El Archivo General del Estado de Oaxaca, ejemplo de colaboración entre Gobierno y sociedad civil
Durante los últimos 500 años, las instancias gubernamentales del actual estado de Oaxaca produjeron una considerable cantidad de testimonios documentales. Hacia finales del siglo XX estos acervos se albergaban en espacios poco adecuados para su conservación y consulta. El Archivo del Poder Judicial, por ejemplo, se encontraba en una casa rentada en la calle de Hidalgo, mientras que el Archivo del Poder Ejecutivo estaba en unos anexos del exconvento de los Siete Príncipes, sitio en el que los tubos del desagüe estaban por encima de los estantes con paquetes de documentos amarrados;1 las ventanas, de solo una malla, daban a los lugares donde en la fiesta patronal, dedicada a Nuestra Señora de los Ángeles, se bailaba con los toritos. Desde la década de 1990 varios actores oaxaqueños llamaron la atención por el estado de abandono, falta de inventarios y conservación precaria de los acervos, sobre todo en el Archivo del Poder Ejecutivo.
Fiel a sus preocupaciones por la conservación del patrimonio oaxaqueño de tan diversa índole, el maestro Francisco Toledo tomó la iniciativa en la lucha por mejorar el destino de la memoria oaxaqueña. De la importancia del archivo dijo una vez: “Es ver nuestro pasado y conocer lo que hemos sido los oaxaqueños en otros tiempos, saber cómo cambiamos o no cambiamos, y si repetimos las mismas barbaridades que se hacían en otros tiempos. Es un poco conocerse a sí mismos”. Allá por el año 2000, el Mtro. Toledo compartió con Alejandra Moreno Toscano –quien había estado a cargo de la creación de la nueva sede del Archivo General de la Nación en el Palacio de Lecumberri, en 1977– sus preocupaciones por la situación del archivo y sondeó con ella las posibilidades de instalarlo en la recién adquirida fábrica de hilados y tejidos La Soledad Vista Hermosa, en San Agustín, Etla, Oaxaca.2 En esta ocasión participaron también los miembros de la asociación de Amigos de los Archivos y Bibliotecas de Oaxaca, que había fundado Toledo en 1995 y que publicaba la revista Acervos. Ciertas resistencias sindicales y otros problemas no permitieron llevar a cabo este proyecto, por lo que finalmente se optó por la creación del Centro de las Artes en el hermoso edificio.
Después, en 2005, cuando se desocupó el Palacio de Gobierno en el Zócalo, el Mtro. Toledo, respaldado por los Amigos de los Archivos y Bibliotecas de Oaxaca y el Patronato Pro-Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural del estado de Oaxaca (ProOax), propuso concentrar ahí los archivos generales del Poder Ejecutivo, del Histórico Judicial, de la Suprema Corte, el Municipal, el de Notarías y la Hemeroteca “Néstor Sánchez”, sin embargo, el gobierno tenía otros planes y el proyecto tampoco se realizó.
Alrededor de 2010, Toledo, perseverante como era en aspectos de conservación del patrimonio oaxaqueño, regresó al mismo tema al saber que la Secretaría de Obras Públicas estaba desocupando el exconvento de San Francisco, al sur del centro de la ciudad de Oaxaca. Invitó a un arquitecto de la Ciudad de México y recorrió, con un grupo de interesados en el mismo tema, las instalaciones para saber si podría adecuarse para el archivo. Sin embargo, el edificio resultó ser demasiado pequeño para las necesidades de este. En febrero del 2012, el Gobierno entregó el edificio en comodato
al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) para establecer allí el Centro de Educación Artística (CEDART) “Miguel Cabrera”.
En esta misma época la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca decidió sumarse a las iniciativas del Mtro. Toledo, insistiendo en la necesidad de iniciar a la brevedad el ordenamiento, limpieza y consolidación del enorme acervo mientras se resolvía el tema de una nueva sede. Como consecuencia, en 2011, el Gobierno del estado de Oaxaca y la asociación civil Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México (Adabi), en ese momento respaldado por 8 años de trabajo en el rescate de archivos civiles y eclesiásticos por toda la república, firmaron un convenio para realizar el proyecto de organización y estabilización que respondiera a las exigencias de la administración pública, las normas internacionales de archivística y la investigación histórica del presente.
Con un diagnóstico previo y un proyecto ejecutivo, y siguiendo la normatividad en materia de archivos históricos, la titánica tarea dio inicio el 12 de julio de 2011 y concluyó el 15 de junio de 2017. El equipo estuvo conformado por 40 jóvenes con licenciatura en disciplinas sociales, quienes fueron capacitados de manera teórica y práctica en las labores correspondientes. Como fruto de este trabajo se elaboraron los inventarios y las guías descriptivas de los fondos Gobierno, Hacienda, Justicia, Milicia y Registro Civil, que actualmente sirven para la consulta de los materiales que corresponden al siglo XIX y a la primera mitad del XX. Esta actividad implicó el estudio histórico de las instituciones y una descripción general de las secciones más sobresalientes. Al lado del trabajo cotidiano se elaboraron memorias, revistas y materiales didácticos infantiles. El trabajo entregado se puede resumir, cuantitativamente, de la siguiente manera:
Gobierno XIX (1800-1899): 795 AG12, 9 319 expedientes; Gobierno xx (1900-1950): 5979 AG12, 36 221 expedientes; Hacienda XIX (1800-1899): 774 AG12, 5 915 expedientes; Hacienda XX (1900-1950): 7879 AG12, 31 491 expedientes; Justicia XIX y XX (1800-1950): 820 AG12, 14 cajas de libros y 1 libro de gran formato; Milicia XIX y XX (1800-1950): 721 cajas de expedientes, 16 cajas de libros y 8 libros de gran formato y Registro civil XIX y XX (1800-1950): 150 cajas de expedientes y 2 cajas de libros.
En total, se limpiaron y ordenaron 217 493 expedientes y 13138 libros, guardados en 25472 cajas archivísticas.
Al mismo tiempo, en octubre de 2011, en el marco de la inauguración del recuperado exconvento de San Pablo de Oaxaca, se presentó como comentarista el arquitecto español Ignacio Mendaro Corsini para la conferencia “Construyendo entre pre-existencias” del arquitecto Mauricio Rocha, encargado del proyecto arquitectónico de San Pablo. Fue un encuentro fructífero: Mendaro Corsini ya había sido reconocido por su intervención contemporánea en el archivo de la ciudad de Toledo, España, y al saber de los esfuerzos por encontrar una nueva sede para el archivo del estado, se entusiasmó con la idea de darle seguimiento al anhelado proyecto del Mtro. Francisco. A partir de ese momento se exploraron varias opciones junto con el Gobierno del estado. En cercana coordinación con las autoridades estatales, se eligió el Parque Las Canteras, propiedad del estado, como la mejor opción.
El arquitecto diseñó un plan maestro para todo el parque, incluyendo el archivo y el Centro de Convenciones. La FAHHO absorbió los costos del proyecto y del equipo de arquitectos, mientras que la ejecución la llevaba el Gobierno a través del INPAC. En 2014 se inició la construcción del edificio diseñado ex profeso para resguardar en repositorios especiales los 16 kilómetros lineales de documentos históricos, con espacios acondicionados para realizar las actividades de conservación, restauración y reprografía, así como una sala de consulta abierta a investigadores, salones para talleres, biblioteca, ludoteca, mediateca, salas de exposiciones y un auditorio.
Podemos encontrar en esta obra la huella del Mtro. Toledo, quien diseñó, entre otros elementos, la reja que rodea el conjunto. El proyecto –único en México– ganó varios premios nacionales e internacionales, como el Premio de Arquitectura Española Internacional 2019; el Premio Luis M. Mansilla 2018, del COAM; el Premio de la XIV Bienal de Arquitectura Española, BEAU, 2018; el Premio Obras Cemex en las categorías de Innovación en la Construcción (nacional e internacional), Espacio Colectivo y Edificación Sostenible, 2017; el Premio NAN (IX edición) al mejor proyecto de un estudio español en el extranjero 2015; el Premio Interceramic (VI edición) en la categoría Kolher y en la categoría Institucional, 2017.
El 9 de noviembre de 2016 se inauguró la nueva sede del archivo, construido mediante un esquema de colaboración entre la FAHHO, el Gobierno federal, el Conaculta y el Gobierno de Oaxaca, con una inversión de 570 millones de pesos. El equipo se constituyó con personal especializado en conservación y restauración del patrimonio egresado de las mejores escuelas de México no para solo dar servicio a los documentos del propio archivo, sino también al patrimonio documental de todo el estado.
Por último, como consecuencia de todos los esfuerzos enumerados, el 27 de febrero de 2017 se publicó el decreto por el que se crea el Archivo General del Estado de Oaxaca como un Órgano Desconcentrado de la Secretaría de Administración, con autonomía técnica, operativa y de gestión para el debido cumplimiento de su objeto. Sus primeros dos directores fueron Emilio de Leo Blanco, quien posee una carrera en las instituciones culturales oaxaqueñas desde 2006, y Jorge Álvarez Fuentes, académico y diplomático con una importante experiencia en la gestión de archivos (fue director general del Acervo Histórico Diplomático, 1995-98), ambos nombrados por común acuerdo entre el Gobierno del estado y la Fundación.3
El 31 de agosto de 2019, la historiadora Beatriz Gutiérrez Müller visitó el archivo para encabezar la segunda sesión del Consejo Honorario de Memoria Histórica y Cultural de México, con la participación de la escritora Elena Poniatowska, el músico Horacio Franco, el pintor Carlos Pellicer López, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, la divulgadora Cristina Barros Valero, el etnólogo Luis Humberto Barjau Martínez, la filósofa Margarita Valdés González-Salas, la poeta Minerva Margarita Villarreal y la historiadora y filántropa María Isabel Grañén Porrúa. El ejemplo del archivo inspiró la propuesta, oficializada en enero de 2022, de construir en Oaxaca la nueva sede del Archivo General Agrario, proyecto que desafortunadamente no ha podido llevarse a cabo debido a una variedad de obstáculos.
1 Una situación similar en el Archivo Histórico de Notarías de la Ciudad de México derivó en junio de 2020 en el rompimiento de uno de los tubos y el consecuente daño grave a 1 287 volúmenes del archivo.
2 La abandonada fábrica, que había dejado de funcionar en 1989, fue adquirida entre el maestro Francisco Toledo (40 %) y el gobierno del estado (60 %).
3 Finalmente, en diciembre de 2020, se incorporó el Archivo del Poder Judicial, cuyos documentos en lenguas indígenas habían sido reconocidos como Memoria del Mundo por la UNESCO en 2018, y hacia finales de 2022 llegó la colección de Manuel Martínez Gracida desde la Biblioteca Pública Central, siempre siguiendo la idea original del Mtro. Toledo y de la Fundación de tener un lugar seguro y con cuidados profesionales para el patrimonio documental más valioso de Oaxaca.