Develando los misterios de un convento: Santo Domingo Tehuantepec
Un cúmulo de preguntas acompaña la exaltación por encontrar un nuevo testigo del antiguo tesoro de Tehuantepec.
El conjunto religioso de Santo Domingo de Guzmán, en el Istmo, es uno de ellos, y la restauración es una de las posibilidades para recuperarlo, hilando los testimonios que el inmueble irá entregando para revelar su propia historia; así, se acude a documentos, imágenes y vestigios que puedan referir al pasado del edificio.
El libro Monumentos religiosos del Istmo de Tehuantepec refiere a algunas de sus ocupaciones pasadas. La autora señala su construcción entre los años de 1544 a 1555; menciona que la época de mayor esplendor por su uso para el culto divino, fue en el periodo de 1597 a 1670; posteriormente, nos remonta a 1860, cuando fue convertido en cárcel. Un dato interesante refiere a una restauración hecha en 1962 (información particularmente importante por aludir a las intervenciones y adaptaciones de las que pudo haber sido parte durante dicho proceso); esto se coteja con la reseña del arquitecto Salvador Dávila quien, en 1974, había sido contratado por una empresa para realizar trabajos de mantenimiento, consolidaciones y limpieza general del exconvento, con el objetivo de brindar un nuevo uso al edificio que, en aquel año, funcionaba aún como cárcel.
Se sabe por la misma autora que en 1977 el edificio fue desocupado y siete años después, en 1984, se inició su reconstrucción para el último uso que tuvo hasta septiembre de 2017: la Casa de la Cultura de Santo Domingo Tehuantepec. Dados los diferentes usos y la intervención próxima que iniciaría en manos de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, se realizaron estudios y análisis del partido arquitectónico primitivo del inmueble, reconociendo así los usos y proporciones de cada espacio, y a estos testimonios arquitectónicos se sumarían nuevos hallazgos y exploraciones en el inmueble.
Algunas imágenes antiguas develaron también la condición pasada de convento, entre ellas, los daños estructurales que continúa presentando actualmente el edificio. El área dañada es un arco del lado poniente del edificio donde colapsó parte de la bóveda de cañón corrido en el año 2017; estos daños dieron lugar a la exploración de los pisos del claustro, realizada por un equipo de arqueólogos con el objetivo de conocer la cimentación y el tipo de suelo, proceso mediante el cual hallaron vestigios de una estructura prehispánica. En este sentido, es complejo precisar o definir el tipo, forma o uso que pudo haber tenido dicha estructura, una exploración y estudio más amplios podrían, incluso, solo ofrecer leves nociones, no obstante, podemos referir otros casos donde la construcción de los edificios religiosos se cimentaba sobre las construcciones prehispánicas.
En este acercamiento a la recuperación del edificio se han retirado cuidadosamente capas de pintura que muestran motivos animales, vegetales, imágenes de santos, ángeles, símbolos y notas carcelarias, integrados en la decoración e historia del inmueble a lo largo del tiempo; se han retirado también aplanados en zonas puntuales, bajo los cuales se muestra la disposición regular de alguna mampostería o el agregado de nuevos materiales. Estos vestigios permitieron la recuperación de los antiguos confesionarios ubicados en el muro lateral del templo que conforma también el muro sur del deambulatorio del convento, y que se encontraban contenidos en las espesas paredes, comunicando al sacerdote, en el convento, y al penitente, en el templo. En un proceso similar se puede mencionar la recuperación del óculo de la portada del templo al hallar los vestigios que formaban parte del primitivo enmarcamiento; su recuperación consistió en el registro detallado de la portada y un análisis geométrico con aproximación a las proporciones áureas, esto contribuyó en la recuperación de la capacidad de carga de la mampostería.
Continuaremos develando los misterios que dieron lugar a estas transformaciones, hechos, motivos, fechas y nombres, interpretando objetivamente los testimonios de la historia pasada del convento, entretejiendo las piezas aisladas que conforman el estudio histórico y develan tan solo una parte del misterio de este edificio. Como otras materias, la restauración consta de conocimientos, habilidades y experiencia de especialistas de diferentes ramas que comprendan las necesidades de un bien cultural, que velen por su permanencia y den a este un destino digno y adecuado.