Cuatro años con Tamayo
El contacto con el arte prehispánico y con las artes populares
me abrió un mundo. De inmediato, descubrí que la fuente para mi trabajo
estaba ahí, en mi tradición.
Rufino Tamayo
Han pasado casi cuatro años desde que el Museo Infantil de Oaxaca inauguró “Las Sonrisas de Tamayo”, nuestra segunda exposición didáctica. Ahora que nos encontramos preparando la nueva muestra que tomará su lugar, nos pareció importante detenernos un momento para recordar y reflexionar sobre el camino andado.
Así como todo lo que hacemos en el mio, “Las Sonrisas de Tamayo” nació del amor por las niñas y niños de Oaxaca, así como del sueño de abrir sus horizontes hacia la riqueza del patrimonio cultural y natural que nos rodea. En 2019, en colaboración con la Fundación Tamayo, arrancamos con una exposición en la que miles de pequeños han disfrutado y compartido –por medio del juego, el descubrimiento y la historia– días llenos de aprendizaje y diversión.
Muchas emociones surgen al hablar de esta aventura de color y patrimonio. Trabajar como educadora del Museo Infantil me ha enseñado qué tan importante es el arte en el desarrollo de la infancia. Y no solo eso. Saber que este es un lugar donde las niñas y los niños pueden hacer nuevos amigos, convivir con sus seres amados, disfrutar de sus abuelitos, acercarse a sus padres e incluso hacerlos parte de sus momentos de alegría son cosas que me llenan de una satisfacción enorme.
Siempre nos motiva ver sonrisas curiosas después de contar la historia del ferrocarril o de narrar algún relato acerca de nuestro querido ahuehuete. Pero, sobre todo, ha sido gratificante acompañar a los más pequeños mientras descubren el trabajo del maestro Tamayo a través del juego. En esta exposición aprendimos sobre formas y colores, pintamos retratos, hicimos grabado y exploramos las maravillas del arte prehispánico. Asimismo, gracias a todos los talleristas que se sumaron al proyecto, expandimos nuestra oferta hacia temas tan increíbles como la historia del cacao, los pigmentos naturales y la mixografía, gracias a esta última experimentamos con diferentes materiales para lograr texturas e impresiones sin igual.
Hace algunos días platicaba con nuestros visitantes sobre el significado que el MIO tiene para ellos. Con mucha alegría y sonrisas en el rostro me compartieron estas palabras:
A mí, me encanta vivir aquí, me siento con mucha energía y florezco cuando juego.
Killari, 5 años
Pintar con las acuarelas me gusta mucho.
Salma, 4 años
El día de hoy es la primera vez que regreso con mis nietos a este espacio. El día de hoy es la primera vez que regreso con mis nietos a este espacio. Es recordar el pasado, cuando viajaba en el tren con mi familia e iba de un lugar a otro. ¡Qué dicha el que las personas se reunieran aquí y en las paradas que hacía el tren durante su recorrido poder comprarle frutas a los comerciantes para nuestros familiares! Ahora, el que lo encuentre siendo un espacio en el que mis nietos puedan jugar y aprender me da mucha alegría.
Teresa Valdés, 80 años
Todavía no estamos listos para contarte todas las sorpresas que estamos preparando. Sin embargo, podemos adelantarte que el MIO seguirá siendo un espacio lleno de color y juego, de arte, alegría y recuerdos.
“Las Sonrisas de Tamayo” dio muchos frutos en esta etapa, y cada uno de los que hemos sido parte del proyecto estamos contentos y agradecidos por la inmensa oportunidad de crecer con él y de aprender a amar más a nuestro estado de la mano de sus niñas y niños.