EL GIGANTE CULTURAL
El Taller de Restauración de la Fundación Alfredo Harp Helú consideró de vital importancia la reconstrucción del exconvento de Santo Domingo Tehuantepec, sede desde hace 35 años de la Casa de la Cultura, lugar referente de la comunidad, además de ser un testimonio de historia y patrimonio de Oaxaca, por tener casi medio milenio (474 años) de haberse edificado. Lo habitaron los frailes dominicos. Después fue abandonado por más de cien años. Un tiempo funcionó como cuartel y por último como reclusorio, hasta que en 1975 fue desocupado. En 1982 se convirtió en sede de la Casa de la Cultura, sin embargo, en septiembre de 2017 fue desalojado debido a los daños sufridos durante los sismos en la región.
La Casa de la Cultura de Santo Domingo Tehuantepec es un espacio que ha brindado talleres gratuitos de marimba, guitarra, piano, artesanía festiva, taller de cultura, karate do, danza contemporánea y danza folclórica a los habitantes de Santo Domingo Tehuantepec. Por las mañanas se concentra la parte administrativa y por las tardes los talleres. Antes del sismo albergaba aproximadamente a doscientas personas, aunque el número varía debido a que los talleres son trimestrales.
Originario de Tehuantepec, José Francisco Marcial Martínez, de 34 años, es auxiliar administrativo de la Casa de la Cultura. Recuerda con nostalgia que fue ahí que de niño tomó clases de oratoria, lectura y danza, pero destaca que debido al sismo del 7 de septiembre del año pasado se quedó todo cerrado, por seguridad y recomendación de Protección Civil. “Fue complicado primero por la edificación, pero más por todo lo que se dejaba de hacer, porque al final de cuentas éste es como el centro neurálgico de la cultura, todo converge aquí. Todo lo que se manejaba dentro de la cuestión cultural se detuvo a partir de que el edificio quedó colapsado; ésa era más que nada la preocupación”.
Durante ese tiempo empezaron a colaborar en la atención de los afectados, estuvieron en contingencia alrededor de dos meses. Se suspendieron por un tiempo los talleres; después se habilitaron en las oficinas del DIF y actualmente se encuentran en el barrio Jalisco.
Después del sismo llegó la lluvia, lo cual resultó otro problema pues hubo preocupación por el acervo. “Porque es un acervo comunal. Toda la gente de Tehuantepec estaba preocupada por el acervo, porque es producto de donaciones, algunas cosas son únicas. La comunidad es la que hace a la Casa de Cultura al final de cuentas”. Sin embargo, se logró el resguardo de los acervos y se salvaron los documentos. “Es muy importante que el espacio esté listo para que la gente vuelva a sentir que sus cosas están bien resguardadas, que van a perdurar, que el acervo lo van a seguir viendo sus hijos, sus nietos. Todos en Tehuantepec alguna vez en la vida tomamos un taller aquí. La gente nos pregunta cuándo regresaremos. La respuesta es: cuando termine la rehabilitación, cuando termine el rescate del acervo, entonces ya regresaremos”.
La Casa de la Cultura no sólo albergaba la diversidad de talleres, sino también contaba con salas de exposiciones: la sala de la tehuana, la sala de arqueología, la sala de los trajes, sala de personajes importantes de Tehuantepec, la sala de arte sacro; además de dos bibliotecas: la municipal y la de la Casa de la Cultura. Había muchos visitantes nacionales, “pero los que más la visitan son las mismas personas de aquí”.
Al preguntarle qué se siente trabajar en la Casa de la Cultura, contestó entusiasmado: “Ah, pues es como un sueño, todos los que estamos en Tehuantepec esperamos en algún momento estar en el espacio, porque, aunque nosotros lo hemos visto desde niños, aquí se hacen muchos eventos escolares, premiaciones, es como un lugar muy vivo, entonces siempre uno sueña, o todos los que estamos inmersos en la cultura, queremos estar ahí, es un sueño estar en el espacio; porque lo conoces más a fondo (…)”.
También menciona lo que sería ver la Casa de la Cultura levantada: “Para mí sería casi como un triunfo, un triunfo sobre el desastre, un triunfo sobre la catástrofe, sería como decir ahí está el gigante, el gigante cultural. Entonces, si soportó ese espacio y recobró nueva vida, entonces hay un futuro también para nuestra cultura, hay un futuro para nuestra lengua; es fuerte. Es fuerte como los cimientos, como la estructura en sí, ese es trabajo de manos zapotecas, eso representaría. El hecho de que vuelvan nuevamente los talleres, las salas, la biblioteca, la gente, ¡la vida! Eso para mí sería lo ideal, que la gente tenga su Casa de la Cultura; la gente la extraña, no es lo mismo sin ella”.