Villancicos de Sor Juana
En 1691, la imprenta de Diego Fernández de León publicó Villancicos con que se solemnizaron en la Santa Iglesia y primera catedral de la ciudad de Antequera, Valle de Oaxaca, los maytines de la gloriosa martyr santa Catharina, obra de sor Juana Inés de la Cruz. La impresión fue pagada por el canónigo Jacinto de la Hedesa Verástegui, sobrino del entonces obispo antequerano Isidro Sariñana y Cuenca, quien, por la muerte del rey Felipe III en 1666, había escrito Llanto del Occidente en el ocaso más claro del sol de las Españas.
Nacido en la década de los cuarenta del siglo XVII, en Puebla de los Ángeles, Jacinto de la Hedesa estudió artes y teología en la Real Universidad de México y en 1674 se mudó a Antequera del Valle de Oaxaca para asumir una canonjía en la catedral sureña, gobernada por fray Tomás de Monterroso. El gobierno episcopal de Monterroso se caracterizó por una constante tensión con el cabildo catedral, que no terminó con su muerte, pues, tras ella, los canónigos, incluido De la Hedesa, fueron acusados de haber robado bienes del mitrado cuando este agonizaba.
De la Hedesa Verástegui era muy devoto de santa Catarina, tanto así que financió la reedificación de su templo en el pueblo de Xalatlaco, a cuyos habitantes nahuas les ministraba en su idioma. El cabildo de Antequera ponderaba así al canónigo: “No es posible expresar con palabras a Su Majestad lo mucho que queremos a este sacerdote, que es como nuestro padre, nuestro amparo y bien hechor; dígalo nuestra iglesia de Santa Catarina pues no sólo [la] ha tomado a su cargo porque es muy devoto de la santa, al hacerle todos los años una gran fiesta en su trecenario y día, donde gasta mucha pólvora en fuegos, en luminarias, mucha cera en el altar y muchos regalos en los ministros del altar y predicador, sino que viendo que nuestra santa iglesia tenía muy maltratado el presbítero, trató de derribarlo y reedificarlo”.
Entonces, no resulta extraño que De la Hedesa pagara la publicación de los villancicos escritos por sor Juana Inés de la Cruz, a quien debió conocer cuando vivía en la ciudad de México, para los maitines de la que fuera la primera iglesia de Antequera: Santa Catarina, hoy en día San Juan de Dios.
En la dedicatoria de la obra, De la Hedesa destacaba el carácter intelectual que se le atribuía a la legendaria mártir, y seguramente veía un símil entre la santa y sor Juana, por ello debió encargar que la jerónima escribiera la obra en cuestión. Cabe destacar que sobre estos villancicos el investigador Elías Trabulse ha realizado un interesante estudio en el que sor Juana hace, en clave alquímica, una “exaltación extraordinaria de la feminidad” frente al desagravio antifeminista que encabezaban su propio confesor Antonio Núñez de Miranda y, evidentemente, otros hombres religiosos de la época, como Pedro de la Vega, autor de la obra La Rosa de Alejandría, que destacaba el “varonil principio” de la sabiduría de las mujeres.
Sor Juana respondió versando el episodio de la santa ante los sabios egipcios:
De una mujer se convencen todos los sabios de Egipto Para prueba de que el sexo No es esencia en lo entendido Nunca de varón ilustre Triunfo igual habemos visto Y es, que quiso honrar en ella Dios el sexo femenino.
No debe olvidar el lector que al estudiarse las obras literarias o plásticas es necesario poner atención al contexto en el que fueron realizadas y a quiénes las comisionaron, pues así es posible entender la sociedad de aquel momento. El tema da para más, sin embargo por ahora nos limitamos a destacar el patrocinio de la obra, a manos de Jacinto de la Hedesa Verástegui, pero también compartir con los lectores la existencia de la obra de sor Juana.
Un ejemplar de los Villancicos se encuentra resguardado en el acervo de la Biblioteca John Carte Brown Library, con quienes estamos agradecidos por las imágenes de la obra que nos fueron proporcionadas.