Casa de la Cultura de Tehuantepec: presagio de grandes cambios
Los sismos ocurridos en tiempos difíciles
se interpretaron como presagios de
grandes cambios en la vida cotidiana.
500 años de desastres, crónicas, relatos y estadísticas de sismos en Oaxaca
Diversas causas y naturalezas pueden propiciar la destrucción del patrimonio edificado, entre las más impetuosas y evocadas, los terremotos. La historia ha recuperado momentos de gran relevancia, y algunas veces se acompaña de testimonios todavía vigentes. También en la historia no siempre nombrada –por su condición vergonzosa–, una cantidad cuantiosa de monumentos han desaparecido: el testimonio de generaciones fue borrado y ellas mismas lamentan su desaparición.
Concebir cada uno de estos monumentos y ejemplos arquitectónicos como un ente que no se renueva que no renace ni brota– por su nula capacidad de volver a engranar las manos productoras, materiales y circunstancias que inscribieron la calidad memorial y entrega moral de la que han sido objeto, conduce al hombre a la restauración.
La preservación del antiguo convento en Santo Domingo Tehuantepec, región del Istmo, y el retorno de la población a su Casa de la Cultura –llevada a cabo el pasado mes de agosto–, reflejan una amplísima tarea, además de tomas de decisiones de especialistas en las que se balancearon los cuidados técnicos de una estructura de contrafuertes, muros y bóvedas profusamente decorados y hallados al límite de su resistencia.
La restauración del patrimonio cultural y arquitectónico es un proceso sosegado y convincente, pero con cada restitución se enriquece el significado cultural para la comunidad, se dignifica la calidad constructiva de un inmueble germinado en el siglo XVI –de un convento precedente de gran esplendor–, el funcionamiento y culto divino y, finalmente, también se da voz a los testimonios, poco o nada conocidos, de quienes transitaron por el inmueble en el siglo XVIII, cuando el convento fue entregado al clero secular, así como su devolución y reparación realizadas por los frailes dominicos, hasta llegar al siglo XIX, cuando su uso como cárcel es evocado solo por unos pocos.
Hace cuarenta y cinco años el antiguo convento fue desocupado; siete años después, en 1984, comenzó su reparación para albergar a la Casa de la Cultura Rey Cosijopi, y funcionó durante treinta y ocho años contados, hasta septiembre de 2017, cuando dejó de funcionar debido a los daños presentados por los sismos. En ese momento, la colaboración de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, mediante recursos federales, permitieron llevar a cabo trabajos de estabilización estructural y de pintura en el inmueble.
A partir del 2021 la FAHHO continuó este trayecto, y el pasado mes de agosto entregaron a la población de Santo Domingo Tehuantepec el segundo patio de lo que fue el antiguo convento y las áreas que circundan a este, tales como el pórtico actual de acceso, la sala de profundis, el refectorio, la antigua cocina y capilla.
Aún falta mucho por hacer, pero esta entrega y cada uno de los nodos culturales y devocionales, grandes y modestos monumentos devueltos a su uso, donde se cultiva el quehacer comunitario, son el presagio y la respuesta, de un tiempo difícil que termina y que también debemos honrar.
En algún momento de toda esta labor se nos vino a la mente un fragmento de la oración a San Emigdio contra los terremotos:
Nuestra Señor bendiga esta casa y a todos los que en ella habitamos y nos libre del ímpetu del terremoto.
Te invitamos a visitar la exposición “Casa de la Cultura de Tehuantepec, presagio de grandes cambios”, en el antiguo convento de Santo Domingo Tehuantepec, que se encuentra en los espacios entregados por la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, devuelto al uso y disfrute de la población desde agosto de 2022.