Boletín FAHHO Digital No. 55 (Oct 2025)

Joyas de la Biblioteca: Apuntes de un lector

María Fernanda Bante

¿No sería presuntuoso de mi parte insistir, con supuesta objetividad
y pragmatismo, en enumerar las secciones y los tesoros bibliográficos
de una biblioteca, en narrarles su historia, o incluso enumerar los
beneficios que ofrecen los escritores?

W. Benjamin

Una biblioteca es más que la acumulación de libros. Ya que su definición de diccionario —“Lugar donde se guardan ordenados los libros”— carece de la complejidad y hasta del aire poético que una biblioteca personal en realidad posee, aquí vamos a descubrir qué tanto puede atesorar un espacio tan interesante, un mundo en sí mismo, que revela el más puro amor de cualquier bibliófilo que colecciona estos objetos. Muchas veces (si no es que siempre) la biblioteca es una huella personal de su creador.

Lectores del Boletín FAHHO, les damos la bienvenida a una nueva sección que les traerá una relatoría de las joyas que la Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío —que resguarda Adabi en sus instalaciones en la Ciudad de México— tiene en su haber.

Las glosas de un lector
José Lorenzo Cossío y Soto (1864-1941) —padre de José Lorenzo Cossío y Cosío, original propietario de la biblioteca que lleva su nombre— fue un jurista, historiador y académico mexicano, miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia. Cofundó una revista de jurisprudencia, fue presidente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y un defensor del agrarismo, al proponer reformas al artículo 27 de la Constitución de 1857 en favor de los derechos ejidales de las comunidades indígenas. Junto a estas actividades también se encuentra su prolífica pluma, pues publicó ocho libros, todos relacionados con el tema del derecho y la propiedad —entre ellos: Monopolio y fraccionamiento de la propiedad rústica (1914), Apuntes para el estudio de la propiedad (1914), El gran despojo nacional o de manos muertas a manos vivas (1945, póstumo)—.

Entre las joyas que guarda esta biblioteca se encuentra un expediente muy peculiar, quizá un tipo de escrito con el que cualquier fanático lector puede sentirse identificado; se trata de los apuntes de lectura1 que don José Lorenzo padre hizo —y que su hijo Lorenzo Cossío y Cosío tuvo a bien atesorar en la biblioteca que formó muchos años después— a la novela de Manuel Payno, Los bandidos de Río Frío. Novela naturalista, Humorística, de Costumbres, de Crímenes y de Horrores (1888-1991).

Comienza don Lorenzo sus apuntes narrando cómo conoció, en 1881, al escritor (contengo la emoción ante la experiencia ajena de conocer al autor popular de la época), años antes de publicar Los bandidos…: “Después seguimos en manifestación para visitar a algunos diputados; la primera casa a donde fuimos fue la número 25 de la calle de Santa Clara, en donde hacía muchos años que tenía su domicilio D. Manuel Payno, quien nos recibió cariñosamente en su despacho”.2 El joven Lorenzo era estudiante de preparatoria, y el día que conoció al escritor se encontraba, junto a un grupo de compañeros estudiantes, a las afueras de la Cámara de Diputados, donde deliberarían si la preparatoria debía suprimirse o continuar. Por fortuna, cuenta don Lorenzo, ganaron los votos a favor de la escuela, y los jóvenes celebraron por las calles de la ciudad, yendo de puerta en puerta a agradecer a los diputados que apoyaron a la preparatoria.

Esa introducción da pie a 265 páginas mecanografiadas de apuntes que el lector realizó al margen de la creatividad, inspiración y disertación que le motivó la lectura de la novela de Payno. Sin embargo, no parecen apuntes descuidados —quizá sí usó un cuaderno de notas manuscritas que, tiempo después, tuvo a bien pasar a máquina, lo que le habría permitido revisar su escrito y dejarlo casi impecable—, ya que divide por entradas cada tema sobre el que va a reflexionar. Apunta acerca de ciertos lugares, hechos o personas que fueron ficcionados por Manuel Payno; así, tenemos la imagen de las maicerías (un ejemplo es el personaje D. Sebas Trujano, un comerciante Payno menciona en su novela), los ladrones, las posadas y los mesones, los coches de camino y los asaltos —tan típicos de la época— de bandidos, las lecherías o las colonias de la ciudad de México de fines del siglo XIX y principios del XX.

Entre las notas destaca la de Juan Yáñez, don Relumbrón —también conocido en la novela como Ocho Duros—, uno de los personajes centrales de la obra de Payno que retrata la imagen, delineada con maldad y ambición, de un militar que se hizo rico luego de constituir un grupo de criminales que asaltaba casas y caminos. El lector Cossío apunta que, a la par de la historia ficcional de Yáñez, él supo de buena fuente que el final merecido (y oficial) que tuvo en la vida real el coronel —allegado del entonces presidente Antonio López de Santa Anna—, quien fue ejecutado y exhibido ante el ojo público, pudo tratarse de una mentira:

Hubo aquí un escribano de gran fama llamado D. Manuel Orihuela y con motivo de complicaciones políticas, en cierta ocasión, tuvo que emigrar a Francia y en un pueblo, cuyo nombre he olvidado, decía que había encontrato (sic.) al Coronel Yáñez, lo que le sorprendió sobremanera porque hacía muchos años que lo tenía por muerto, y que éste le contó que el Presidente había querido salvarlo, pero, sin que se supiera, porque no quería quebrantar sus principios en contra de los asaltantes.3

Más allá del hecho histórico, las notas de este lector resultan una joya literaria, pues si bien su fuente principal es la novela (cuyo valor histórico consiste en su calidad de documento4), nutre su texto con las propias vivencias, experiencias empíricas de una sociedad que era contemporánea de aquella que se describía en Los bandidos…, también forman parte de esto los relatos de la misma gente que, muy seguramente, estaba familiarizada con los hechos y personajes narrados en la novela.

Como glosas al margen, las notas de don Lorenzo acompañan las estampas costumbristas que Payno describe a lo largo de su novela, y la lectura de tales apuntes se convierte en una forma de metaliteratura que cualquier ávido lector o estudioso tendrá a bien atesorar.

1 Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío, Fondo Personal José Lorenzo Cossío, sección Familia, Serie Cossío y Soto, caja 18, Vol. 4, s / f.

2 Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío, Fondo Personal José Lorenzo Cossío, Sección Familia, Serie Cossío y Soto, caja 18, Vol. 4, “Anotaciones a Los Bandidos de Río Frío y otros estudios”., s/f. ,pp. 1-2.

3 Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío, Fondo Personal José Lorenzo Cossío, sección Familia, Serie Cossío y Soto, caja 18, Vol. 4, “Anotaciones a Los Bandidos de Río Frío y otros estudios”, s / f., p. 24.

4 Jaime Delgado, “Los bandidos de Río Frío, reconstrucción de un mundo histórico”. Anales de Literatura Hispanoamericana. 1972, vol. 1, 193.


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