Discurso de aceptación del Doctorado Honoris Causa Instituto Politécnico Nacional
Sucedió hace más de 13 800 millones de años, en el centro del diamante hubo un gran batazo y con él una explosión, millones de partículas se dispersaron como jonrones en todas las direcciones y formaron más de cien mil millones de galaxias que contienen billones de estrellas y planetas. Así, en el campo de pelota fue surgiendo nuestro sistema solar hace más de 4 000 millones de años y la Tierra, uno de los incontables planetas del Universo, gira todavía con el swing del bat. En ese transcurrir surgió la vida y en estos últimos segundos de la evolución del Universo tuve el privilegio de nacer en México. Sí, “entre tantos siglos y tantos mundos” —como bien dice la canción— aquí estoy, coincidiendo con ustedes en el milagroso juego de la existencia.
Amante de los deportes, de niño acompañaba a mis amigos y vecinos de la colonia Roma a sus partidos de futbol americano, ellos representaban el equipo del Poli y yo me sentía profundamente orgulloso de esta institución. La Tierra giraba más despacio que una pelota de beisbol, su movimiento era paciente. Después de algunas vueltas al sol, tuve el privilegio de compartir mi vida profesional con varios colegas contadores públicos egresados del IPN y me sorprendía por lo bien preparados que eran en temas como auditoría e impuestos, asimismo destacaban en el Instituto y Colegio de Contadores Públicos. Reiteré entonces que el IPN no solo era un ícono por excelencia en el deporte mexicano, sino también una fuente de formación, innovación y pensamiento para los jóvenes mexicanos.
Me siento profundamente honrado y agradecido con el Instituto Politécnico Nacional por conferirme el día de hoy el grado de doctor Honoris Causa. Es para mí un orgullo recibir esta distinción de una institución de tanto prestigio y con una vocación de servicio a México.
Es cierto, soy un micro ser que vive en un diminuto planeta que forma parte del gran juego de pelota y admiro la armonía con que funciona hasta el más pequeño de los seres existentes, desde las partículas de un átomo, una bacteria o la hoja de un árbol. El campo en el que me ha tocado jugar está en México y mi entrenamiento ha sido arduo y exitoso, especialmente en mi vida empresarial, lo que me permitió crear una fundación para retribuir a mi país lo mucho que he recibido de él. Mi tiempo de juego es corto, por eso lo vivo intensamente y deseo cumplir un compromiso conmigo mismo, nunca rendirme y dar lo mejor de mí en mis turnos al bat.
Amo profundamente a México, admiro su cultura, su geografía, la comida, la música, las tradiciones, pero lo que más emoción me produce es su gente. Por eso quisiera que en México hubiera mayores oportunidades para mejorar las condiciones de vida de muchos mexicanos. Mi deseo no solo es un sueño, he decidido actuar y, como apasionado del beisbol, sé que para lograrlo hay que jugar en equipo por medio de alianzas con instituciones como el Instituto Politécnico Nacional, que comparte conmigo el sentido de responsabilidad social y la apuesta por el talento mexicano. Así que decidimos unir esfuerzos para que entre la suma de quienes caminamos bajo esta ruta logremos el mismo objetivo que
no es otro más que el bienestar por México.
Nuestro país requiere del fortalecimiento de la educación de calidad y una de mis mayores aportaciones a los jóvenes mexicanos han sido las más de 21 000 becas que mi Fundación ha otorgado a través del IPN, lo que fomenta el desarrollo social, científico, tecnológico y económico de México.
Ningún mexicano que aspire a la educación superior debe quedar excluido y, sin duda, la educación a distancia es una herramienta muy adecuada para ofrecer excelencia académica a los estudiantes que no pueden asistir a los campus universitarios. La Fundación que lleva mi nombre ha compartido con el Politécnico —cuyo lema es “La Técnica al Servicio de la Patria”— el impulso al desarrollo de carreras técnicas, o bien cursos, conferencias, diplomados, licenciaturas, maestrías, doctorados y otras ofertas académicas.
Si la educación es prioridad, los proyectos en zonas más necesitadas son, para mí, los más atractivos. El IPN tiene una capacidad enorme para servir a México y, en esta fecha tan importante para mí, reitero mi agrado por los programas de brigadas de salud con vehículos especiales para brindar atención en cientos de municipios, así como las unidades móviles que llegan a lugares lejanos para fortalecer la educación y hacer uso de la tecnología.
No es ningún secreto que la práctica del deporte es un complemento para mejorar la salud, la cuestión emocional y para alejarse de los vicios. De ahí mi compromiso por ofrecer apoyos para considerar a la educación deportiva como un hábito. Mi Fundación y el IPN han hecho mancuerna para concretar diversos proyectos de fomento al deporte que han beneficiado a tantos jóvenes mexicanos.
La educación en México no solo debe ser fortalecida desde el punto de vista académico. Grandes esfuerzos se requieren para alimentar el espíritu a través de la cultura, el deporte, las actividades productivas, el beneficio social y la salud. Por eso, con el IPN hemos apoyado numerosos talleres y actividades en las artes plásticas, danza, música, creación literaria y teatro.
Mi interés por la astronomía me llevó a visitar constantemente el Planetario Luis Enrique Erro y, fascinado, decidí otorgar un donativo para mejorar su infraestructura, así como apoyar a diversos proyectos para atraer a los niños y jóvenes hacia el apasionante tema del Universo. Y debo decir que me siento muy honrado de compartir la silla con la Dra. Julieta Fierro, a quien el IPN otorga también el doctorado Honoris Causa por su trayectoria académica y su amplio interés por la divulgación científica. Ella, mejor que nadie, sabe que todos somos polvo de estrellas y que el planetario es una cobija para sumergirnos en los apasionantes misterios del cosmos.
Hoy, la pizarra de la Naturaleza nos hace un llamado, los outs y las derrotas nos indican que debemos cambiar las estrategias del juego, el calentamiento global es una realidad y el estado de Guerrero, después del huracán Otis, nos indica que es momento de actuar y que todos los mexicanos debemos trabajar unidos por nuestros hermanos que nos necesitan. Confío en el IPN para implementar programas de investigación y proyectos claves que mejoren el medio ambiente. Hoy, a los jóvenes de esta institución los invito a sumarse a esta tarea y a trabajar por los demás, confío en que podremos darnos muchos pases, anotaremos touchdown, pegaremos jonrones para promover un México más digno y más humano y entonaremos juntos:
¡Huélum, Huélum! ¡Gloria! A la cachi cachi porra; a la cachi cachi porra; pim pom porra, pim pom porra; Politécnico, Politécnico ¡Gloria!
Ciudad de México,
6 de noviembre de 2023