Boletín FAHHO Digital No. 42 (Sep 2024)

El eslabón de la archivística nacional: Adabi de México

Clara Rodríguez
Fotografía: Acervo de Adabi

Adabi de México es una institución que ha crecido, con el paso de los años, diseñando metodologías de trabajo eficientes mediante la vinculación con diversas instituciones públicas y privadas con el objetivo de proteger, conservar, restaurar y recuperar el patrimonio documental del país. Muchos son los factores que convergen para poder llevar a buen término los proyectos. Sin duda, uno de los elementos de mayor peso es la colaboración con las instituciones.

Los proyectos requieren el diseño estratégico de Adabi que, por medio del personal especializado de sus coordinaciones, aporta experiencia en diagnóstico, asesoría, capacitación y metodología. Adabi brinda este conocimiento a las instituciones, las cuales aportan otros conocimientos y recursos que en conjunto dan pie a un proyecto colaborativo, donde ambos organismos determinan los pasos a seguir y las aportaciones de cada una de las partes.

Cada uno de los proyectos de rescate que ha desarrollado Adabi en convergencia con instituciones que custodian documentación histórica a lo largo y ancho del país se resguardan en su archivo, ubicado en sus instalaciones en Coyoacán. Este archivo es, por lo tanto, un eslabón de la historia de la archivística nacional porque el aporte que ha brindado es invaluable.

La asociación se ha destacado por haber llevado con éxito su método de rescate a los lugares más recónditos del país, como el Archivo Municipal de San Francisco del Oro en Chihuahua, el Archivo Municipal de Rayón en San Luis Potosí, el Archivo Municipal de Huiloapan de Cuauhtémoc en Veracruz, el Archivo Parroquial de Santa Clara de Asís en Santa Clara del Cobre en Michoacán, el Archivo Municipal de Contla de Juan Cuamatzi en Tlaxcala, el Archivo Municipal de San Carlos en Tamaulipas, el Archivo Municipal de San Miguel el Alto en Jalisco, el Archivo Municipal El Fuerte en Culiacán, el Archivo Municipal de Lázaro Cárdenas en Quintana Roo e innumerables archivos en la zona Mixe de Oaxaca y Puebla, solo por hacer mención de algunos.

Sin embargo, Adabi ha contribuido de una manera mucho más profunda, pues logró establecer un precedente internacional al convertirse en el primer organismo de su tipo en el mundo. Adabi de México, como asociación civil, se ha encargado de una tarea que en otros países es regulada y financiada por el Estado, con el único objetivo de preservar su memoria histórica, porque el principal funcionamiento de un archivo a lo largo de la historia de la humanidad es la de legitimar la presencia de un organismo estatal y, por lo tanto, la de su poder. Los archivos, además, “respaldan los derechos de los ciudadanos, fomentan la educación, la investigación, la cultura, el conocimiento”1 y, al mismo tiempo, aseguran que la información de interés público pueda ser consultada con eficiencia por los ciudadanos contribuyentes, dando paz y claridad en los procesos de quienes lideran una nación.

México ha tenido una historia turbulenta. Es de conocimiento general que las culturas mesoamericanas tenían un cierto orden en su producción documental, y una vez que el virreinato de Nueva España fue asentado, también se establecieron los protocolos de archivo que se mantenían en el Archivo de Sevilla, aspecto que permaneció hasta el siglo XIX, cuando México obtuvo su independencia. Sin embargo, el siglo XIX, caracterizado por ser tan conflictivo, no dio espacio para establecer lineamientos claros respecto a la creación de instituciones y mucho menos para crear políticas de gestión documental. Fue hasta el siglo XX, después de que se resolvieran los conflictos revolucionarios que, poco a poco, se edificó el Estado-nación que conocemos hoy día, lo que con el tiempo dio paso a la creación formal de instituciones y, posteriormente, de lineamientos para la creación, organización y preservación de su documentación.2 Sin embargo, aún en pleno siglo XXI estos lineamientos se siguen puliendo.

Fotografía: Acervo de Adabi

Durante el siglo XX, el Archivo General de la Nación se convirtió en el organismo rector de consulta en materia archivística, por poseer la experiencia en organización de fondos documentales y por su capacidad en respuesta favorable a las necesidades, pese a sus limitados recursos. Este organismo ha contribuido en la concentración de la documentación desde su creación hace dos siglos, ya que en él se albergan los acervos de las instituciones públicas, del virreinato, del siglo XIX, así como la producción documental de las secretarías del Estado mexicano moderno. Esta institución tiene la responsabilidad de custodiar, ordenar, describir y conservar los documentos que conforman su acervo a fin de facilitar y promover su consulta pública. Además, por medio del Registro Nacional de Archivos, ha asumido la coordinación de los archivos públicos y privados para garantizar, a lo largo de todo el territorio nacional, la protección de los documentos históricos que se encuentran bajo su custodia.

No obstante, todos los esfuerzos han sido pequeños, porque la memoria documental de nuestro país es inmensa, razón por la que en el año 2000 el Archivo General de la Nación, cuando fue dirigido por la doctora Stella María González Cicero, estableció el Fideicomiso Preservación de la Memoria de México apoyado por don Alfredo Harp Helú y un grupo de particulares, empresarios, archivistas e intelectuales preocupados por la historia del país, pero, sobre todo, por sus fuentes documentales. El fideicomiso tuvo el objetivo de apoyar al AGN con recursos que le permitieran continuar y mejorar sus funciones. Además, recibió el apoyo económico de distintas instituciones nacionales y extranjeras, como el del Gobierno de Japón, la Subdirección de los Archivos Estatales de España, la UNESCOMemoria del Mundo, la Fundación Histórica Tavera de España, el Tribunal Superior de Justicia del Gobierno del Distrito Federal y la Secretaría de la Defensa Nacional.3

Sin embargo, el Fideicomiso concluyó su apoyo en el año 2003, dando pie a la asociación civil Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México, que se propuso dar seguimiento a las tareas con las que se apoyaban en el AGN, pero, ahora, de manera mucho más activa. Este gran proyecto nació gracias a la visión de la doctora Stella María González Cicero y al amor que don Alfredo Harp Helú y la doctora María Isabel Grañén Porrúa sienten por México. El camino recorrido luego de esa iniciativa, es parte de una historia que se sigue escribiendo.

1.Fondo Fideicomiso Preservación de la Memoria de México, Sección Dirección general, Serie Informes, “Archivo General de la Nación un sitio privilegiado del porvenir de México”, 2001.

2.Taboada, Isaac, “La Archivística en México, ¿aliada de la transparencia o rehén de la corrupción” en Biblios Journal of Librarianship and Information Science, University of Pittsburgh, https://biblios.pitt.edu/ojs/biblios/article/download/1030/429/6927

3.Fondo Fideicomiso Preservación de la Memoria de México, Sección Dirección general, Serie Informes, “Archivo General de la Nación un sitio privilegiado del porvenir de México”, 2001.


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