Boletín FAHHO Digital No. 54 (Sep 2025)

El increíble viaje de un libro mixteco de Tilantongo a Cracovia, Polonia

Sebastián van Doesburg (FAHHO-UNAM) / Michel R. Oudijk (UNAM)

Hacia finales de junio de este año, y durante una breve estancia en Cracovia, hermosa ciudad histórica del sur de Polonia, pudimos revisar un bello ejemplar de la Doctrina Xp̄iana ē lēgua Misteca, cōpueſta por el muy reuerēdo padre Fray Benito Hernandez vicario prouincial de la Miſteca de la orden de Sancto Domingo, de la nueua España. El libro, impreso en 1567-1568 en casa de Pedro Ocharte, se conserva en la Biblioteca Jaguelónica de la Universidad del mismo nombre. Se trata de la Doctrina escrita en el mixteco de Teposcolula, dato importante porque Ocharte también imprimió, justo antes, en 1567, una versión en mixteco de Achiutla. De ambas versiones solo se conservan contados ejemplares en el mundo. Dejando de lado la versión impresa para Achiutla, sabemos que se conocen cinco ejemplares de la correspondiente a Teposcolula: uno se encuentra en la Biblioteca Huntington (Los Ángeles); otro en la Biblioteca Francisco de Burgoa;1 uno más —muy dañado— en la Biblioteca Juan de Córdova y otro en la Biblioteca Conmemorativa Cushing (Texas A&M University). El ejemplar en Polonia, el más reciente en darse a conocer, es uno de los más completos: va del folio I al CXCXVIII [sic pro: CXCVIII], más las preliminares del iii al *viii, y la portada colocada erróneamente entre los folios *vii y *viii.

Durante nuestra visita pudimos deducir que este ejemplar posiblemente perteneció a la iglesia de Santiago Tilantongo en la Mixteca Alta de Oaxaca. En los folios CLXX verso y CLXXVI recto hay una anotación en el margen inferior que dice: Sabado (..) 786 (…) / Viernes 21 Julio en Sant[iag]o Mitlant[ong]o Vispera de S[anta] Maria Magd[alen]a a las 7 de la no(*che). De hecho, el 21 de julio de 1786 fue un viernes. En estos años Mitlantongo estaba sujeto a Tilantongo en lo espiritual, cuyo vicario se llamaba Antonio Ybañez. Los libros de bautizos y matrimonios conservados en la iglesia de Tilantongo demuestran que la letra de la glosa presenta cierta similitud con la del vicario.

Pero ¿cómo llegó este libro de Tilantongo a Cracovia? La primera parte del viaje no la conocemos, sin embargo, gracias a un sello pequeño dorado en la tapa del libro y otro sello de tinta roja en el interior sabemos que el libro perteneció, desde mediados del siglo XIX, a la Biblioth[eca] Regia Berolinensi[s], es decir, la Biblioteca Real de Berlín, fundada en 1661 y posteriormente convertida en la Biblioteca Estatal Prusiana. De hecho, la Biblioteca Jaguelónica conserva una importante colección de manuscritos e impresos raros y rarísimos procedentes de Berlín, colección conocida como la “Berlinka”. Las peripecias y travesías de esta colección son un recuerdo de la gran fragilidad de las bibliotecas y de la necesidad de defender el patrimonio documental de las manos de las ideologías extremas.

Ya en 1937, a cuatro años de que Hittler fuera nombrado canciller de Alemania, la Biblioteca Estatal Prusiana —una de las principales bibliotecas de Europa, ubicada en la famosa avenida Unter den Linde — inició los preparativos para posibles actos de guerra. Justo antes de la invasión de Polonia en 1939, se optó por mudar parte de sus colecciones a lugares más seguros. Los documentos e impresos más raros fueron trasladados a un búnker cercano la noche del 9 al 10 de abril de 1941, pero, cuando comenzaron los bombardeos de los Aliados, se decidió transportar las colecciones fuera de Berlín. Este proceso duró hasta 1945, cuando el avance del Ejército Rojo obligó a parar el proyecto. Se seleccionaron tres millones de impresos y novecientos mil objetos documentales pertenecientes a las colecciones especiales. En agosto y septiembre se elaboró una lista de veintinueve castillos, monasterios y minas de sal donde se podrían resguardar partes del enorme volumen de documentos. Después de la guerra —al firmarse el acuerdo de Potsdam—, once de estos lugares fueron incorporados al actual territorio de Polonia.

La violencia de la guerra y el descuido hicieron que un elevado, pero desconocido número de documentos perecieran. Otras partes, afortunadamente, sobrevivieron: una importante se fue al castillo de Fürstenstein (hoy Książ, en polaco) en la Baja Silesia y de allí, en 1943, a la abadía de Grüssau (hoy Krzeszów, en polaco), donde los benedictinos guardaron las cajas con gran celo en el ático de la iglesia. Finalmente, allí las encontró un delegado del Ministerio de Educación, en búsqueda de colecciones robadas de las bibliotecas polacas. Fue así como unos trescientos mil documentos e impresos fueron transportados a Cracovia en mayo de 1946. En las cajas se encontraba el libro de Benito Hernández. Durante décadas, Polonia —justamente resentido por la enorme destrucción causada por los nazis— negó la existencia de la colección, y fue hasta la década de 1970 que se reveló parcialmente su existencia. No fue hasta 2003 que reapareció la Doctrina de Benito Hernández publicada en un modesto inventario, pero sin llamar la atención. Aunque la controversia acerca de la propiedad de la Berlinka no está del todo resuelta, en los últimos años la Biblioteca Jaguelónica ha trabajado incansablemente en digitalizar el acervo, haciendo que este tesoro de la lengua mixteca esté hoy al alcance de los investigadores e interesados en general.2

1 https://primeroslibros.org/spotlight/primeros-libros-de-las-americas/catalog/8306890e6%20c777c84fb3aab

2 https://jbc.bj.uj.edu.pl/dlibra/publication/edition/917959


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