DE SAPOS, RANAS Y SALAMANDRAS
Entrevista al Biólogo Matías Domínguez-Laso
“¿Qué diferencia hay entre sapos y ranas?”, preguntamos durante la inauguración de la exposición Anfibios: Centinelas ambientales, en la Biblioteca Infantil y Juvenil Casa de la Cacica, de Teposcolula. Exposición que presenta fotografías de ranas, sapos y salamandras como un conjunto de aportaciones solidarias, realizadas en Oaxaca por fotógrafos de naturaleza y herpetólogos (especialistas e investigadores de anfibios y reptiles), que reconocen a los anfibios como elementos importantes dentro de los ecosistemas, debido a su determinante papel en los flujos de energía, ciclos de nutrientes y cadenas alimenticias, además de reguladores y controladores de plagas, así como encontrarse representados de manera importante en algunas culturas mesoamericanas donde han sido utilizados para la alimentación y medicina.
“Los sapos son machos y las ranas hembras”, contestó un pequeño. Existe la confusión generalizada de que los sapos son machos y las ranas hembras, probablemente debida a su tamaño. Por lo regular en los anfibios anuros (ranas y sapos) el macho es más pequeño que las hembras debido a que mientras más grandes son tienen más probabilidades de generar mayor progenie. Al poner mayor número de huevecillos tienen mayores posibilidades de que su especie sobreviva. Pero tanto hay sapos machos y hembras como ranas machos y hembras también. Sus diferencias se deben a las características en su tamaño y modos de vida.
Dos años antes, mientras caminaba por el pasillo de acceso a mi departamento, un grupo de vecinas, con escobas en mano, perseguían una pequeña iguana que, inexplicablemente, había aparecido por el vecindario. Me interpuse entre señoras e iguana (oportunidad que esta última aprovechó para escapar) al tiempo que les preguntaba por qué querían acabar con ella: “Porque está muy fea” fue la respuesta.
La desinformación del pequeño puede ser explicada por su corta edad, los prejuicios y temores de los habitantes de zonas urbanas, tal vez no. Pero ambos son ejemplos del nivel de desconocimiento y desinterés que permean los saberes de la población acerca de la naturaleza. De tal modo que son necesarios esfuerzos tanto de investigación científica como de divulgación para contribuir a la conservación tanto de anfibios como de otras especies basados en el conocimiento de su papel que ejercen en los ecosistemas, incluyendo los ambientes urbanos.
Sapos y ranas pertenecen al orden de los anuros y lo que los diferencia es que al sapo no se le nota su cintura y a la rana sí; además los sapos son de piel rugosa y áspera a diferencia de las ranas que tienen la piel mucho más suave y humectada con una sustancia que parece baba o moco que utilizan para protegerse de enfermedades, hongos e incluso de la deshidratación por exceso de temperatura. Las salamandras pertenecen al orden de los caudados porque tienen una cola; las ranas y los sapos no presentan una cola, excepto durante su desarrollo que es cuando los renacuajos presentan su cola caudal para poderse mover en el medio acuático y para conseguir su comida. Sapos, ranas y salamandras pertenecen al grupo de los anfibios y dentro de los anfibios hay diferentes géneros tanto de ranas como de salamandras pero se podría decir que unos son caudados y otros son anuros. Los anfibios son el único grupo de vertebrados que posee una fase de vida acuática y otra terrestre, dadas sus características biológicas han sido utilizados como indicadores para conocer el estado de salud, conservación y funcionamiento de los ecosistemas que habitan, siendo organismos altamente susceptibles a pequeñas variaciones en sus hábitats por uso de insecticidas, cambios en el clima o condiciones de contaminación en el sitio. Pero también existen otros factores de importancia que mejoran profundamente nuestras vidas y nuestro mundo en incontables formas al proveernos biomedicinas incluyendo analgésicos y antibióticos, o simplemente por ser parte de las cadenas alimenticias, ya sea como depredador de innumerables insectos o como presa de serpientes, aves y mamíferos.
Los anfibios juegan papeles importantes en la cultura humana; la materia que estudia esta área es la Etnobiología y, más específicamente, la Etnoherpetología, una rama especializada en el conocimiento de usos, tradiciones y aprovechamiento de los anfibios y reptiles realizado por las comunidades de manera tradicional, donde los mitos y leyendas son parte fundamental en la percepción de la cultura mexicana. Por ejemplo, en muchos lugares hay determinadas ranas que anuncian la temporada de lluvias, en el momento que cantan se dice que lo hacen para anunciar la llegada de las lluvias o que va a ser una temporada muy fértil. Hay algunas ranas o sapos que son considerados venenosos, llamados “sapos lechosos”, y aquí vamos a señalar otra diferencia entre sapos y ranas: los primeros tienen una glándula que parece un riñoncito detrás del ojo (glándulas parótidas), a diferencia de las ranas que no lo tienen. Esa glándula contiene una sustancia tóxica irritante que los protege de sus depredadores naturales. En muchos casos, por ejemplo en la costa de Oaxaca, hay perros que muerden a estos sapos y terminan en el veterinario intoxicados, no lo emplean para matarlos y después comerlos, simplemente es un mecanismo de defensa ante depredadores naturales, los perros y gatos son especies invasoras que no son sus depredadores naturales y por ello muchos de ellos pueden sufrir por dicho incidente e incluso morir por la gravedad de la intoxicación, aunque es muy raro que suceda; no es una toxina que sea de gravedad para el hombre porque, en primer lugar, nunca tocamos a los sapos.
Existen ranas venenosas en Sudamérica, conocidas cono “ranas dardo venenoso” pertenecen a la familia Dendrobratidae, de las que se han descrito poco más de 200 especies; son ranas pequeñas que habitan en el suelo de bosques y selvas tropicales donde la temperatura y humedad se mantienen estables, se caracterizan por exhibir una piel muy colorida, indicaciones y advertencias de la naturaleza que se trata de una especie venenosa; su veneno suele ser una toxina (batatroxina) que segrega de su piel, y que consiguen al comer algunos insectos que la poseen, especialmente escarabajos. El nombre que reciben estas ranitas se debe a que numerosas tribus amazónicas las utilizan para impregnar las puntas de sus flechas con el veneno de su piel que utilizan para la cacería. Es el uso que se le da a la biodiversidad por el ser humano. También hay un enorme desconocimiento alrededor de ellos, por ejemplo las salamandras, en el centro de México, en particular la familia de los ajolotes –los Ambystomas– son empleados con fines medicinales y de alimento, en algunos sitios de su distribución se mantienen curiosas creencias donde se dice que si una mujer se baña desnuda en el sitio donde vive este anfibio, la penetra en su cuerpo, se alimenta de sus entrañas, generándose una interdependencia entre el ajolote y la mujer, al grado de que esta última puede morir si se le extrae el animal, el síntoma más evidente, según se dice, es el crecimiento del vientre de la mujer infectada como si estuviera embarazada, además de que el ajolote le produce mucho cansancio. El remedio, dicen, es esperar que la mujer duerma en el día, estado que aprovecha el ajolote para salir a asolearse (el sueño, también es inducido por este animalito) momento que se aprovecha para tapar a la mujer e impedir que el ajolote se vuelva a introducir en ella. Y como ya no puede entrar, entonces, cuentan, se azota de coraje hasta morir. Esta historia no tiene un final feliz, pues una vez que la mujer está libre del “parásito”, generalmente, muere. Por la forma en que se narra esta historia, el mito tiene todo el matiz de describir un embarazo no deseado y un aborto clandestino con fatal resultado (Vázquez-Díaz y Quintero-Díaz, 2005, Anfibios y reptiles de Aguascalientes). Esta historia se encuentra en diferentes regiones, y no sólo habla de ajolotes, por ejemplo: en la Mixteca oaxaqueña observamos una salamandra llamada koó naá –la salamandra gigante de Putla (Pseudoeurycea maxima)– que medía 25 o 30 centímetros. Por el sitio pasaba un señor que hablaba en lengua mixteca, algunos de nuestros acompañantes nos traducían lo que decía: “Es un animal maldito, animal del demonio, y yo sería también un demonio por tocarla o atraparla”, cuando en realidad se trata de un animal muy sensible y frágil, ya que todos los anfibios, como lo mencionamos anteriormente, son especies indicadoras del estado de salud del ambiente, más no un animal demoniaco ni con poderes fantásticos.
Este 2014, grupos de conservacionistas ligados al grupo internacional Socios para la Conservación de los Anfibios (Partnes in Amphibian and Reptile Conservation) ha sido declarado como el Año de la Salamandra, y es por ello que nos unimos a esta campaña de divulgación de las salamandras de México y Oaxaca, conjuntándola con la celebración del 28 de abril, Día Internacional de los Anfibios, como parte del seguimiento a las actividades realizadas el año pasado en el Primer Foro para el Conocimiento y Valoración de los Anfibios de Oaxaca. Replicamos los esfuerzos con los temas de conservación y valoración de los maravillosos anfibios mexicanos, organizando el Primer Festival de los Anfibios Oaxaqueños en el cual participaron instituciones como la Escuela de Medicina Veterinaria de la UABJO donde se desarrolló el foro académico, cubierto por 8 investigadores que abordaron temas sobre conservación, medicina de la conservación, taxonomía, biogeografía, políticas públicas para la conservación de especies en estrategias nacionales e internacionales, ciencia ciudadana para el conocimiento de nuestra biodiversidad enfocada a los anfibios, así como temas relacionados a la descripción de nuevas especies en el país y la presentación de carteles con distintas temáticas.
Nuestros ponentes magistrales fueron la Dra. Gabriela Parra Lea, especialista a nivel mundial en salamandras, una autoridad reconocida que ha descrito alrededor de 14 especies, y tiene cerca de unas 30 aun en espera en su laboratorio. La Dra. Parra nos habló sobre la diversidad y conservación de las salamandras de Oaxaca, así como de la enorme importancia que tienen en el ecosistema. El candidato a Dr. Luis Canseco Márquez, reconocido herpetólogo y taxónomo mexicano, quien también ha descrito infinidad de anfibios y reptiles, habló sobre la diversidad de anfibios en México y los estados más biodiversos, entre ellos Oaxaca; él es, sin lugar a duda, un investigador muy destacado de nuestro país y fiel aliado en la divulgación para la conservación. La Mtra. En Ciencias Georgina Santos Barrera, de la UNAM, es asesora de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la organización medioambiental más antigua y más grande del mundo, nos habló sobre los instrumentos de conservación y su eficiencia para preservar la diversidad de la anfibiofauna mexicana, sobre temas de conservación y políticas públicas. La Mtra. Santos Barrera, quien no nada más trabaja en la conservación de anfibios, también genera los instrumentos para garantizar la sobrevivencia y preservación de especies en sitios prioritarios. Lisa Powers, fundadora de la Sociedad Herpetológica de Tennessee, coeditora de Frogwatch, consultora del proyecto Noah y directora de la granja Froghaven, nos habló sobre las salamandras de los Apalaches del Sur y los retos que enfrenta esta área poseedora de una diversidad impresionante de estos anfibios. La maestra en Ciencias Larisa Adriana Chavez Soriano de la UNAM, que trabaja principalmente con patología en fauna silvestre, tomó y envió muestras de enfermedades que pudieran tener muchos organismos, hoy en día causantes del declive de anfibios como lo es el hongo quitridio (Batrachochytrium dendrobatidis) o el problema llamado “pata roja”, generado por una bacteria (Aeromonas hydrophyla) que provoca la mortalidad en masa de adultos y larvas de anfibios, enfermedades que han puesto en riesgo de extinción a muchas poblaciones de anfibios en México y en el mundo.
Participó también el médico veterinario zootecnista –especialista en Medicina de la Conservación– Agustín Álvarez Trillo, director del Herpetario Reptilium ubicado en el Zoológico de Zacango, Estado de México, espacio dedicado también a la conservación de reptiles mexicanos, entre ellos las serpientes de cascabeles. La participación del profesor Fernando Arana, del CIVAC de la UAM-X, sobre la primera reintroducción del ajolote mexicano (Ambystoma mexicanum) en la zona lacustre chinampera de Xochimilco, reporta el éxito de un proceso que llevó más de 20 años en los ejidos de San Gregorio.
El grado de peligro que enfrenta esta especie es la reducción de su hábitat y la introducción de especies exóticas que son liberadas en el lago de Xochimilco como las mojarras, tilapias, entre otros más; también la desecación de este lugar es agravada con el establecimiento de las poblaciones. La peculiaridad de los anfibios es la regeneración de diferentes partes de su cuerpo por lo cual son utilizados para investigaciones que tienen que ver con la regeneración de extremidades en humanos mediante el uso de la biotecnología. El Dr. Carlos Galindo Leal, director de Comunicación Científica de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), nos habló de Ciencia ciudadana, NaturaLista, una plataforma digital de acceso a todo mundo para que puedan subir observaciones del lugar donde se encuentran, plataforma en la que trabajan especialistas como curadores y gente relacionada con colecciones científicas a nivel mundial, que pueden ayudar a la identificación de especies y así arrojar datos interesantes para el conocimiento de la biodiversidad.
En la Biblioteca Andrés Henestrosa se llevó a cabo una parte del Foro Académico, pero también de divulgación por medio del arte, en el que participaron jóvenes artistas, entre ellos, Marcela González Guerrero y su guitarra, quien nos deleitó con su conmovedora música contemporánea, Juan Manuel Pérez Castellanos “El Panda”, músico, cantautor y productor musical, el grupo Ara Macao de sones jarochos encabezado por Gabriel Cruz y Rodolfo García de Coatzacoalcos, Veracruz, quienes hablan en sus refranes de la biodiversidad de México, también estuvo con nosotros el cantautor Néstor Isidro Rincón, originario de Chiapas, autor de la canción Corazón anfibio, y quien fuera ganador del Concurso México, país de las maravillas, cantos y cuentos por la naturaleza, convocado por CONABIO, Asociación Cultural Xquenda A. C. y la Fonoteca Nacional con la canción El llamado y donde además nos acompañó la reconocida cantante oaxaqueña Susana Harp impulsora del concurso antes mencionado, quien además nos ayudó a entregar el reconocimiento como embajadores de la conservación de los anfibios mexicanos a los artistas participantes.
Y en este apartado de divulgación también se organizó, en la BS Biblioteca Infantil, una exposición fotográfica colectiva Centinelas Ambientales: Salamandras donde se conjunta una colección de 50 fotos de cerca de 38 especies de salamandras mexicanas, propiedad de 18 fotógrafos provenientes de 14 estados de la república mexicana. Esta muestra representa cerca del 30% de las 139 especies de salamandras que existen en el país. También se organizó un concurso de dibujo infantil donde se contó con la participación de cerca de 305 dibujos que fueron evaluados en la BS Biblioteca Infantil por un grupo de jueces invitados conformados por artistas de diferentes disciplinas, tanto culturales como biológicas y artísticas que sufrieron a la hora de evaluar las maravillosas obras realizadas por los entusiastas niños participantes; además, se desarrolló un concurso de fotografía nacional de anfibios que fue evaluado por un grupo de fotógrafos de la naturaleza.
Además, se desarrollaron dos talleres de educación ambiental y de decoración de anfibios alebrijes, con la ayuda del maestro artesano Florencio Fuentes Melchor y familia, artesanos originarios de San Martín Tilcajete, Oaxaca, quienes atendieron a 25 pequeños artistas y les mostraron la importancia del arte mexicano. Una parte importante del Primer Festival Oaxaqueño de los Anfibios fue el Ciclo de Cine Anfibios, en el cual se incluyeron 4 documentales, que fueron proyectados todos los sábados del mes de abril, que hablan sobre temas de conservación de anfibios, estos fueron: Vida a sangre fría narrada por David Attenborough de la BBC de Londres; Ranas: La delgada línea verde; la rana desaparecida narrada por Jeff Corwin de Animal Planet y El libro rojo de especies amenazadas: Ajolote, el monstruo del lago, una extraordinaria serie documental de naturaleza producida por Fabricio Feduchy para el Canal Once, una historia en la que fuimos testigos de la verdadera conservación que se realiza para proteger algunas de las especies animales más emblemáticas de México.
Una actividad abierta a todo público fue una rodada en bicicleta por las calles de Oaxaca, organizada con Mundo Ceiba: la Rodada por la conservación de los anfibios. Pero todos se han de preguntar ¿por qué hacemos todas estas actividades por unos simples y quizás insignificantes organismos? Creo que debemos ver más a fondo la enorme importancia que tienen ellos en nuestro entorno.
Las salamandras, en conjunto con las cecilias, ranas y sapos, son vertebrados que pertenecen al grupo de los anfibios. Biólogos expertos en conservación se refieren a ellos como “los canarios en la mina de carbón”, se trata de una de las especias que más rápidamente es afectada por contaminantes del medio ambiente y, como resultado, cuando se notan declives en la naturaleza es un aviso para otras especies, incluyendo a los humanos. Los anfibios también son parte crítica de un mundo saludable y natural. Aparte de su valor intrínseco como una parte hermosa de la naturaleza, son componentes muy valiosos en los ecosistemas naturales, pues juegan un papel importante al aportar una variedad de bienes y servicios ecosistémicos, tales como:
- Su valor ecológico. Juegan un papel muy importante en los ecosistemas naturales ya que están ubicados en el centro de las redes tróficas como suministro de energía y nutrientes para los consumidores terrestres y acuáticos, tales como peces, reptiles, aves y mamíferos. Muchas especies de salamandras que se introducen bajo tierra facilitan la dinámica del suelo, pero también sirven como especies indicadoras de la salud general y el funcionamiento del ecosistema. Son esenciales para mantener el equilibrio de las poblaciones de insectos, ya que actúan de forma natural como un “control de plagas”.
- En la educación e investigación. Las salamandras son especies carismáticas y proporcionan una excelente herramienta de enseñanza para involucrar y educar a la gente sobre la importancia de proteger áreas naturales y de los que dependen muchas especies asociadas. Así también, se sabe poco acerca de muchas salamandras que los investigadores están identificando como nuevas especies. Además, sirven como modelo para el funcionamiento de organismos vertebrados más simples y son de gran valor en la investigación sobre la fisiología humana.
- Tienen un valor cultural importante. A través de los siglos, innumerables leyendas y mitos se han desarrollado en torno a ellas, mismos que están muy arraigadas en comunidades donde se cree que son muy peligrosas, o que resguardan celosamente cavernas, cuevas, o cuerpos de agua, sin lugar a dudas sitios asociados al agua, elemento vital para la vida de todos los organismos.
- Importancia médica, muchas salamandras consumen insectos como los mosquitos y las garrapatas que trasmiten enfermedades como el virus del Nilo Occidental, la fiebre amarilla, enfermedad de Lyme y malaria, y ayudan a mantener los niveles de la población de estos portadores bajo control. En la investigación biomédica la regeneración de extremidades se está estudiando para entender los mecanismos implicados en la regeneración de tejidos para ser empleados en el humano. Sus sistemas hormonales son modelos para los seres humanos. Sus toxinas y microbiota de la piel se están explotando para usos farmacéutico.
Actualmente, estas especies se enfrentan a diversos peligros en los ambientes donde viven, las actividades humanas son de las principales que afectan y reducen sus poblaciones, trayendo consecuencias severas como la contaminación de cuerpos de agua, fragmentación del hábitat, contaminación del aire, desertificación, trasmisión de enfermedades y otros efectos causados por el cambio climático, todo esto aunado a la percepción negativa y equivocada que se tiene de estas valiosas especies.