Creación del ICML
Transcurría el año de 1987 cuando, una vez más, nos reunimos entre los amigos, como lo hacíamos con frecuencia, Alfredo Harp Helú, Antonio Rafful Assam, Antonio† y Emilio Trabulse Kaim. En algún momento de la plática, Alfredo, con su acostumbrada iniciativa, nos hizo una sugerencia maravillosa que nos dejó helados: “¿Qué les parece si, en agradecimiento a México —que tan bondadosamente recibió a nuestros abuelos y padres—, hacemos una institución que sirva para unir a nuestros queridos México y Líbano, a través de la cultura que puede, y es, de hecho, la mejor forma de enlazar a dos naciones hermanas?”. Ya en la actualidad nuestras familias han permanecido en México por más de 75 años.
Obviamente, no se hizo esperar el “Sí” unánime, y comenzamos a darle marcha. Para ello, necesitábamos a una persona más, que tuviera gran entrega e iniciativa. José Slim Helú†, sin duda, fue la persona ideal; y de inmediato dijo “Claro que sí”, y entonces comenzamos a darle sentido a lo que inicialmente fue el Centro Cultural Mexicano Libanés, A. C.
Unos años después, nos dimos cuenta de que se estaba confundiendo nuestra institución con el Centro Libanés, A.C., por lo que decidimos cambiar “Centro” por “Instituto”, nombre que quedó aceptado por los cinco integrantes.
Lo primero que decidimos hacer fue reunir una gran cantidad de artesanías, música, libros, fotos, etcétera, que nos permitieran dar a conocer de forma didáctica lo que es el país de los cedros milenarios. Tony y yo nos dimos a la tarea de hacer un viaje relámpago (por la triste situación que prevalecía) a Líbano, y hacernos de todo lo necesario para tener una institución fuerte, que pudiera mostrar todo, o casi todo, lo que posee ese pequeño gran gigante. Logramos traer lo que habíamos pensado y, a pesar de la guerra que en ese momento atravesaba Líbano, pudimos llegar a lugares en los que encontramos todo lo que nos habíamos propuesto traer. La cultura en ese país es enorme, y siempre ha sido un hito para el desarrollo humano, social y cultural, por ende, instituciones grandes y pequeñas estaban abiertas para brindar lo necesario, culturalmente hablando, para quien lo requiriera. Cuál fue nuestra sorpresa al ver que, a pesar de la situación, todos estos sitios estaban a reventar de personas ávidas de poseer libros o algo que los relacionara con el conocimiento del Líbano.
Regresando a México, nos dimos a la tarea de buscar un sitio en el que pudiera estar físicamente el que entonces sería el Centro Cultural Mexicano Libanés, A.C. Afortunadamente, encontramos un pequeño predio en la Av. Miguel Ángel de Quevedo No. 718, Colonia Del Carmen Coyoacán, en la Ciudad de México. Comenzamos a hacer los arreglos y adaptaciones pertinentes mientras recibíamos la mercancía adquirida en Líbano. Hicimos también los trámites legales para que quedara debidamente fundada esta organización. Al mes, aproximadamente, nuestro agente aduanal nos llamó para darnos la buena noticia de que nuestra mercancía ya estaba en Veracruz y debidamente liberada, misma que, en menos de una semana, estaría en nuestras instalaciones que, para entonces, ya estarían listas para ser acondicionadas y dar inicio al gran proyecto.
Una vez hechos los trabajos de museografía y demás asuntos, y habiendo hecho de antemano una lista de instituciones libanesas y mexicanas que tuvieran relación con Líbano, o bien, que estuvieran interesadas en conocer y llevar a sus respectivas labores algo de lo que es esa enorme cultura, hicimos oficialmente la inauguración en noviembre de 1987. Contamos con la presencia de todas la asociaciones libanesas en México e incluso algunas de Costa Rica, Argentina y Brasil. También nos acompañaron sociedades mexicanas como el Instituto Ítalo Mexicano, la Asociación de Poetas y algunos escritores del barrio del Carmen y otros de la ahora Alcaldía Coyoacán. El C.P. Alfredo Harp, presidente del Instituto, dio la bienvenida a nombre de los fundadores y dio una interesante plática sobre la creación de la institución. El Lic. Antonio Trabulse Kaim, director, dio una pequeña semblanza de lo que es Líbano y lo que nosotros pretendíamos realizar. Dicho acto causó una magnífica impresión en los asistentes, al grado que fuimos invitados por asociaciones relacionadas con ellos para dar conferencias, exposiciones artesanales y organizar diversas actividades. Otros, nos preguntaron si podrían traer a alumnos de diferentes escuelas y asociaciones para visitar las instalaciones y que, acompañados de una pequeña plática sobre Líbano, tuvieran más conocimiento de lo grande que es ese país y las aportaciones que ha hecho a Occidente.
En el transcurrir del tiempo fuimos cambiando y ajustando algunos asuntos, como las presentaciones de las artesanías, conferencias e invitaciones a las instalaciones, todo para facilitar que los interesados en Líbano tuvieran mayor acceso al conocimiento del pequeño (en extensión) país del Medio Oriente.
Al principio, llevamos muestras artesanales y gastronómicas a lo largo y an- cho de nuestro querido México. Poco después, países como Costa Rica, Guatemala y otros, nos pidieron que les hiciéramos presentaciones del mismo rubro. Nuestro director, el Lic. Antonio Trabulse, internacionalmente conocido por sus conocimientos del Cercano Oriente, visitó algunos países para dar conferencias y llevar ponencias a diferentes congresos. Entre otros, fue obviamente Líbano, además de Turquía, España, Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, entre otros países. Posteriormente, realizamos exposiciones fotográficas de libaneses en México y otras actividades, pero eso será motivo de una siguiente colaboración.