Boletín FAHHO No. 25 (Jul-Ago 2018)

“COMO CIUDADANO MEXICANO”

Michael Swanton

UNA CARTA DE ALEXANDER VON HUMBOLDT

Once años y once días después del Grito de Dolores, el Ejército Trigarante encabezado por Agustín de Iturbide ingresó triunfalmente a la Ciudad de México. Al día siguiente, el 28 de septiembre de 1821, el Acta de Independencia del Imperio Mexicano fue redactada en el Palacio Nacional, y así se dio por concluida la guerra por la Independencia de México. Lo que siguió fue la prolongada búsqueda de reconocimiento extranjero de la independencia de México de España. Aunque el Congreso de los Estados Unidos de América rápidamente reconoció la independencia en marzo de 1822, el reconocimiento de Europa implicó negociaciones difíciles de establecer, y luego ratificar, los tratados de “Amistad, Comercio y Navegación”. Estas negociaciones fueron esencialmente un quid pro quo: el acceso a los mercados de México con un trato arancelario preferencial por parte de México a cambio del reconocimiento político por parte del poder europeo. Gran Bretaña fue el primer Estado europeo en ratificar el tratado en julio de 1827. Sin embargo, debido a sus intereses comerciales en México (especialmente en la venta de lino silesiano), Prusia estaba ansiosa por llegar a un acuerdo similar. Dada la importancia del asunto, el Gobierno de Prusia nombró, incluso antes de firmar dicho tratado, a su primer cónsul general en México el 1 de noviembre de 1829, Carl Wilhelm Koppe. 

Dada la importancia de su misión, era vital que Koppe llegara con todo el prestigio diplomático posible. Por mucho, el prusiano más famoso y apreciado en México fue Alexander von Humboldt, cuya expedición científica con el botánico francés Aimé Bonpland a la América española de 1799 a 1804 –de los cuales, el último año transcurrió en México– constituyó el redescubrimiento científico europeo de las Américas. Humboldt fue extraordinariamente popular en México. De hecho, gracias a las gestiones del entonces gobernador del Estado de México, Lorenzo de Zavala, Humboldt y Bonpland obtuvieron la ciudadanía mexicana por un decreto del 29 de septiembre de 1827, en reconocimiento de sus labores científicas en el país. Entonces correspondió a Humboldt escribir la carta de recomendación para Koppe, su compatriota prusiano, para su presentación formal en México.

Sin embargo, Humboldt no estaba en su casa en Berlín en ese momento, por haber aceptado una invitación de Nicolás I de Rusia para explorar los dominios del emperador. Humboldt salió de Berlín el 12 de abril y no regresaría hasta el 28 de diciembre de 1829. Ésta sería su segunda gran expedición después de la hispanoamericana y durante los ocho meses y medio que estuvo fuera de casa recorrió la increíble distancia de aproximadamente 4 000 kilómetros en tierra. Después de haber celebrado su sexagésimo cumpleaños en las laderas asiáticas de los Montes Urales llegó a la ciudad de Astrachan, en la desembocadura del río Volga, en el Mar Caspio, el 12 de octubre. Allí permaneció hasta el 21 de octubre, cuando estaba obligado a acelerar su viaje a casa debido al invierno que se acercaba. Fue durante esa estancia en Astrachan que Humboldt escribió su carta de presentación para Koppe.

Escribió la carta en francés, la lengua de la diplomacia en esa época, con la apresurada letra típica de Humboldt. En la misma carta, el gran explorador explica que su letra es “extraña e ilegible” como consecuencia de la debilidad de su brazo por la humedad de los vientos durante su viaje al Oronoque, un cuarto de siglo antes. Sin embargo, a pesar de su letra y brazo, Humboldt, con su característica elocuencia, se expresa como prusiano y como ciudadano mexicano, lo que indica que no sólo conocía el decreto de 1827, sino que, halagado por ese gesto, asumió una solidaridad personal con el país que fue tan importante para su labor científica.

Gracias a la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, la carta que Humboldt escribió para Koppe en Astrachan, en octubre de 1829, ahora forma parte de los acervos de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova.

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