La Guelaguetza, identidad de migrantes oaxaqueños
Oaxaca, Oax.- Como parte de las Reflexiones en torno a la Guelaguetza. Otras aproximaciones a los pueblos indígenas, que organizó la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, la doctora Xóchitl Chávez, del Departamento de Música de la Universidad de California, ofreció una charla en el Claustro del Centro Cultural San Pablo en donde habló de esta expresión oaxaqueña que ha tomado fuerza en los Estados Unidos a través de las comunidades migrantes.
La delicada danza de la diáspora: La Guelaguetza, entre el clientelismo y la comercialización en Oaxacalifornia fue el título de la charla en la que Chávez resumió la investigación de tesis doctoral que hizo durante casi 10 años, desde 2005, donde se enfocó en conocer cómo y por qué las comunidades migrantes oaxaqueñas comenzaron a realizar la presentación de la Guelaguetza en el vecino país del norte, especialmente en Los Ángeles y Santa Cruz, California.
En entrevista, minutos antes de su presentación, la antropóloga cultural y becaria posdoctoral del Presidente de la Universidad de California, expresó que la Guelaguetza, la representación artística que reúne en un mismo escenario a las expresiones tradicionales de las ocho regiones del Oaxaca, se realizan en Estados Unidos desde 1987. La primera presentación estuvo a cargo de la Organización Regional de Oaxaca (ORO), agrupación que tuvo la idea de presentarla para recabar recursos que permitieran solventar las necesidades de las comunidades migrantes en Los Ángeles, tales como salud, la legalización migratoria y la ayuda para personas de la tercera edad; pero también para reunir las remesas enviadas a las familias que se quedaron en México.
Mientras que en el 87 la primera Guelaguetza se realizó en un pequeño parque de Los Ángeles, actualmente ORO llevó el espectáculo a un estadio de futbol americano, al que llegan cientos de personas. Sin embargo, con la recesión económica que golpeó a los Estados Unidos en el 2008, los pueblos migrantes tuvieron que buscar alternativas –alianzas políticas y comerciales– para poder continuar con las presentaciones, pues cada año, de mayo a octubre, se realizan cerca de 18 guelaguetzas en diversos puntos del estado californiano.
Para Chávez estas alianzas vuelven interesante el fenómeno de la Guelaguetza y lo que ocurre a su alrededor, pues existen intereses de por medio que pueden ir más allá del esfuerzo comunitario, como cuando un empresario migrante oaxaqueño intentó privatizarla y convertirla en un espectáculo turístico que recorrería diversos sitios. El hecho molestó a la comunidad de oaxaqueños, quienes impidieron que la comercialización continuara y alzaron la voz, desde el norte al sur de California, para boicotear el proyecto que buscaba convertir la identidad cultural en mercancía.
“La identidad se agudiza con la Guelaguetza y se agudiza por la migración y la discriminación que hay en Oaxaca, México y Estados Unidos, donde se triplica. Por eso las organizaciones de diferentes comunidades se han formado para combatir esos estereotipos de lo que es la Guelaguetza, una oportunidad que les permite salir y ser visibles, además de reclamar sus derechos de ciudadanía cultural. Para ellos participar en la Guelaguetza es una manifestación para recalcar su identidad, porque cuando se es indocumentado en Estados Unidos siempre se vive con miedo, no sabes cuándo es apropiado salir porque corres el riesgo de estar marcado, pero esta es una de las oportunidades donde pueden expresar esa identidad o formar esa identidad”, expresó Chávez, quien trabajó con diferentes comunidades migrantes zapotecas, originarias de los Valles Centrales y la Sierra Norte de Oaxaca.
Sin embargo, Chávez también tuvo que ofrecer talleres a miembros de la sociedad norteamericana para acabar con los estereotipos y mitos que rodean a los migrantes oaxaqueños pues, entre otras cosas, “se pensaba que habían familias que vendían a sus hijas”, dijo.