Boletín FAHHO Digital No. 12 (Feb 2022)

El cero de la O

Jorge Contreras

El cero tiene el aspecto de la letra o, pero con diferente significado; sin embargo, es posible pasar del aspecto y pensar en el “grado cero” de la o, de todas las letras, palabras y significados y, desde luego, en el “grado cero” de la experiencia. Quizás eso es lo más atractivo de la imaginación y del arte: conducir la comprensión por otro camino, fuera de esquemas y prácticas habituales, para dilucidar el sentido de algo.

En el libro La preferencia por lo primitivo,1 E. H. Gombrich estudia por qué a lo largo de la historia del arte se aprecian estilos sencillos que involucran construcciones poco complejas de sentido. Hace hincapié en que los “rasgos distintivos” de la representación no implican ningún tipo de evolución ni madurez de habilidades cognitivas, sino la cooperación social en el contexto en el cual se realiza la mirada y la representación. Teniendo en cuenta que la mirada es un artefacto histórico, es posible comprender los valores y antivalores que otorgamos a los “rasgos distintivos” en la configuración de la representación.

Sobre ese supuesto, el artista Miguel Castro Leñero construye imágenes de animales con elementos mínimos que esperan los procesos inferenciales y deductivos del espectador. Y también sobre esa estimación es posible explorar el papel de la cooperación y la empatía en la construcción de arte.

En diciembre de 2021, como parte de las actividades para celebrar los 10 años del Centro Cultural San Pablo (y tomando en cuenta que la contingencia sanitaria no permite realizar actividades masivas), instalamos, discretamente, un elefante en el atrio —construido a partir de una escultura pequeña de Miguel Castro Leñero— e invitamos a los niños visitantes a dibujar y pintar sobre él cualquier cosa que imaginaran.

La intención del elefante es provocar en los niños un ejercicio de imaginación y, al mismo tiempo, obtener un registro de las distintas maneras de construir una representación de forma divertida. Pudimos observar que muchos niños dibujaban con una atención plena, comprendiendo su propia conducta. Esta pieza sirvió para explorar la posibilidad de habitar espacios públicos con elementos que suman poesía a la dinámica cotidiana de los niños en su propio vivir. Y quizás esa debería ser la intención al colocar arte en espacios públicos: incentivar la imaginación, el respeto y la poesía en el pensamiento colectivo.

El seis de enero convocamos a familias de Oaxaca para asistir al CCSP y obsequiarles a sus niños, de parte de la FAHHO, juguetes, balones y libros. Antes de la contingencia sanitaria, cada Día de Reyes decenas de niños llenaban el atrio y, además de recibir obsequios, se divertían en un carrusel o se tomaban fotos con un dinosaurio que era real. La situación sanitaria ha recordado a muchos museos y espacios culturales en todo el mundo que siempre es oportuno replantearse el sentido de su trabajo y renovar sus propósitos de acuerdo a las circunstancias de la comunidad de la que forman parte.

Este año, la actividad resultó muy ordenada, como si las familias se hubieran puesto de acuerdo para llegar a lo largo del día, sin aglomeraciones, respetuosamente, guardando la distancia entre ellos y siguiendo los protocolos sanitarios que ya son cotidianos. Los niños más pequeños se limpiaban las manos con gel después de dibujar en el elefante; todos los asistentes, ya habituados al cubrebocas, nos recordaban que San Pablo es un espacio donde lo cotidiano es el aprecio por formar parte de una comunidad. Presentar un elefante que es al mismo tiempo una hoja en blanco para dibujar y una escultura, manifiesta que el arte ocurre en la convivencia, en lo que hacemos junto con otras personas, en dominios conductuales que son conversaciones; tal como ocurre la conservación de nuestro operar biológico y tal como ocurre el vivir.2

Frente al bullicio del desorden, la confusión y la violencia en muchos ámbitos del conocimiento y de la convivencia, San Pablo es un lugar donde las personas de Oaxaca han podido encontrar, a lo largo de diez años, actividades construidas con respeto, generosidad y afecto. También es un sitio que propone sumar esas actitudes a la vida cotidiana, además de ejercicios constantes que impliquen reconfigurar, con imaginación, y desde el “grado cero”, la comprensión, la representación y el conocimiento.

A propósito de afecto y representación, el Museo Infantil de Oaxaca y el Centro Cultural San Pablo están invitando a un concurso de dibujo para niños de 4 a 12 años. La convocatoria estará abierta hasta marzo y puede hallarse en: http://www.mio.org.mx/

1 E. H. Gombrich. La preferencia por lo primitivo. Episodios de la historia del gusto y el arte de Occidente. Phaidon. Hong Kong. 2003.

2 Humberto Maturana: “Los niños se transforman en la convivencia, y esa transformación depende de cómo se conducen los mayores con ellos, no solamente en el espacio material, sino en el espacio psíquico”.


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