Boletín FAHHO No. 15 (Nov-Dic 2016)

ELIMINANDO LA DISPERSIÓN URBANA: DE LA ZONA A LA FORMA

Víctor Mendoza

Es por todos bien conocido que nuestra ciudad sufre el fenómeno de “dispersión urbana”. En este texto se explicará una de las razones por las que dicho fenómeno se implantó en las ciudades mexicanas y se propondrá una solución.

La dispersión urbana se ha ligado generalmente con los intereses económicos, pero tiene un origen más profundo. La planificación urbana, como la concebimos actualmente, no es más que un método de zonificación que responde a la necesidad de evitar un manejo indeseable de usos de suelo. Los expertos en urbanismo perfeccionaron un “sistema de zonificación” con el objetivo de evitar dicha mezcla de escalas y usos de suelo incompatibles, creando ciudades perfectas plasmadas en planos y planes reguladores, pero ¿las ciudades han crecido como se plasman en los planes de desarrollo? ¿Nuestras ciudades son más humanas, caminables y sustentables con la implementación de estos planes? Sin darse cuenta, en las últimas décadas los expertos han creado el ambiente perfecto para que la dispersión urbana se establezca en nuestras ciudades. Se fomentaron diversos desarrollos urbanos con estándares de zonificación donde segregan la ciudad en zonas provocando que la gente recorra grandes distancias para sus actividades cotidianas como el trabajo y el esparcimiento. A partir de lo anterior es que se comenzaron a ver a las calles como elementos para mover autos, edificios con actividades específicas poco flexibles y nulos espacios públicos.

Nuestras comunidades demandan una nueva configuración de ciudad. ¿Qué sucedería si en lugar de zonificarse partiera de algo más básico como formar? Una ciudad se forma dependiendo de la interacción de todos sus elementos, es decir, sus conexiones, nodos, edificios y espacios verdes deben guardar cierta relación. ¿Cómo se podría desarrollar un plan distinto con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas? Haciendo accesibles las necesidades básicas como vivienda, trabajo, comercio y disfrute con calles accesibles para todos. Pero, ¿cómo se evitaría una anarquía urbana? Si se modifican las formas de los edificios ligados a la interacción con la calle, se podría indirectamente controlar el uso del suelo. Las distancias de paramentos, manejos de vanos, alturas, accesos, orientaciones, remetimientos, radios de giro, anchos de vialidades y banquetas controlan de mejor manera el uso del espacio que las obsoletas listas de usos de suelo permitidos en una zonificación. Así, en lugar de tener como resultado una planificación zonificada en un documento complicado de leer, se podría obtener un plan regulador con base en la forma de las calles, edificios y espacios públicos con un sinfín de imágenes fáciles de interpretar. Estos documentos ya existen y se les denomina Códigos Basados en Forma.

Lo que se plantea no es nuevo. Estos códigos ya existen en muchos países, pero en México apenas comienzan a implementarse de forma limitada: los conocemos como Normas Técnicas. Dichos documentos son una buena práctica para cambiar el paradigma de zonificación por el de formación; sin embargo, pueden llegar a parecer pequeños manuales de diseño generales, pues no toman en cuenta los factores de formación urbana que contribuyen a una interacción holística, dando como resultado, al momento de aplicarlos, sólo una infraestructura adecuada para el uso y no un catalizador de dinámicas urbanas.

La propuesta de este escrito está encaminada a impulsar este tipo de buenas prácticas y su mejoramiento, pues aún falta mucho camino para pasar de la zona a la forma. Es importante evitar que desde los lineamientos se segreguen las ciudades orientándolas al automóvil. Es momento de desarrollar e implementar nuevas técnicas para generar ciudades densas, mixtas y saludables.

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