionado con el almacenaje y preservación de lo que sabemos del mundo y de nosotros mismos, pero preservar lo que hace la humanidad poco tiene de estático: esta crece, cambia, conoce y descubre; entonces el acervo también aumenta y se transforma. Sucede lo mismo con quienes lo exploran. Las bibliotecas poseen esa posibilidad del cambio, una expansión potencial de sus letras y de los horizontes de aquellos que se aventuran a estos encuentros con las historias resguardadas.

Desde la Red de Bibliotecas Infantiles BS y las Bibliotecas Móviles puestas en circulación nuevamente, somos testigos y promotores de estos esperanzadores encuentros, a veces suaves y paulatinos, como un papá que se aprende una rima o una mamá que hace voces al leer; otras veces con risas explosivas al jugar a ser trolls o descubrir cómo funcionan las estrellas. Sí, preservamos y acercamos historias para que las nuevas generaciones tengan una idea de dónde hemos estado, pero también para que tengan un espacio dónde formar y fortalecer vínculos con los suyos. Los encuentros que vemos y promovemos resignifican la experiencia personal y colectiva. Generamos espacios en los que lectores y no lectores se sienten libres para explorar, jugar, leer, conversar y regresar a casa con algo diferente: frases anidadas, dudas, experiencias, nuevos amigos. Con un poco de suerte, ese será el hechizo y volverán, un poco distintos, con más curiosidad, quizá. Y tienen todos ellos, sin saberlo, ese poder de transformar los acervos y a los bibliotecarios, de adaptarlos a sus lecturas, ritmos, búsquedas y necesidades. Desconocen esa relación simbiótica en la que la biblioteca se trastoca profundamente por su paso. Así, lectores y bibliotecarios estamos en una danza constante en la que nosotros proponemos y ellos llegan, toman, mueven, dejan.

Celebrar la importancia del libro es para las bibliotecas infantiles y móviles un mero pretexto. Sabemos que lo que en verdad celebramos son esos encuentros con historias, con uno mismo; celebramos los lazos que formamos y los universos que, entre letras y juegos, nos permiten conocernos como seres vulnerables, divertidos, resilientes, creativos. Son las manitas que recorren las estanterías, las voces que leen, las mentes que imaginan y la calidez que surge de sabernos cómplices en las historias, las que celebramos este mes en las bibliotecas.


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