Resiliencia y museos
Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas cambiantes, ese montón de espejos rotos
Jorge Luis Borges
Ser resilientes como lo dice la escritora y presidenta del Consejo Internacional de Psicólogos, Edith Grotberg: “La resiliencia se entiende como la capacidad humana universal para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas”. Por otro lado, etimológicamente, resiliencia viene del latín resilio que significa ‘volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar’. Podríamos decir que es “saltar ante la adversidad”, que la amenaza que sentimos se transforme en un impulso para dar un salto y volver a colocarnos, en resumen: reconstruirnos.
Muchos museos y comunidades están resintiendo el impacto del COVID-19. Según datos de la UNESCO, se estima que el 90% de los 60 000 museos del mundo se han visto obligados a cerrar total o parcialmente sus puertas, salvo los museos de España que recién están abriendo nuevamente, con protocolos muy estrictos. Los museos más afectados son los pequeños y privados, porque en su mayoría se financian con sus propios ingresos; algunos, tomando decisiones de recorte de personal o la más drástica, el cierre definitivo, incluso los museos comunitarios, con economías frágiles, y que se financian con recursos públicos y/o donativos.
Sin embargo, actualmente se ha visto que la cultura contribuye al bienestar social. Ante la actual contingencia muchas instituciones culturales han difundido y creado contenidos en línea y gratuitos, con el fin de hacer un acompañamiento y seguir aportando dicho bienestar. Y frente a este reto y amenaza, los artistas, gestores y trabajadores culturales confrontan pérdidas económicas que ponen en riesgo el derecho a la cultura de todos como ciudadanos. Museos y espacios culturales independientes, como la FAHHO, participan en la activación de las economías locales, manteniendo el empleo de sus trabajadores y apoyando a artesanos. Por otro lado, museos como el Brooklyn Museum (New York, EE.UU.) han apostado por crear espacios de encuentro virtual, tal como lo comentó Mónica Mariño en un webinar (seminario digital) del Instituto de Investigaciones Museológicas y Artísticas (IIMA), donde hacía referencia a que “existe una gran necesidad de volver a reunirnos, si fisicamente no podemos, habrá que hallar esos nidos de concentración y encuentro digital”. Por ello, su programa y contenidos digitales se han enfocado principalmente en satisfacer las necesidades de su público, usando las diferentes plataformas disponibles en la red para cada rango de edad. Por ejemplo: Instagram concentra al público más joven; Facebook a familias y así sucesivamente para cada caso.
Otro gran ejemplo, en México, es el Centro de Ciencias de Sinaloa, a través del Fab Lab del Museo Materia, quienes están produciendo distintos insumos médicos en 3D, como mascarillas, caretas y boquillas para respiradores mecánicos, los cuales serán donados a personal médico que atiende a enfermos con COVID-19, y que además han invitado a través de sus redes sociales, a foros mundiales de makers a unirse a esta acción y trabajar de manera homologada.
En nuestro país, a principios de 2020, surgió una iniciativa plural e independiente, con la finalidad de dar voz a profesionales de museos de todo el país: ProMuseos. El 25 de mayo de este mismo año, el Frente ProMuseos ejecutó su principal acción ante la crisis actual: envió una carta al presidente de la república con peticiones muy claras y puntuales sobre rescatar el patrimonio cultural, artístico y científico, para continuar con esta labor social. El principal objetivo de esta iniciativa es poner en alerta sobre la gravedad de la situación actual de los museos y visibilizar las contribuciones al bienestar social y educación no formal. Sin duda, los creadores y artistas han encontrado otros canales para la difusión de sus contenidos, el arte, sus demandas o necesidades. Las instituciones están partiendo de la resiliencia individual a la colectiva o comunitaria.
Quizá nuestro trabajo sea de acompañamiento en esta crisis, ayudar a tejer redes de contención, pero también, y más importante: reflexionar. Afrontar acciones para reconstruir juntos nuestros espacios, para comenzar a trazar nuevas políticas culturales que nos ayuden con la gestión de nuestros espacios.