SOMOS TRABAJADORES DEL ESPACIO POTENCIAL
El pensamiento del pediatra y psicoanalista Donald Winnicott acerca de la creatividad es uno de los más potentes y esperanzadores que se pueden encontrar en las teorizaciones sobre la primera infancia. Plantea que el hecho de sostener, papel fundamental de los padres y cuidadores, representa la posibilidad para el bebé de ingresar al territorio de la creatividad y con ello al juego y al pensamiento. Sostener es ayudar a interpretar el mundo, calmar las ansiedades, arrullar, colaborar para entrar en el lenguaje, dar cuidados apropiados y amorosos a tiempo, disponerse a jugar, proteger y envolver afectivamente.
Para la continuidad del ser, se requiere el desarrollo psíquico y saludable del bebé, para que pase de una dependencia total a cierta autonomía creciente. ¿Y cómo se logra? La respuesta, según Winnicott, es con sostenimiento. Existe una zona intermedia de experiencia entre el mundo externo y el interno a la que le denomina “fenómeno transicional” que vincula a la fantasía y a la realidad en una misma unidad en cada ser humano. Considero que todos seguimos transitando por estos fenómenos, que son algo del ser, es algo ontológico. Cada vez que nos acercamos a nuestras fantasías y nuestras realidades estamos viviendo nuestros fenómenos transicionales.
Winnicott propone acercar a los bebés a sus procesos creadores, como aquellos que permiten al niño construir sus relaciones con los objetos de cultura, de juego e independizarse. Es categórico cuando señala las perturbaciones en los procesos creadores de la ilusión. Cuando un ser maternante (padre, madre, abuelos, cuidadores) no brinda dicho sostenimiento, no se logra la construcción psíquica temprana. Y aquí inician algunos de mis cuestionamientos: ¿si no se logra en esta etapa, qué le puede suceder al bebé, lo puede construir de manera resiliente en otro momento de su vida, en otra oportunidad de sostenimiento, tal vez a los 6, 8 o 12 años? ¿O lo que no se construye no se repara después? ¿La calidad de la reparación qué tanto le aporta?
Para Winnicott, al niño le parece caótica la percepción del mundo, y continúan mis interrogantes, ¿cuántos seres adultos cercanos al bebé somos conscientes de esta situación? Yo recuerdo no haber percibido esto de manera tan clara, objetiva y fundamentada como después de leer La creatividad y sus orígenes; entre el juego y los vínculos tempranos, y quedar convencida de que todo lo que hice como madre y cuidadora de mi hijo, lo hice por instinto y amor, pero no consciente de este caos que él vivía y que hacía determinante mi sostenimiento y el de los seres que estábamos cerca.
Cierro con un par de citas: “Lo que hace que el individuo sienta que la vida vale la pena vivirse es, más que ninguna otra cosa, la percepción creadora”. Por eso, como lo cita María Emilia López en el Diplomado Arte, Juego y Lectura, que se lleva a cabo en la Biblioteca Vasconcelos en la Ciudad de México: “Nuestra responsabilidad de trabajo es: permitir y sostener la ilusión, ofrecer experiencias lúdicas y culturales para los niños, para sus familias. Somos trabajadores del espacio potencial”.