Boletín FAHHO Digital No. 55 (Oct 2025)

El eco de 1998 y la fórmula de un contendiente

José Varela
Jugadores del equipo Guerreros de Oaxaca. Fotografía: Eduardo González

La temporada 2025 de Guerreros de Oaxaca quedará marcada como una de las más sólidas en la historia del club. Con un porcentaje de victorias de .576, el tercero más alto desde su fundación, el equipo alcanzó una cifra que remite directamente a un año inolvidable: 1998. Aquella fue la última vez que Guerreros firmó exactamente ese porcentaje…, y terminó levantando el único campeonato de su historia. Hoy, 27 años después, el eco de aquella hazaña vuelve a resonar, impulsado por un proyecto que combina estrategia, carácter y hambre de victoria.

Una ofensiva diseñada para dominar
En 2025, Guerreros se erigió como la ofensiva más peligrosa de la liga cuando se considera el efecto del estadio. El equipo no solo bateó para .320 (2° en la liga), sino que impuso autoridad con un OBP de .404 y un SLG de .514. Lideró la liga en dobles (210) y en hits (1,056), y fue segundo en carreras anotadas (686) y carreras impulsadas (645).

La clave estuvo en la profundidad del line-up: nueve bateadores regulares por encima del .400 de OBP. Del capitán Alexi Amarista, ejemplo de consistencia y liderazgo, a los bates encendidos de Nelson Velásquez, Reynaldo Rodríguez, Yonathan Daza, Ricardo Valenzuela, Yariel González, José Carlos Ureña, Abraham Almonte y Emilio Bonifacio, todos supieron encontrar la manera de llegar a base y producir. Incluso Daza, el único sin SLG mayor a .500, compensó con un OBP de élite y defensa impecable.

Talento que otros dejaron ir y el núcleo que creció en casa
Guerreros detectó, rescató y potenció talento que otros equipos no supieron valorar. Bonifacio llegó desde Aguascalientes, Almonte desde Tabasco, Daza fue liberado por Tecolotes, Rodríguez provenía de Tigres y Amarista de El Águila de Veracruz. Aquí se les dio algo más que un uniforme: confianza, tiempo para madurar y un entorno donde el hambre de victoria es contagiosa.

A este núcleo se sumó el talento que ya estaba en casa y que este año dio un salto de calidad. José Carlos Ureña firmó una temporada muy superior a la del año pasado, elevando notablemente su promedio, su capacidad de embasarse y su poder. Ricardo Valenzuela, tras una gran campaña anterior, mejoró aún más su productividad ofensiva. Jorge Flores repuntó su OBP y su consistencia en el contacto, mientras que Sebastián García respondió con bateo sólido (.311 AVG, .408 OBP) cada vez que se le dio oportunidad.

El picheo reconstruido con bisturí
En el montículo, el cambio fue quirúrgico. El scouteo previo a la temporada identificó perfiles que encajaban en el plan de juego: Kyle Barraclough, Robert Dugger, Taylor Lehman, Blake Whitney, Reid Birlingmair y J.P. Woodward transformaron el rostro del staff, reforzando a veteranos como Radhames Liz. La apuesta por Christian Alvarado pagó con creces (11 HLD, 11.57 K/9). Edwar Colina, llegado desde Aguascalientes, dominó con una efectividad de 0.63. Thiago Da Silva, desde Durango, no permitió carreras. Aleaziz y Miranda, que ya vestían la casaca desde el año anterior, encontraron continuidad y un rol claro.

Superando la altitud y cerrando juegos
El desafío de lanzar en el Estadio Eduardo Vasconcelos, a más de 1500 metros sobre el nivel del mar, se enfrentó con un plan específico: ajustar repertorios, cuidar las zonas y rotar inteligentemente. El resultado: un bullpen que acumuló 69 apariciones preservando o cerrando ventaja (holds + salvamentos). Esa capacidad de asegurar los finales de juego fue decisiva para ganar series contra rivales directos.

El último año del Vasconcelos: afición y fortaleza en casa
El 2025 quedará también como el último año del histórico Estadio Eduardo Vasconcelos. La afición se volcó en las gradas y convirtió cada juego en casa en una fiesta de apoyo incondicional. Esa energía se reflejó en el terreno: Guerreros firmó un récord de 30 victorias y solo 17 derrotas como local, el cuarto mejor registro de la liga respecto a los juegos en casa. El Vasconcelos se despidió como un verdadero bastión, consolidando la identidad del club en su territorio.

Matemática y calidad humana: la filosofía del éxito
Nada de esto es producto del azar. El secreto para armar un equipo contendiente se resume en dos pilares: matemática y calidad humana. Matemática para comprender, con base en estadísticas, cómo encaja cada pieza y cómo convertir talento en victorias. Calidad humana para generar un entorno donde el jugador se sienta valorado, respaldado y libre de explotar su potencial. Guerreros no actúa con precipitación: apoya al jugador en los momentos difíciles, le da espacio para levantarse y lo integra a un grupo que no solo juega, sino que compite para ganar.

Con esa filosofía, Guerreros de Oaxaca cierra la temporada regular como algo más que un contendiente: un equipo que sabe por qué está aquí, que entiende cómo llegó hasta este punto y que mira hacia adelante con una sola meta en mente: el campeonato.


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