Boletín FAHHO Digital No. 5 (May-Jun 2021)

¿Dónde están nuestros usuarios?

María Luisa Bocanegra

I. ¿Dónde están nuestros usuarios?

Ha pasado un poco más de un año desde que las bibliotecas de la Fundación cerraron sus puertas al público y, con esto, a sus usuarios, y aunque la BIJC estaba preparada para seguirlos apoyando —a través de su catálogo en línea, sus repositorios y la implementación del préstamo a domicilio de los materiales bibliográficos—, no dejamos de preguntarnos lo siguiente: ¿Qué podemos hacer a la distancia por los usuarios?, ¿cómo la están pasando sin una biblioteca?, ¿qué necesidades de información tienen en estos momentos?

II. Los deseos de volver a las bibliotecas vistos desde las búsquedas en Google

De acuerdo a un sencillo análisis elaborado por el bibliotecario cubano Alejandro Romero, haciendo uso de la herramienta Google Trends (también nombrada “Tendencias de búsqueda de Google”), la cual proporciona información sobre los temas y términos más buscados por los usuarios en determinado período de tiempo, Romero descubrió que en los últimos doce meses el término más buscado, relacionado con bibliotecas en español, ha sido “Biblioteca coronavirus”, y quizás no es tan sorprendente; el segundo término más buscado ha sido “Cuándo abren las bibliotecas”. Lo anterior evidencia los deseos que tienen los usuarios de volver a estos espacios.

III. Nuestros usuarios

Mientras transitamos por los espacios (cerrados) de la BIJC, organizando y digitalizando materiales, gestionando y preservando las colecciones, concentrados en esta labor, pensamos: “¿En dónde están nuestros usuarios?, ¿les haremos falta como biblioteca?”. El análisis en Google Trends parece advertir que sí. Pienso en los estudiantes que no tenían espacio en sus propias bibliotecas y que aquí podían acceder a uno; pienso en los usuarios viajeros, que admiraban el espacio y se sentían tan bien que pedían un libro, solo para quedarse y tener la oportunidad de ser lector en la BIJC. ¿En dónde estarán los usuarios especializados, sin poder acceder de manera física a las colecciones? Porque quizá lo digital no les baste. ¿En dónde estarán nuestros usuarios, los adultos mayores, para quienes la biblioteca era un refugio para leer el periódico y mantenerse informado? Y ¿qué habrá sido del usuario que me contó que hace apenas unos años perdió a su esposa, y para no sentirse triste acudía a la biblioteca porque “aquí podía sentirse mejor”? También pienso en nuestros “usuarios sin zapatos”, ¡se veían tan cómodos! Al respecto, la investigadora Ileana Conde —quien indaga sobre la relación de las bibliotecas con el desarrollo— destaca el hecho de que “una biblioteca en la que los usuarios se quitan los zapatos, es reflejo de que en este lugar se sienten muy bien, están cómodos y sin prohibiciones”.


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