Boletín FAHHO No. 35 (Mar-Abr 2020)

Almácigo

Emiliano Aréstegui

Somos palabras

G. L. 17 años, Santiago Xiacuí, Sierra Norte

El hombre

Un día, una vez un gorila se arrancó los pelos porque tenía calor y cada vez hacía más y más calor y el calor era tanto que era insoportable. El gorila, cansado de las pulgas, las garrapatas y el calor, les pidió a sus hermanos que le arrancaran los pelos. Sus hermanos se tardaron más de dos días en quitarle todos los pelos del cuerpo y mucho lloró el gorila y aunque intentó que le quitaran todos, no pudo más y se dejó los pelos de la cabeza, el pene y la coliflor. Dicen que los hijos de ese gorila nacieron sin pelos y por fuerza de ser distintos aprendieron a hablar distinto. Luego los gorilas pelones tuvieron frío e hicieron sus propios pueblos para cubrirse y luego hicieron ciudades y allá se fueron a vivir. Hay algunos humanos que cuando les crece la barba parecen otra vez gorilas, así le pasa al maestro Emiliano, que ahora no se acuerda de nuestros ancestros y me pidió este cuento para que le recordara. 

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