Boletín FAHHO No. 24 (May-Jun 2018)

CARTILLAS EN LENGUAS INDÍGENAS DEL CONVENIO SEP-ILV

Demián Ortiz Maciel / Michael Swanton

Ante los complejos procesos del México posrevolucionario, el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940) impulsó polémicas políticas públicas como la nacionalización del petróleo, nuevos equilibrios con la Iglesia católica y la educación socialista. En esos frentes encontró un inesperado aliado en William Cameron Townsend, misionero protestante estadounidense que tuvo la iniciativa –novedosa para su tiempo– de traducir la Biblia a lenguas indígenas.

La aparente contradicción con los valores nacionalistas, socialistas y laicos del cardenismo fue superada por objetivos comunes. En el gobierno prevalecía el indigenismo, postura política e intelectual que busca la incorporación de los pueblos indígenas al Estado moderno, y que en ese entonces veía a la diversidad cultural y lingüística del país como obstáculo para el desarrollo. Había quienes proponían la castellanización directa, pero prevalecieron opiniones que consideraban más efectivo y benévolo alfabetizar primero a los hablantes de lenguas indígenas en sus propios idiomas. Justo en eso tenían experiencia Townsend y su equipo, quienes apoyaron ésa y otras políticas desarrollistas y nacionalistas del gobierno.

Surgió así el Instituto Lingüístico de Verano (ILV), institución religiosa dedicada a la lectoescritura en lenguas indígenas, cuyo nombre remite a sus sesiones veraniegas de capacitación. Con Cárdenas, y en las siguientes administraciones, el ILV desarrolló una relación de mutuo beneficio, pues el gobierno mexicano estaba comprometido con la educación bilingüe pero carecía de propuestas educativas y capacidades operativas adecuadas. El personal del ILV aprendía y describía las lenguas, desarrollaba procesos y materiales de alfabetización con temas laicos y también le era permitido concretar su principal misión religiosa: dar acceso a la lectura de la palabra de Dios en las diferentes lenguas indígenas.

En 1951 se formalizó un convenio entre el ILV y la Dirección General de Asuntos Indígenas de la Secretaría de Educación Pública. El ILV se comprometió a capacitar a maestros bilingües y a desarrollar cartillas y otros materiales en lenguas indígenas para promover la lectoescritura y fomentar valores patrióticos, educativos, desarrollistas y morales. A cambio, el gobierno facilitó la estancia y el trabajo de los misioneros. Tareas similares fueron desarrolladas por el ILV en muchos países.

En la década de 1970 una nueva generación de antropólogos, influidos por el desencanto ante el gobierno tras la masacre de Tlatelolco, empezó a criticar aspectos del indigenismo precedente, entre ellos la labor del ILV, por considerar que fomentaba la pérdida de valores culturales de las comunidades y causaba divisionismo. En 1979 se dio por terminado el convenio, pero el ILV continúa trabajando en México hasta el presente. Su labor forma parte central de casi cuatro décadas de políticas lingüísticas del Estado mexicano. Aunque polémica por sus aspectos religiosos, resulta esencial conocer la labor lingüística del ILV para analizar sus aportaciones y desaciertos y para conocer la historia de la escritura en lenguas indígenas en el siglo XX.

La Biblioteca de Investigación Juan de Córdova cuenta con una colección de más de 1 300 cartillas de alfabetización del ILV, de la cual unas 570 son del periodo del convenio SEP-ILV. Cuenta también con ejemplares raros por su antigüedad y escasez, pues se publicaban en tirajes muy pequeños.

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