Hornos que transforman el barro y la vida

El trabajo que realizan las distintas maestras y maestros artesanos que han desfilado por las páginas de este boletín nos ha demostrado que la tradición no está en disputa con la transformación y la innovación. En las siguientes líneas retomamos un ejemplo más de este hecho, uno de los proyectos más nobles que ha apoyado la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca en colaboración con la Escuela Nacional de Cerámica (ENC), para favorecer a la comunidad alfarera y ceramista de Oaxaca: la donación de hornos de leña libres de humo a la cooperativa Mujeres del Barro Rojo, en San Marcos Tlapazola.
Fue en julio de 2018 cuando se concretó la construcción del sexto horno de leña libre de humo en el país,1 pero el primero en Oaxaca, el cual fue destinado al grupo Mujeres del Barro Rojo —Raa´ unaa´ shte yú shnia—, conformado por once artesanas y jefas de familia, mujeres zapotecas orgullosamente indígenas, encabezadas por la maestra Macrina Mateo Martínez. Como en muchas comunidades alfareras del país, antes de la donación, ellas también realizaban la quema tradicional a ras de suelo y a cielo abierto. Actualmente existen tres hornos libres de humo en la comunidad de San Marcos Tlapazola. Para realizar una retrospectiva sobre la repercusión que este tipo de horno ha tenido en esta colectividad alfarera del barro rojo, entrevistamos a las tres guardianas de estos artefactos: Macrina Mateo Martínez, Gloria Mateo Sánchez y Francisca Mateo.
Como señala la maestra Macrina Mateo, son ya siete años los que han transcurrido después de la primera donación, siete años de una experiencia que ha descrito como “motivadora”. Para Macrina, antes del nuevo horno ellas no solo cocían el barro a cielo abierto, sino que respiraban humo y se quemaban la cara, el cabello y hasta la ropa —que no es cualquier cosa, sino su vestimenta tradicional—. Así, la maestra hace ver que quemar a cielo abierto implica una constante e incluso peligrosa exposición al fuego.
Otra de las adversidades que señalan las maestras alfareras se relaciona con el clima, especialmente durante la época de lluvias y, peor aún, en los días en que estas llegan sin previo aviso, porque entonces la tarea es imposible: la producción se detiene y las piezas se echan a perder. Una situación angustiosa. Además, cuando se quema a cielo abierto el fuego se dispersa, así que solo las piezas con un acceso privilegiado a las llamas pueden alcanzar una cocción óptima.
En este contexto, el horno de leña libre de humo ha transformado favorablemente tres ámbitos principales en la vida de estas artesanas: salud, medio ambiente y producción. En primer lugar, porque ya no hay una exposición directa ni al fuego ni al humo; segundo, porque las emisiones de humo se han reducido de manera significativa, así como el gasto de leña;2 y, tercero, el ambiente cerrado del horno posibilita controlar el fuego, observar y manipular la temperatura, lo que permite obtener productos de mejor calidad y reducir la pérdida de material.
Las artesanas describen el fenómeno de la siguiente manera: antes del uso del horno se perdían piezas por dos principales razones: una, debido a la mala cocción; y otra, porque, a veces, el impacto directo del fuego impedía una manipulación cuidadosa de la leña en el fogón, provocando el quiebre de las obras de barro. Asimismo, al escapar el calor, este proceso exige un mayor gasto de leña, pues requiere mucho más fuego, el cual, sin embargo, no se distribuye uniformemente sobre la cerámica. El horno, en cambio, permite una manipulación controlada de la leña y una distribución homogénea del calor, así que las piezas alcanzan una cocción uniforme. Pese a que el tiempo de quema no se ha reducido significativamente, pues sigue oscilando entre las 3 y 4 horas —una de calentamiento, dos de quema y otra de carga—, la mejora en la calidad de vida es indudable.
La maestra Macrina Mateo ha asimilado esta transformación positiva con estas palabras: “llevo 49 años como artesana, 49 años de respirar el humo, de contaminar, pero eso ha cambiado gracias a este horno”. Por eso expresa un agradecimiento profundo y entrañable a la Escuela Nacional de Cerámica, a don Alfredo Harp Helú y a la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, quienes hicieron posible estos beneficios. Además, agradece el apoyo en la venta y difusión de sus productos. De igual manera, se asume como vocera de los beneficios que conlleva el uso de los hornos de leña libres de humo, entre los visitantes y otros artesanos. Por su parte, la maestra Gloria Mateo anima a la comunidad alfarera a tomar esta innovación como aliada de su labor artesanal; pide no tener miedo ante la novedad, pues el propio trabajo y la experiencia previa son maestros en el uso de este horno.
En San Marcos Tlapazola, el fuego sigue encendido, pero ahora arde sin humo. La ausencia de este representa un avance en la salud, la sostenibilidad y la producción artesanal, sin apagar el pulso antiguo de este oficio. Cada nueva hornada lleva consigo la promesa de seguir creando, compartiendo y sosteniendo la vida comunitaria que da forma al barro rojo; asimismo, reafirma la posibilidad de que la tradición y la innovación convivan en beneficio del patrimonio cultural de los Valles Centrales de Oaxaca.
1 Para conocer más acerca del proceso de con trucción y donación de este horno puedes a ceder al siguiente enlace: https://fahho.mx/BoletinFAHHO27.pdf
2 Esta ventaja se vio reforzada con la donación de dos mil árboles, mediante la Coordinación de Medio Ambiente FAHHO, para la creación de un banco de leña que contribuyera a hacer de este proyecto una estrategia autosostenible.