XV ANIVERSARIO
Navegar es necesario, vivir no es necesario.
Con esta frase –que pronunció Pompeyo frente a los marineros con el fin de “transformar su temor en arrojo”– Juan Manuel Herrera inició la charla que dedicó al gran fotógrafo recientemente fallecido, Michel Zabé, en la ceremonia del festejo de los quince años de Adabi de México. Tal como lo hiciera Pompeyo, Herrera nos llevó a navegar hacia Adabia, la utopía, el lugar que no existe y, sin embargo, se mueve. Aquella isla construida con el esfuerzo y la constancia en el trabajo, que ha significado un cambio radical en el manejo de los archivos y bibliotecas del país.
Siguiendo a Helena González Herrera, utilizó la metáfora del navegar como aquella “que habla de la necesidad de entrega del individuo a un fin mayor”. Nos habló de históricos navíos y tristes naufragios que ejemplifican a la perfección la pérdida irreparable del patrimonio histórico y cultural. En 1884, “el vapor, que llevaba la preciosa carga destinada a dar brillo y esplendor al pabellón mexicano en la Exposición Universal de Nueva Orleans, se incendió y se hundió en la Habana, Cuba, y todo lo que llevaba a bordo se perdió”, nos cuenta Herrera de aquella fabulosa colección reunida por la Comisión Geográfico-Exploradora dirigida por Agustín Díaz, cartógrafo destacado que detalló el inventario de lo perdido en aquella ocasión. Pero Juan Manuel nos recuerda que: “Sin embargo, se trataba del nombre de México, y ante esta consideración se resolvió hacer toda clase de sacrificios para reponer en lo posible el desastre; se convirtieron en colectores la mayor parte del personal y con la actividad desplegada en tres meses de campo, pudo formarse una nueva colección mucho más reducida en número, pero con la variedad suficiente para poder lucir en la exposición. La comisión procedió con tal tino que… logró alcanzar el primer premio concedido a México”.
Al seguir a Juan Manuel Herrera, la reflexión se dirigió necesariamente hacia tres temas: traer al presente los casos de pérdidas irreparables –como el de Brasil hace apenas unos cuantos días, pero también las inundaciones y la destrucción de diversos archivos y bodegas de museos en México–; la importancia del trabajo de un equipo apasionado por mantener y conservar el patrimonio, y por último, el tema del “nombre de México”. Todos ellos están relacionados con el quehacer y compromiso de Adabi, el barco mágico: “Ése es el territorio por el cual hoy celebramos a Adabi, una gran bujía luminosa, un navío que en una travesía fantástica y en muchos sentidos heroica, se ocupa desde apenas ayer, es decir, desde hace quince años, en rescatar en su derrotero numerosos acervos cuya escala temporal se mide en siglos. […] Sabemos que en 2003 fue cuando la conversación amistosa entre don Alfredo Harp Helú, la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, la Dra. Stella González Cicero y el maestro Jorge Garibay imaginó una utopía: rescatar la memoria documental y bibliográfica de México”.