Boletín FAHHO No. 35 (Mar-Abr 2020)

Año de Beethoven

Fernando Lobo

Su abuelo, también llamado Ludwig, descendiente de campesinos de Flandes, fue maestro de capilla en la orquesta del príncipe elector de Colonia; su padre, Johann, fue tenor y director de la orquesta de Bonn, un puesto privilegiado que acabaría por perder a causa del alcoholismo. Inspirado en la precoz trayectoria del célebre Mozart (cuya vida en ese momento no era tan tormentosa), Johann quiso hacer de su hijo otro niño prodigio. 

Ludwig van Beethoven (Bonn, 1770- 1827), pasó su infancia entre lecciones de piano, órgano y clarinete, dio su primer concierto a los siete años (aunque Johann declaró que tenía seis), y publicó su primera composición a los once. En 1792 se traslada a Viena y dedica vida y alma a la composición musical, a padecer una sordera creciente y a colocar su nombre en la parte más elevada del romanticismo, ese movimiento artístico que valoró las pasiones por encima de todas las cosas. 

Ya que el año 2020 se conmemora el 250 aniversario del natalicio de Beethoven, la Fonoteca Juan León Mariscal lo celebrará agregando a su programación conciertos de cámara con obras del genio de Bonn, entre tríos de violín, violoncello y piano, cuartetos de cuerdas y sonatas para violín y piano. 

Esta celebración se suma a la programación habitual de la Fonoteca, que últimamente ha posicionado al claustro de San Pablo como una de las salas que ofrece música clásica con mayor frecuencia en el país. Ejecutantes locales, nacionales y de otras latitudes se presentan cada semana en el claustro, ofreciendo conciertos de cámara. En ocasiones, lo clásico se complementa con eventos de jazz y rock. 

En el año 2020, la fonoteca y el claustro serán también sede de diversos encuentros musicales: el Festival Internacional de Música de Cámara, el Festival Internacional de Flauta Piccolo de Oaxaca y el Festival de Música de Cámara de la Mixteca. 

Puede decirse que, gracias a ciertos mecenazgos burgueses, Beethoven fue el primer compositor europeo que logró realizar su obra sin formar parte de la servidumbre en las cortes de la nobleza. Es célebre la anécdota en la que, al cruzarse con la emperatriz María Luisa de Austria, se caló el sombrero y siguió su camino sin inclinarse. Ludwig van Beethoven es un caso aparte en la cultura alemana. Vale la pena el homenaje.

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