Boletín FAHHO Digital No. 49 (Abr 2025)

El espacio y la comunicación: una revisión de Ciudades para la gente de Jan Gehl

Sandra Fernández / Jordan Alcántara

El espacio urbano tiene el rol de encuentro y de foro social, sin embargo —como apuntó Jan Gehl en el capítulo “Los sentidos y la comunicación” del libro Ciudades para la gente—, hoy en día este espacio de interacción se ha visto reducido por la hegemonía del modernismo arquitectónico en las ciudades y su crecimiento acelerado. El resultado: espacios urbanos muy divididos entre zonas aisladas en donde las interacciones son escasas; mientras que en aquellos lugares donde la interacción social está presente, esta es constante y diversa.

Nuestros sentidos juegan un papel importante en la forma en la que percibimos el entorno. La experiencia urbana, nos dice Gehl, no se limita a ver lo que está a nuestro alrededor, sino también a interactuar con otros sentidos. Los elementos que componen a las ciudades como espacios públicos calles, edificios, plazas, transportes e incluso las personas— nos brindan información, y la manera en que podemos interactuar con estos elementos va a determinar la intensidad en nuestra forma de percibir a la ciudad y, en consecuencia, en nuestro modo de comportarnos.

Estas dinámicas sociales se ven presentes en todas las ciudades, ya que comunicarse con base en la distancia, por ejemplo, es un comportamiento muy humano. De acuerdo a Edward T. Hall, en su libro La Dimensión oculta, existen cuatro tipos de distancias: distancia íntima (0-45 cm), distancia personal (45 cm-1.20 m), distancia social (1.20-3.70 m) y distancia pública (más de 3.70 m). La comunicación es determinada por el espacio donde se desarrolla; en la convivencia se busca que haya un espacio flexible para poder funcionar, un espacio donde se pueda maniobrar entre la distancia íntima y la personal siendo conscientes de las dimensiones de nuestro entorno y el de los demás.

Ghel nos explica que la conexión de todos estos factores y situaciones de contacto nos hacen decodificar y experimentar el espacio urbano. Calles estrechas, espacios pequeños, las interacciones con las personas y las actividades que desarrollan en el espacio, nos permiten percibir un entorno personal y cálido que nos hace sentir cómodos. En contraste, las ciudades y espacios complejos, distancias y edificios enormes, vías de circulación separadas y poca o nula interacción social, nos hacen percibir el espacio urbano como impersonal y frío.

En síntesis, el diseño urbano influye directamente en cómo las personas experimentan su entorno y se relacionan con los demás. Ciudades más humanas y habitables permiten que la comunicación fluya de manera más natural, fortaleciendo el tejido social y mejorando la calidad de vida de sus habitantes.