Boletín FAHHO Digital No. 28 (Jul 2023)

El agua bendita de buen augurio: 25 años del Mufi

María Isabel Grañén Porrúa

Cinco lustros han pasado desde ese día que del cielo cayó la primera lluvia del año, la más esperada; y justo en ese momento, en pleno julio, inauguramos el Museo de la Filatelia de Oaxaca, único en su tipo, y el que se convertiría en un espacio de convivencia para la comunidad. ¡Agua bendita de buen augurio! En ese año de 1998, el acervo del Mufi comenzó con dos colecciones, una de José Sayeg Helú, con estampillas de todo el mundo, y la de Alfredo Harp Helú, quien comenzó a construirla desde niño, visitando las embajadas y pidiendo a sus conocidos esas diminutas piezas, colocadas en los sobres, que tanta emoción le causaban. Mientras organizaba sus piezas, aprendía sobre geografía, historia, ciencias naturales y hazañas de grandes personajes: sin saberlo, fomentaba una disciplina que lo convertiría en todo un coleccionista de estampillas postales, con un interés especial en la filatelia mexicana. Así que de una afición, que pareciera irrelevante, nació el Mufi, una fábrica de sueños para los filatelistas profesionales, un sitio de asombro para quienes cruzan su umbral, un lugar de encuentro para las familias que descubren el mundo por medio de sus colecciones y un espacio de disfrute para el público en general.

Como aficionados al coleccionismo filatélico, ha sido para nosotros un enorme placer ver nutrirse este sueño dedicado a tantas personas que, sorprendidas, podrán observar una obra y preguntarse cómo es que alguien, a quien no se conoce personalmente, tenga tan claro aquello que se ha querido decir durante toda la vida. A diferencia de otros espacios museísticos que exhiben obras de gran formato, el Mufi resguarda una cantidad inimaginable de pequeños recuadros que condensan datos geográficos, temas diversos y estilos artísticos que funcionan como diminutas cápsulas del tiempo e interesantes clases de historia sobre cualquier rincón del mundo. Es tal la riqueza y la belleza de las estampillas postales que el museo también ha podido ser un motor que impulsa la creatividad de quienes lo visitamos, especialmente de los niños que tienen un lugar preponderante en nuestras actividades.

En un mundo donde las cartas y el género epistolar han sufrido transformaciones decisivas, el Mufi brilla y se convierte en custodio de especímenes raros y curiosos capaces de inspirar a poetas, artistas, científicos, deportistas, especialistas y público en general. A las dos colecciones con las que iniciamos se han sumado otras, ya que numerosas personas han decidido donar sus acervos porque consideran que este espacio es ideal para conservarlos, estudiarlos y difundirlos. Así, el acervo reúne miles de objetos —entre los que destaca una pequeña e interesante colección de monedas mexicanas— que le permiten a nuestro museo ser un punto de referencia gracias a la bóveda que guarda esos tesoros.

Otro personaje que se unió al proyecto desde el inicio fue Manuel Cossío Gabucio, amigo de Alfredo, quien donó la biblioteca de su padre, don José Lorenzo Cossío y Cosío, especializada en filatelia. Con el paso de los años, esta se enriqueció y hoy cuenta con más de 6 000 ejemplares que incluyen algunos manuscritos, impresos, boletines, catálogos, literatura filatélica, álbumes con estampillas de correo aéreo, timbres clásicos de México, fotografías, correspondencias, estudios sobre emisiones, notas periodísticas, diplomas, utensilios filatélicos, reconocimientos, entre muchos elementos más. ¡Un deleite para cualquier curioso e investigador y de donde han surgido tantas historias conmovedoras!

Otro gran aliado en este andar ha sido Enrique Trigueros Legarreta, quien ha sabido darle impulso al Mufi en el mundo de los filatelistas, ha promovido encuentros internacionales y ha logrado traer magníficas colecciones y exposiciones para difundirlas en Oaxaca. Es una dicha tenerlo tan cerca y aprender de él.

Nuestra casa también ha ido creciendo, pues la familia y las colecciones cada vez se vuelven más numerosas. Afortunadamente, logramos adquirir los predios vecinos, formando con sus cinco hermosos patios un laberinto: cada uno posee un atractivo especial que vuelve la estancia de nuestros visitantes todavía más agradable. Además, la oferta cultural atrae a todo tipo de público para disfrutar conciertos, exposiciones, presentaciones de libros, proyecciones de películas, o simplemente para deleitarse con una taza de café, sentarse a escuchar música, escribir o contemplar los jardines y su bella arquitectura.

Así, en el transcurso de un cuarto de siglo, el Mufi se ha ido nutriendo en contenido y espacio hasta convertirse en un centro cultural, un lugar de reunión, convivencia y aprendizaje del que nos sentimos muy orgullosos: hemos creado una comunidad que busca un respiro de belleza, armonía, paz, arte y cultura. ¡Muchas felicidades! ¡Gracias, Mufi y Alfredo Harp Helú, por estos años de alegrías y grandes logros! Sin duda, ¡cayó el agua bendita de buen augurio!


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