Boletín FAHHO No. 28 (Ene-Feb 2019)

DERECHO DE AUTOR

Lorena De la Piedra

El pasado mes de octubre se llevó a cabo el Tercer Seminario Internacional sobre Derecho de Autor UNAM- IIDA (Instituto Interamericano de Derecho de Autor) en la Facultad de Derecho de Ciudad Universitaria, en la Ciudad de México, y la maestra Carmen Arteaga hizo una invitación a la FAHHO para participar en la mesa de Diversidad Cultural.

La maestra nos pidió hablar sobre nuestra experiencia en Oaxaca, con el tema de “apropiación cultural”, y lo que nos cuentan los artesanos con respecto a las reproducciones arbitrarias de sus diseños por parte de personas ajenas a sus contextos culturales, también llamados “plagios”. Platicamos también acerca del lado bueno de estas malas prácticas, argumentando que, desde el punto de vista optimista, no todo ha sido una derrota, ahora la gente sabe dónde se hacen originalmente algunos bordados y las artesanas comercializan mejor esos productos con un nuevo estándar de calidad.

Explicamos lo que hace la comercializadora y la FAHHO para apoyar a los artesanos y, como representantes de esos artesanos, exigimos a los jóvenes abogados y a los representantes de algunas firmas que estuvieron ahí, que queremos más respuestas positivas, partiendo de que en México no existe un esquema jurídico idóneo para proteger y defender las creaciones intelectuales tradicionales, y que la realidad en la que vivimos es una donde la mayoría tiene fácil acceso a la información, por lo tanto a su reproducción y explotación inconsciente de su valor. La pregunta para los jóvenes fue: ¿cómo deberíamos organizarnos para generar mejores mecanismos de protección al patrimonio cultural comunitario? La respuesta quizá debería venir de las comunidades, para después resolver en conjunto.

Actualmente en la legislación existen dos alternativas para que un producto lleve asociados componentes geográficos o naturales: las marcas colectivas y las denominaciones de origen; en México existen únicamente 16 denominaciones de origen. Sin embargo, la buena noticia es que ahora se ofrece un marco de protección a través del registro de Indicaciones Geográficas (IG), que da reconocimiento sobre los productos asociados a su ubicación geográfica y a las habilidades de artesanos para transformar la materia de esa región en específico. Se puede poner una IG para marcar cada producto en una etiqueta, señalando que está protegido y que se debe tener cuidado si se pretende copiar. El producto debe tener características especiales atribuibles al origen geográfico.

Suponiendo que este esquema de proteger a través de Indicaciones Geográficas funcione de manera correcta, esto no será suficiente, también debe custodiarse la adecuada y veraz información al consumidor, así como el respeto a la competencia leal entre productores, diseñadores y comerciantes.

Partiendo de la conclusión de la maestra Carmen Arteaga donde dice que: “No siempre la ley es la mejor solución a los problemas”, nosotros podemos proponer más foros para maestros artesanos y creadores, reforzar la valoración de la tradición artesanal, difundir lo que hemos aprendido y buscar colaboraciones horizontales.

En un mundo donde todo se hace en serie y se consume de manera masiva, la creatividad y originalidad se han convertido en importantes activos económicos. Nuestra tarea es promover el talento nacional y estudiar el esquema de Indicación Geográfica como mecanismo de protección, para que así se pueda respaldar la identidad nacional.

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