Boletín FAHHO No. 19 (Jul-Ago 2017)

APROPIACIÓN CULTURAL

Hector Meneses

El Día Internacional de los Museos se celebra cada 18 de mayo. Bajo la temática general planteada por los organizadores, Museos e Historias controvertidas: decir lo indecible en los museos, el Museo Textil de Oaxaca organizó un encuentro para reflexionar en torno al plagio, la apropiación cultural y las posibilidades de innovación en el ámbito de la creación textil.

Tanto María del Carmen Castillo, antropóloga que labora en el INAH, como Abigail Mendoza y Román Gutiérrez, artistas textiles de Santo Tomás Jalieza y Teotitlán del Valle respectivamente, hablaron sobre “la copia” como un proceso sumamente antiguo y, en la mayoría de las veces, como parte formativa en el proceso de aprendizaje de tejido en el taller familiar. Este modelo de educación a partir de la copia también se presenta en programas universitarios de diseño, como lo mencionó Claudia Muñoz, de Impacto Textil A.C. Los estudiantes desarrollan su conocimiento a partir de la copia, incluso son celebrados al lograr reproducciones prácticamente idénticas. Estos procesos plantean reflexiones importantes: por un lado, la copia al interior de una comunidad es algo inevitable, pero como lo mencionaron Abigail y Román, la calidad del trabajo realizado por cada quien y el deseo por crear algo distinto permite libertad y reconocimiento en su trabajo. Al exponerse a otras ideas, les es posible desafiar los límites de sus técnicas, como le sucedió a Abigail tras visitar la exposición presentada por el MTO en honor a Justina Oviedo Rangel en 2016. A partir de los lienzos circulares que tejió Justina, Abigail tuvo el interés de explorar ese formato dentro de su técnica de tejido. Cabe enfatizar que inspirarse en una idea y traducirla a un lenguaje propio es distinto a simplemente plasmar la misma idea en otro contexto, como suele ocurrir con los textiles que se mutilan para confeccionar algo más. Por lo tanto, la educación en programas académicos en torno a estos conceptos es fundamental, no solamente en el área técnica del conocimiento, sino en el comportamiento ético y responsable.

Si bien es cierto que la educación es un factor clave, ¿cómo asegurar que se respetarán las creaciones de las comunidades? Durante el evento se explicó que México no cuenta con una estructura que proteja la propiedad intelectual colectiva, pues las leyes en torno a la propiedad intelectual están basadas en los conceptos de inmutabilidad, duración limitada y autoría individual. Esta aproximación impide ajustarse a las necesidades de un patrimonio creado de manera colectiva y que se encuentra en constante transformación por las sociedades que lo crean y resguardan. Existen algunas leyes internacionales que pareciera que podrían poner fin al abuso perpetrado por grandes firmas y empresas (como el artículo 31 de la Declaración de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas), pero no se aplican en la práctica. La revisión de algunos casos puestos en práctica en Colombia, Panamá y Nueva Zelanda también pone en duda la eficiencia de ciertos modelos, como las marcas colectivas y las denominaciones de origen. Iniciativas como Creative Commons, basada en el uso legal y gratuito de información e imágenes a partir de la aplicación de distintas licencias, también tienen limitantes, como lo explicó Nicholas Johnson.

Así pues, Alejandro de Ávila cuestionó la pertinencia de intentar ajustar un sistema existente a las demandas actuales. Ante esto, las autoridades municipales y agrarias del municipio de Santa María Tlahuitoltepec expresaron la necesidad de tomar en cuenta a las comunidades creadoras para desarrollar los modelos y leyes, de tal forma que éstas se originen desde los pueblos indígenas, en vez de ser pensadas por alguien externo para los pueblos. Para ello, explicaron, es imprescindible que los habitantes de las comunidades dejen de ser considerados como “objetos” y se integren como “sujetos”. El lenguaje es sumamente importante y es por ello que hacemos un atento llamado a abandonar el uso de expresiones como “mis artesanas/ os”, como si las personas fueran un artículo más de propiedad.

Es apremiante continuar este diálogo y tener una participación activa de más profesionales en el campo jurídico, siempre y cuando se mantenga un punto de vista abierto y flexible para conocer la realidad que se vive en cada comunidad y los retos a los que se enfrenta el patrimonio cultural de las mismas. Lo que resulta innegable es que mientras no exista un comportamiento ético en la sociedad, conforme sigamos viviendo en un mundo donde la falta de respeto y de consideración con quienes nos rodean sea la moneda corriente para el día a día, las leyes, modelos y sistemas que se propongan no serán suficientes para detener el fenómeno de la apropiación cultural, bello eufemismo para una palabra tan tosca: robo.

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