Mangas de agua

El pasado 03 de octubre de 2025 recibimos a cuatro de los 25 integrantes del Taller Mangas de Hule San Gabriel, procedentes de Teziutlán, Puebla. Con motivo de la exposición que presentó el Museo Textil de Oaxaca sobre el trabajo con hule natural que se realiza en Misantla, Veracruz,1 los invitamos a este taller para que el público tuviera la oportunidad de conocer más de cerca esta labor.
Francisco Javier Luciano Sosa estuvo a cargo de la presentación que se llevó a cabo en la Capilla del Rosario del Centro Cultural San Pablo. La charla no solamente atendió el trabajo con hule, sino que mostró a la población de Teziutlán como un espacio cultural completo y complejo, lo que ayudó a que en la audiencia comprendiéramos mejor el contexto en el que se desarrolla este trabajo. El aspecto primordial por resaltar en la filosofía de este taller es la oferta de materiales completamente naturales y de calidad, sin comprometer al medio ambiente. Es decir: las mangas se conforman de lienzos que son cien por ciento algodón recubiertos con hule natural extraído del árbol Hevea brasiliensis ubicado en la región de Tuxtepec, Oaxaca. Para dar color al caucho recurren a pigmentos naturales procedentes de Atlixco, en donde obtienen piedras ricas en hierro para lograr distintas tonalidades de ocre. Finalmente aplican talco de calidad industrial, material extraído a partir de la pulverización de piedra caliza, para dar un acabado a la prenda y evitar que las capas de hule se adhieran entre sí.

Alexander Amir Khan también estuvo presente en la charla, ya que gracias a su trabajo de campo pudimos conocer al Taller Mangas San Gabriel. Alex, como le llamamos con afecto, se encuentra tejiendo puentes entre su país de residencia, Suiza, y comunidades que trabajan con caucho en México y Brasil. Su intención es conocer a fondo los procesos y, sobre todo, a la gente que los lleva a cabo, para —en conjunto— explorar nuevas posibilidades creativas y productivas que deriven en un aporte real a la comunidad: procesos y bienes que resulten atractivos a las jóvenes generaciones y que ofrezcan el potencial de entrar a otros nichos de mercado.

Una de las preguntas del público fue el nombre de la prenda: manga, pues no se trata de la parte más o menos cilíndrica de una prenda que tiene por función recubrir los brazos. Más bien, son rectángulos de tela doblados a la mitad, con una abertura para la cabeza y con los bordes laterales sueltos, sin costura. Javier mencionó que, en efecto, es un término singular, pero que se ha usado desde que su abuelo se dedicaba a este trabajo en los años 1940: manga de hule, o bien, manga de agua. Decidí hacer énfasis sobre este segundo término para titular este texto porque remite a la íntima relación que guarda la prenda con el medio ambiente. Como señaló el Ing. Miguel Corona —agricultor y productor de hule en Tuxtepec, quien viajó desde ese lugar para estar presente en la charla—, adquirir y portar una de estas mangas tiene un gran impacto: se apoya el cultivo del árbol del hule (lo que ayuda a combatir el dióxido de carbono presente en el ambiente, así como la erosión del suelo) y se contribuye a la generación de empleo tanto en el sector de la agricultura como en el artesanal (en este último se cuenta con las personas que preparan el hule con color para aplicarlo a la tela, así como con las que cortan las telas y aplican todos los terminados para obtener la prenda final que será comercializada). Al final, a diferencia de un impermeable hecho con fibras a base de petróleo, estas mangas son biodegradables, por lo que tampoco constituyen un riesgo contaminante para el suelo de nuestro planeta. Si no tuviste oportunidad de visitar la expoventa especial que se presentó en el MTO, te invitamos a visitar nuestra tienda, donde podrás encontrar estas mangas de agua.