Boletín FAHHO Digital No. 34 (Ene 2024)

Comales: ceniza + polvo + agua

Mónica Díaz

El comal transforma el maíz y otros productos en alimento, por eso es empleado cotidianamente en la cocina como parte de la cultura material y simbólica de las comunidades: durante muchos años, ha mantenido la tradición que vincula el fuego y el alimento a las mujeres que los elaboran. Es por esta razón que el Centro Cultural San Pablo y Andares del Arte Popular unieron esfuerzos para traer la exposición “Ceniza + polvo + agua”.

El uso dado al comal consiste en el proceso de transmutación de la materia cruda a través de la cocción. Un buen comal debe poseer las siguientes características: alcanzar en su diámetro los dos extremos del fogón, de tal manera que se sostenga y no caiga dentro del mismo; tener una ligera curva cóncava que lo atraviese de lado a lado; así como una textura lisa en la superficie, pero rugosa en la cara que da al fuego.

La elaboración de comales de barro, generalmente, es resultado de un legado transmitido de madres a hijas. Sus experimentadas manos conocen el barro con solo tocarlo, casi intuitivamente saben qué cantidad ocuparán para modelar cada comal. Curtidas e incansables, esas manos siguen amasando el barro con paciencia y delicadeza durante años; persisten en la elaboración de comales y se resisten a olvidar la enseñanza de las mujeres antiguas.

Mujeres que hacen comales

La alfarera busca un lugar fresco, protegido del viento y el sol, para esparcir ceniza de manera uniforme sobre una superficie plana de metal. Luego, moja ligeramente sus manos y coloca una cantidad de barro que extiende poco a poco, como si fuera una tortilla, mientras gira la base.

En seguida, como si sus manos estuvieran pegadas al círculo de barro que ha formado, lo levanta rápidamente y lo pasa al molde que utilizará para terminar de darle forma. Sus dedos se deslizan sobre el barro suavemente y, con la ayuda de un jomate (trozo de jícara), lo va alisando hasta darle el tamaño deseado.

Después hace una lonja (tira larga de barro) para ponerle orilla al comal: lo adelgaza con sus dedos y va recogiendo el barro sobrante, hasta que queda unido todo el material. Este borde servirá para amortiguar el comal en el fogón.

Es un trabajo de tacto, pues la artesana rectifica el grosor del barro presionando con sus dedos la superficie del comal para sentir su uniformidad y su resistencia. Una vez que ha retirado el exceso de barro y el comal queda liso, la artesana lo saca al sol para, después de varios días, meterlo al horno.

Comales que cocieron alimento

Las mujeres que hacen tortillas pasan su vida entre los granos del maíz, el calor del fogón y el aroma de la tortilla cuando se transforma al contacto con el fuego.

Para hacer tortillas, el comal se coloca sobre tres o cuatro piedras, debajo de las cuales se mete la leña para encender el fuego. Las llamas calientan el comal para cocer los discos de masa de maíz que se colocan sobre su superficie y, cuando estos están cocidos, tanto en su interior como en su exterior, se inflan indicando que es momento de voltearlos. Aunque hay quienes dicen que se esponjan porque los comensales ya tienen hambre.

Así, el comal alimenta con la ayuda de las mujeres que tortean la masa; y es sabido por todos que en comal de barro las tortillas se cuecen más bonito.


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