MIRAR POR EL OJO DE UNA AGUJA: EL ARTE DE TAMARA RIVAS
Hace veintiún años, Tamara Rivas comenzó un recorrido que cambiaría el curso de su vida. Originaria de Tabasco, se mudó a Tlacolula de Matamoros, Oaxaca, para vivir con su esposo, Alfonso González Maldonado, y criar a su hijo, Luis. Mientras Alfonso volvía a su tierra natal, Tamara descubría un mundo nuevo. Entre música de banda, cohetes, fiestas y comida, Tamara puso el ojo en una prenda que formaba parte de las mayores celebraciones del pueblo: la blusa de randa.
Antiguamente, las mujeres de Tlacolula usaban un enredo de lana teñido con grana cochinilla y tejido en telar de cintura, el cual se sujetaba al cuerpo con un ceñidor de seda criolla, de color solferino. Cubriendo el torso se encontraba una blusa de algodón con diseños elaborados mediante la técnica de randa de aguja, la cual consiste en la realización de una serie de nudos para crear una estructura de encaje: nudos que se congregan y dispersan para revelar un sinfín de motivos. Un rebozo jaspeado y tlacoyales verdes de lana completaban el atuendo, así como un refajo de algodón blanco con puntas elaboradas a gancho.
Tamara cuenta que a su llegada a Tlacolula, la blusa de randa era un recuerdo del pasado. Las blusas que se usaban y que se seguían haciendo ya no se elaboraban con la técnica de randa, sino que se hacían con gancho. Tamara, siempre curiosa y deseosa de aprender, se acercó a un pariente de su esposo, quien había desentrañado el proceso de creación de las blusas con randa, a partir del estudio minucioso de piezas antiguas. En ese momento alumna, Tamara se dedicó a aprender la técnica, a entenderla, a descubrir las posibilidades que esta ofrecía y, poco a poco, a disfrutarla.
Once años han pasado desde el primer contacto entre Tamara y la randa, pero fue hasta el año 2009 cuando Tamara se acercó al Museo Textil de Oaxaca para mostrarnos su trabajo. Quedamos encantados, no sólo por el gran trabajo que observamos, sino por la sorpresa de conocer a alguien que estaba recreando con tanto entusiasmo una técnica que se creía perdida y, sobretodo, por el carisma, la pasión y la alegría que emanan de ella. Desde entonces hemos estado en contacto y a través de talleres impartidos por ella (tanto en el MTO como en Tlacolula), del intercambio de experiencias con otras artistas del hilo, de libros a los que ha acudido con hambre de conocimiento y deseo de perfeccionar la técnica, Tamara ha llevado su arte a dimensiones sorprendentes. Su talento y su entrega se han complementado de modo maravilloso con la compañía, el apoyo, la creatividad y el buen humor de su compañero de vida, Alfonso.
El Museo Textil de Oaxaca reconoce la labor de Tamara Rivas, así como su talento y su generosidad para compartir su conocimiento. A partir del 15 de junio, el MTO presentará una exposición a modo de homenaje, donde podremos observar las obras que Tamara ha creado durante estos primeros once años. Entre campanas, parejas bailando, canastas de flores y campesinos, podremos palpar la calidez, la sonrisa y la satisfacción de quien ha hecho de la randa de aguja un arte