VIVIR CON INTENCIÓN
El tiempo corre sin consideración, estamos a dos pasos de cerrar la primera mitad del año. Muy pronto, el aturdimiento causado por las chicharras dará paso a nubarrones cargados de agua y noches refrescantes. El mundo con sus ciclos, a pesar de todo, trata de mantener su ritmo y nosotros… ¿qué hacemos nosotros? Lejos de querer (o creer) que controlamos a la naturaleza y sus fenómenos, necesitamos replantearnos las razones para estar en esta tierra. Hemos de descubrir y reconocer las fortalezas que poseemos y ponerlas en práctica para crear entornos armónicos y enriquecedores.
En una visita reciente al Istmo constaté cómo varias personas que se dedican al textil hallaron su vocación: algunas iniciaron hace cinco años; otras, hace más de setenta. Con esa pasión y desarrollo de sus capacidades, dibujan y bordan con la misma naturalidad con la que abren los ojos en cada amanecer. Tal maestría no se limita al saber hacer, sino que también se aprecia en el saber estar. Doña Marcelina, a sus 83 años, nos platicaba sobre el momento en el que se dio cuenta de cuál podía ser su aportación a la comunidad. Su virtud deriva de su bondad y generosidad de espíritu. Basta sentarse a su lado para sentirse apacible, aun en medio del bullicio de un lugar como Juchitán.
Estos hallazgos han de combinarse con el saber-estar, lo cual se aprende, como muchas otras cosas, con el ejemplo, tal como lo expresó una tejedora de la Chinantla, emocionada al ver reconocido su trabajo: “Agradezco a mi abuela, porque ella me enseñó esto que sé. Hoy le doy las gracias y, pienso mucho en ella”. Nuestras acciones no son sólo para salir del paso, son los cimientos del futuro que deseamos, para nosotros, pero también para quienes vienen en los años futuros. Me parece fundamental recordar que estamos juntos en este mundo. Cada uno, desde su especialidad y con sus habilidades, puede contribuir a un plan mayor. Por ello, la FAHHO busca propiciar y fomentar encuentros, creemos firmemente en el intercambio de experiencias, en el diálogo, en la diversidad y en la creatividad como ejes para el desarrollo humano. Gracias a las personas que nos abren sus puertas, sus mentes y sus corazones. Atesoramos sus historias y sus aportaciones, pues nos nutren, nos enseñan y nos acompañan cada día.