Breve semblanza sobre los libros que nacen del amor
El pasado 12 de marzo, en el marco del cumpleaños número ochenta de don Alfredo Harp Helú, se llevó a cabo la presentación de dos libros que fueron un regalo para él y, sin duda, para la comunidad libanesa en México: La dulce tinta de Al-Jawater. La familia Helú Atta, libaneses en México y El poder de mis bisabuelos. El primero es una publicación para la cual, la doctora María Isabel Grañén Porrúa dedicó cuatro años a investigar, leer, escribir, reescribir, cotejar, consultar, debatir y, sobre todo, dialogar con el abuelo José S. Helú; mientras que el segundo resulta una interpretación y perspectiva desde los ojos de Mira Harp Grañén, una de las descendientes de don José.
La dulce tinta de Al–Jawater es un libro que se gestó de a poco. Involucró una idea nacida del amor, que luego creció al alimentarse del interés por conocer más sobre la historia de un suceso que dio origen a varias generaciones de personas: la migración libanesa en México. Quienes migran lo hacen para encontrar mejores oportunidades de vida. No por nada iniciamos como nómadas, nuestros ancestros dejaban su lugar de origen para encontrar alimentos y vivienda. Luego, se organizaron en sociedades y los conflictos políticos y sociales, así como los desastres naturales, se convirtieron en los principales motivos para migrar.
El libro de la doctora Grañén Porrúa conjunta historia y literatura. Respalda su investigación con fuentes documentales de primera mano: el periódico Al-Jawater / Las ideas, que era editado por José S. Helú, y otras publicaciones que refieren a este personaje, así como a la vida de los libaneses en México. Aunado a ello, la vena literaria que dominaba al editor de dicho periódico fue la guía que permitió a la autora darle un estilo único a la narración de la que nos hace partícipes a lo largo de veinte capítulos. Se entabla un diálogo entre la investigadora y el personaje, en el que a momentos escuchamos a don José contarnos aspectos de su vida en México en torno a su periódico: su llegada a territorio mexicano, sus primeros intentos de negocios, el nacimiento de sus hijos, las amistades entrañables, su eterno anhelo de volver algún día a la tierra que lo vio nacer…, mientras que la autora delinea con su voz los acontecimientos más relevantes en la historia nacional y mundial: el Porfiriato, la Revolución mexicana, la Gran Guerra, los últimos años del Imperio otomano (1516- 1916), entre los más destacados.
Existen grandes ejemplos de autores que siempre fueron migrantes viajeros en busca de su lugar en el mundo, basta con ver el suceso de los exiliados españoles que hallaron en México un terruño para hacer nacer sus ideas e inspiración, siempre llevando a cuestas la nostalgia por su tierra (Ramón Xirau, Tomás Segovia, María Luisa Elío, Luis Cernuda, Enrique Diez-Canedo, Alejandro Sinisterra, entre muchos otros). Sin embargo, el caso de la Dulce tinta resalta por dos motivos: primero, porque reúne entre sus páginas la experiencia migrante de un pueblo que por siglos había estado bajo la dominación extranjera, mayormente otomana, a partir de un relato con fotografías de esos primeros familiares libaneses asentados en México, muy al estilo de la obra De Líbano a México (1995) —libro igualmente nacido del amor—, y dejándonos sentir la calidez propia de los libaneses, por ejemplo, alrededor de la mesa, como lo hicieran de manera semejante Patricia Jacobs junto con otros colaboradores en el ya conocido Diccionario enciclopédico de mexicanos de origen libanés (2000). En segundo lugar, el peso del lenguaje académico se aligera gracias a la familiaridad con la que María Isabel describe y relata cada hallazgo para transformarlo en una anécdota acompañada de bellos poemas traducidos elegantemente por Nabil Semaan e interpretados por dos grandes poetas mexicanos: David Huerta† y Francisco Segovia.
Por su parte, El poder de mis bisabuelos es un gran ejemplo de que las historias se contagian e inspiran. Mira Harp Grañén también escribió su versión de la historia familiar que, por momentos, escuchaba de su madre cuando seguramente relataba sus descubrimientos durante la investigación. Con una conciencia de escritora que sigue las pesquisas que le darán las palabras adecuadas para narrar, Mira decide darle voz a la otra protagonista de la historia de la familia Helú Atta: Wadiha. Y así, dos obras que surgen de una misma idea, toman caminos distintos para llegar al público. Este segundo libro tiene una edición mucho más cercana a los jóvenes: bellamente ilustrada por Fernanda Narchi Harp, combina la historia y la ficción de una manera armoniosa.
El día de la presentación en el Centro Libanés en Ciudad de México estuvo ambientado por la alegría, los recuerdos y la nostalgia. Don Alfredo Harp Helú dio la bienvenida en la mesa de presentación, agradeciendo la asistencia y, sobre todo, el regalo a la comunidad libanesa en México y a los lectores, aunque principalmente a él y a su familia. Más que una ponencia que otorgara datos fríos de la investigación, la autora alternaba anécdotas con pasajes del libro y lectura de algunos poemas, en árabe en voz de Nabil Semaan y en español interpretados por Martha Trabulse. Estas intervenciones fueron contorneadas por las impresiones y comentarios de Shadi Rohana y Daniel Karam, presidente del Centro Libanés. Se hicieron dos presentaciones más de estos libros, una en el Centro Mexicano Libanés, Puebla, y otra en el Centro Cultural San Pablo, en Oaxaca.
Estos libros generaron una comunidad detrás de su elaboración. Como señalé al inicio, nació del amor, primero, de las autoras por su familia, por la investigación y la literatura; segundo, de los más cercanos colaboradores por amor a su pueblo y sus orígenes: Nabil Semaan y Martha Trabulse; y, finalmente, del equipo editorial: Verónica Loera y Chávez, Bernardo Recamier, Laura Vázquez, Juan Pablo Ruíz, Jessica Santiago y la autora de estas líneas, por amor a los libros.
Si quieres conocer y disfrutar de las páginas de La dulce tinta y Los poderes de mis bisabuelos, puedes adquirirlos en la Librería Grañén Porrúa.