Boletín FAHHO Digital No. 53 (Ago 2025)

A ras de tierra y a cielo abierto

Marla Ramos / Isabel González
Piezas de barro de la maestra Teresa y el maestro Rufino. Fotografías: Acervo de Andares del Arte Popular

Tierra Caliente —perteneciente al municipio de Tamazulapan del Espíritu Santo, ubicado en la Sierra Mixe de Oaxaca— es una comunidad alfarera y ceramista que ha visto crecer a varias generaciones de alcalleres. Ahí nacieron Teresa y Rufino Cruz Jiménez, quienes pertenecen a la tercera generación de ceramistas y alfareros en su familia. Fue su madre, Ernestina Avela Jiménez, quien les dio la vida dos veces: una por medio de su propio cuerpo y otra mediante el barro, porque fue ella quien les transmitió su noble oficio como una fórmula para sostener con dignidad sus propias vidas y, en consecuencia, la de sus hijos, pues esta actividad ya ha alcanzado a una cuarta generación.

El maestro Rufino recuerda las enseñanzas de su madre en el taller familiar; la venta en los domingos de plaza en Tamazulapan; los caminos a pie con las piezas en la espalda para llegar a los pueblos cercanos y su salida del pueblo para lograr vender en la ciudad. Al llegar a la ciudad de Oaxaca, alrededor de 1990, Rufino tuvo que aprender otras técnicas y despertar la creatividad para posicionar sus obras en un nuevo mercado. Así, a las piezas de uso doméstico —jarra cafetera, patojo para frijoles y ollas para tamales, principalmente— se sumaron las de uso ornamental. Entre estas últimas sobresalen las ollas y los candelabros con múltiples bocas, una innovación de su esposa, Soila Rodríguez, quien aprendió de doña Ernestina la elaboración de cazuelas muy grandes.

Esta transformación permite apreciar cómo el arte popular no es inamovible, cómo la preservación de la tradición requiere del cambio y de la creación innovadora para suceder. El arte popular se muestra, de esta manera, como un reflejo inevitable de los cambios sociales, culturales y económicos de una comunidad. La maestra Teresa reconoce la importancia de la innovación en su propia labor como una estrategia para permanecer vigente, con el fin de preservar una tradición y las obras sobre las que esta se asienta. Ya sea que se trate de una pieza novedosa o antigua, nos hace ver que cualquier obra artesanal guarda un lugar importante formando parte tanto del entorno y las actividades cotidianas como del ámbito simbólico de la fiesta y la cultura.

Aunque Teresa y Rufino Cruz Jiménez han formado sus propios talleres familiares, ambos se levantan sobre la cerámica y la arcilla. Cada materia utilizada en un proceso completamente artesanal es proporcionada por su entorno natural: arcilla, barro, olote para moldear, hojas de árbol para conseguir los acabados y piedras de río para pulir. La quema o cocido de las piezas se realiza a ras de tierra y a cielo abierto con leña de ocote. Es en este momento cuando las obras adquieren unas manchas negras, las cuales se convierten en pigmentos decorativos accidentales, sellos particulares que no hacen otra cosa que embellecerlas.

Debido a la calidad y peculiaridad de sus obras, estos dos grandes artesanos han conseguido el reconocimiento en concursos nacionales y estatales como maestros del patrimonio artesanal, específicamente como ceramistas y alfareros, en los cuales han participado con piezas tradicionales o innovadoras, e incluso con nacimientos y juguetes. La maestra Teresa Cruz y su familia figuran en el directorio de Grandes Maestros del Arte Popular.

Es el lazo hereditario ancestral y la conexión con la tierra que la cerámica propicia, el motivo que ha impulsado a la maestra Teresa y al maestro Rufino a dotar de significado su labor. Ambos confían en Andares del Arte Popular como una plataforma que, comprendiendo tal significado, no solo posibilita la venta de sus obras, sino que impulsa la difusión y el conocimiento de estas para poner en valor una tradición que late desde las entrañas de la tierra y toma forma a cielo abierto.


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