Boletín FAHHO No. 34 (Ene-Feb 2020)

Cartas en mixteco para monstruos

Alan Vargas

Este año tuve el privilegio de colaborar con un proyecto muy lindo, en la BS Casa de la Cacica, de San Pedro y San Pablo Teposcolula: la publicación de Cartas en mixteco para monstruos

La BS Casa de la Cacica se encuentra en un inmueble que, precisamente, fue la casa de una cacique mujer durante el siglo XVI: doña Catalina de Peralta. Con los años, la historia se olvidó, y la gente de Teposcolula se refería a ese edificio en ruinas como “La Casa del Bijarro”, por estar construida con piedra bijarro, muy común en la región. Ya en esta década, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca la restauró y la convirtió en una biblioteca especializada en niños y jóvenes. En ese espacio, una mezcla de arquitectura prehispánica y textura natural, se desarrolló el proyecto. 

Como primer movimiento (usando una metáfora musical), la maestra Elodia Bautista impartió un taller para el aprendizaje de mixteco a niñas y niños de entre ocho y once años. Después, para el segundo movimiento, el mismo grupo tomó un taller de escritura de poesía que tuve el gusto de impartir, llamado La lengua de las nubes. En el proceso, las y los niños escribieron poemas que, en el tercer movimiento, fueron traducidos al mixteco en sesiones conjuntas con la maestra Elodia para, al final, publicar un libro con los poemas y sus respectivas traducciones, así como las ilustraciones que los mismos autores realizaron. El proyecto vivió su rondó con la presentación del libro Cartas en mixteco para monstruos, poesía bilingüe escrita por niñas y niños de Teposcolula, durante el mes de diciembre de 2019: el día 6 en la BS Casa de la Cacica y el día 14 en la BS Xochimilco en la ciudad de Oaxaca. En el libro participan Ángel Zambrano López, Giovanni Miguel Palma, Paulina González Hernández, Ximena León López, Karla Paola Hernández Hernández y Aisha Cruz Verde. 

Todos los sábados que llegaba a Teposcolula y subía un pequeño empedrado para encontrarme de frente con la Biblioteca, los niños ya estaban atentos en la puerta esperándome. “Ahí viene” escuchaba entre gritos y risas mientras salían corriendo a mi encuentro. Su gratitud y frescura es inmensa; el primer día, al terminar la sesión, arrancaron a buscar chepiches silvestres entre el pasto que rodea a La Cacica, cortaron algunos y volvieron diciendo: “Mire maestro, se come”, al mismo tiempo que masticaban la hierba. Llegué a mi casa con un ramillete de chepiches del tamaño de un girasol. 

De todas las enseñanzas que adquirí de ellos, quizá las más significativas fueron las que tienen que ver con la poesía. Diseñé el taller haciendo una selección de lecturas y ejercicios, pero pronto me di cuenta de que lo único que estaba logrando era imponerles una forma de hablar y, por tanto, de escribir. Lo que de verdad tenía que hacer era escucharlos, no hacía falta enseñarles nada. Ellos hablan la poesía como su lengua materna. Cambié de método. Nos pusimos a jugar, nos fuimos de excursión, hicimos ejercicio y, al final, les pedí que escribieran lo que les pasara por la mente: qué sintieron, cómo se la pasaron, de qué se acuerdan, qué les gustaría hacer; el resultado fue impresionante.

En una ocasión les pedí: imagínense que están en otro país donde nadie los conoce y les preguntan, ¿cómo es su amigo que tienen al lado? Karla escribió sobre Geovani: 

Es del tamaño de un arbolito 
es muy travieso 
tiene su playera menos oscura 
cuando el cielo está nublado 
tiene su cabello un poco de militar 
siempre le gusta estar con el 
maestro y siempre queda muy sucio. 

Modo injalulu ga intitu lulu 
guisi travieso 
te nevajin in sunu 
ga ndeyu un ga ovigo tenevagi ichi 
go militar te yogui cojín tescuaa 
ge guisi sade gaña tu obide 

Otra vez, fuimos a Tandaa, un cerro donde nace el agua. Los antiguos mixtecos celebraban sus casamientos en ese lugar por considerarlo sagrado, a la vuelta Ximena escribió: 

Yo me acuerdo cuando fuimos a Tandaa 
estuvo muy padre 
la parte que me gustó más 
fue cuando nos mojamos 
la parte más cansada 
fue cuando subimos las escaleras 
venía con nosotros don Pedro 
de regreso 
encontramos una culebra muerta. 

Masa nacasa ganigasa Tandaa 
Te fuisi vi ni go nu niyosa 
gu gani jichisa 
nduted te ni 
cuitasa jani 
jincasa un escalera ni na tio 
quisan jin don Pedro 
te nicajinsa 
in ko’o janijiti. 

Otro día les pedí que llevaran sus juguetes favoritos, Geovanni escribió sobre el carro de Ángel:

El carro de Ángel es de metal 
color rojo 
su cristal es de amarillo 
como una flor 
como un carro 
como una casa. 

Te carro chinani Ángel de metal 
akuá 
su cristal de ku’a 
modo in ita 
ji in carro 
jin in ve’e 

El criterio para la edición del libro fue, salvo correcciones ortográficas, no cambiar nada. Los textos aparecen tal y como los autores los escribieron: la poesía en los niños es natural, la desaprendemos con los años y tratamos, con todas nuestras fuerzas, de volver a ella. 

Quiero agradecer a dos personas sin quienes el proyecto no hubiera sido posible: Noemí Hernández, quien coordinó la logística del proyecto y además es la responsable de la BS Casa de la Cacica, y a Freddy Aguilar, director de la red de Bibliotecas BS e incansable promotor de la poesía. 

*Si quieres descargar el libro de forma gratuita, te invitamos a buscarlo en el apartado de “Libros” en la categoría de “Publicaciones” de esta página.

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