A veinte años de un campeonato improbable
Las primeras dos temporadas de los Diablos Rojos en el Foro Sol fueron emocionantes, pero con finales que rompieron el corazón de sus seguidores. Después de salir como campeones del Parque del Seguro Social, los escarlatas no pudieron validar el título en su nuevo domicilio y, aún peor, cayeron dos veces consecutivas ante sus acérrimos rivales, los Tigres de México.
Para definir al mejor equipo del año 2002, el destino beisbolero volvió a poner a felinos e infernales en otra serie titular; las cosas no parecían haber cambiado demasiado. Tras los primeros dos encuentros en la Ciudad de México, el compromiso se fue a Puebla, nueva sede del equipo bengala, empatada a un juego por equipo. La Angelópolis tenía asegurados tres intensos desafíos.
Dos descalabros al hilo en el Estadio Hermanos Serdán pusieron a la Pandilla Roja contra las cuerdas y sin mínimo margen de error. Bernardo Tatis y sus muchachos no estaban dispuestos a que sus archirrivales obtuvieran el segundo tricampeonato en la historia de la Liga Mexicana. A menos de cien metros del estacionamiento del estadio poblano, y en pleno autobús de los Tigres, un grito del Potro Isaías Rincón rompió un inquietante silencio. “¡Ahora sí, llegó la hora, cada uno haga lo suyo y nos vemos en el Foro Sol!”.
Mientras la champaña se enfriaba en el vestidor bengalí, Alfredo García tuvo una de esas famosas actuaciones de inspiración y logró extender el compromiso para lo que serían dos juegos de locura en la capital del país. Aún llamada por muchos como la “Guerra Civil”, el regreso de la serie final a la Ciudad de México provocó avalanchas de personas desesperadas por un lugar en el Foro Sol. En los siguientes doce años de aquel coloso, no se repetirían las entradas registradas para los juegos seis y siete. La efervescencia por el Rey de los Deportes se había renovado.
Es seguro que quienes vivieron aquel fin de semana aún deben recordar esos dos últimos choques de la final soñada y cuarta consecutiva. Los Diablos habían logrado cambiar el momento anímico de su lado y salieron decididos a completar la obra. El sábado 31 de agosto, los Rojos batallaron para conseguir el triunfo que obligaría a un séptimo y definitivo encuentro, superando a los Tigres 8-6 con la victoria para el cerrador, Bienvenido Rivera, y el salvamento para un abridor, Ed Vosberg. Los papeles se invirtieron, pero ya no había tiempo para contemplaciones.
Septiembre llegó con un medio día pletórico que anunciaba un juego de antología: azules y rojos se jugaban el todo por el todo en nueve innings. Volteretas, ademanes subidos de tono, reclamos a los umpires, pasión en el terreno y nerviosismo en la tribuna fueron la constante de un juego frenético que, como dicta la tradición, rescataron los Diablos Rojos cuando la causa parecía imposible. Con tres triunfos consecutivos, la Marabunta Roja se coronó por primera vez en el Foro Sol, pavimentando el camino para lo que se convirtió en un bicampeonato y el primero de cuatro títulos en el también conocido “Estadio de los Hermanos Rodríguez”.