FRAY JUAN DE CÓRDOVA
Gran parte de la vida de fray Juan de Córdova, pionero del siglo XVI en el estudio del zapoteco, sigue siendo un misterio. No se conocen fuentes que nos digan el año o el lugar de su nacimiento. Tampoco sabemos cuál fue su apellido patronímico antes de adoptar el toponímico de “Córdova” (lo escribía él con v). Por tanto, tenemos que confiar en los cronistas dominicos como fray Hernando Ojea (Historia religiosa de la provincia de México de la orden de Santo Domingo, 1608), fray Alonso Franco (Historia de la provincia de Santiago de México, 1648) y fray Francisco de Burgoa (Geográfica descripción…, 1674), quienes proporcionan la información en la que gran parte de la biografía de fray Juan de Córdova está basada.
Según estos cronistas, Juan de Córdova fue militar y noble antes de convertirse en fraile y gramático. Por ser parte de la nobleza, recibió una educación en gramática, artes y teología, por lo que tenía que leer y hablar latín. Una vez entrado en el ejército, Córdova fue alférez de la compañía de los Guzmanes, lo cual sugiere, efectivamente, que era parte de la nobleza menor, porque portaba la enseña de una de las familias nobles más importantes de España. Burgoa dice, además, que Córdova participó en las guerras en Flandes durante el reino de Carlos V. Probablemente se refiere a la rebelión de los frisones, que duró de 1515 hasta 1523. Después luchó contra los turcos en el Cerco de Viena de 1529. Aún cuando vino a México continuó como soldado, porque fue con Francisco Velásquez de Coronado a la campaña del reino de Cíbola, que duró de 1540 a 1542 y llevó el ejército tan lejos como los actuales estados de Oklahoma y Kansas, pero la expedición es particularmente famosa por el contacto con las ciudades zuni en el actual Nuevo México.
Aparentemente, poco después de su regreso a la Ciudad de México, Córdova recibió el hábito dominico y se convirtió en fray Juan. Según los cronistas, era muy dedicado y riguroso en su fe, por lo que subió rápidamente en la jerarquía eclesiástica para ser ordenado prior del convento de Antequera, o Oaxaca. En aquel momento este convento no era otro que el actual Centro Cultural San Pablo. Es aquí donde fray Juan comenzó sus diversos trabajos con pueblos oaxaqueños que durarían por el resto de su vida.
Tenía contacto con los gobernantes y principales indígenas, y la confianza que éstos tenían en el religioso se manifestó en varias cartas y peticiones escritas al rey, todas firmadas por ellos. Así, en 1558, Córdova escribió una carta al rey a favor del gobernador, los principales y el común del pueblo de Tenango para que les bajara el tributo de maíz porque no tenían cómo pagarlo (AGI, México 96, Ramo 2). Un año después escribió otra petición a favor de los principales de Huajolotitlán, cuando fue su vicario, para que no se contara a sus dependientes y, por tanto, no pagaran tributo (Íbid.). El mismo ramo contiene otra carta al rey, ahora a favor de don Pedro de San Juan, cacique de Yauhtepec, para que le reconociera como gobernante legítimo. En enero de 1560, los gobernadores de doce pueblos del Valle de Oaxaca y quince de la Mixteca, con el apoyo explícito de fray Juan, pidieron que se destinaran los diezmos a “fortificar la santa fe católica” (AGI, México 168, f. 242r-245r).
La fuerte dedicación a la misión católica del fraile la vemos también en otras de sus actividades. Así, en septiembre de 1560 viajó a España donde recibió veinte ducados del Rey para pagar “el mantenimiento y una cabalgadura para ir a recoger frailes” que iban a regresar con él a la Nueva España (AGI, Indiferente 425, L. 23, f. 500r-v). Nueve años después, fray Juan, junto con otros tres frailes, escribió de forma preocupada que el convento de Antequera, o sea el actual San Pablo, estaba “casi por el suelo y no se puede habitar”. La situación era tan grave que tenían que ir a vivir en un pueblo indígena, tal vez en Tlacochahuaya. Por tanto, los frailes pidieron ayuda para construir un nuevo convento, obviamente se refirieron al actual exconvento de Santo Domingo de Guzmán (AGI, México 280, N. 187, f. 683v).
Por su gran celo religioso, cuando casi tenía 70 años, fray Juan recibió el cargo de Provincial, o sea que se convirtió en el superior de la provincia de Antequera. Para muchos eso hubiera sido tiempo para descansar, pero el religioso continuó con su gran rigor y disciplina. Tanto que era demasiado para los demás religiosos de su orden, razón por la cual poco después fue suspendido. Entonces, fray Juan de Córdova fue asignado al convento de Teticpac y unos años después al de Tlacochahuaya. Fue allí donde podía dedicarse con toda su atención a terminar sus estudios del zapoteco, tan importante para la instrucción de los demás predicadores. En el pequeño pueblo zapoteco terminó las dos obras por las que es más famoso: el Vocabvlario en lengvua çapoteca y el Arte en lengva zapoteca, ambos publicados en 1578. El primero es el diccionario colonial más grande en una lengua indígena, mientras que el segundo formó la base para todas las gramáticas zapotecas escritas durante el periodo virreinal. Son fuentes imprescindibles para el estudio del zapoteco y los más de 1 000 textos coloniales escritos en él. Al final, ya muy viejo, regresó al convento de Antequera donde el 20 de mayo de 1595 “acabó su vida, tan pobre, que no tuvo, más que la mortaja vestida, para la sepultura” (Burgoa).
Para recordar a este gran especialista de la lingüística zapoteca del siglo XVI y su presencia en lo que hoy es el Centro Cultural San Pablo, se ha dado su nombre a la biblioteca de investigación que este espacio histórico alberga.