Un cosmos de estrellas luminosas

El Teatro Macedonio Alcalá tiene siempre una historia que contar, cada uno de sus rincones guarda un secreto: el plafón del techo nos recuerda a los grandes músicos del mundo, los balcones y la lámpara central nos remiten a una época gloriosa, las butacas nos abrazan para poder volar a través de la contemplación, y los telones esconden un mundo por descubrir. Este lugar es también un crisol de emociones donde las historias cobran vida: los acordes de la orquesta tocan fibras íntimas, las danzas se transforman en poesía conmovedora, las risas y las lágrimas se entrelazan y las palabras nos emocionan. Aquí siempre habrá una historia por contar, una historia por vivir; aquí es donde la imaginación vuela libre y los corazones laten al compás de las luces y las sombras.
En esta atmósfera el telón principal del Teatro Alcalá conecta la imaginación, las pasiones y las emociones; es, a su vez, expectativa, inicio, intermedio y fin de una experiencia profunda, porque, abierto o cerrado, el telón transforma el espacio, transfigura la personalidad de actores y espectadores en algo que no podemos entrever, sino hasta que el telón ha bajado.
Es por eso que este maravilloso lugar siempre ha necesitado del cobijo de un telón principal, sin embargo, el original antiguo, que es precioso, ha padecido los embates del tiempo: su semblante desgastado no es sino el susurro de cada obra que ha arropado. Y para que el Teatro Alcalá siga contando historias, hoy celebramos que, desde la contemporaneidad, nuestra generación contribuye al embellecimiento del teatro que tanto amamos, porque nos convoca y conecta con el arte, nos conmueve y transforma.
Hoy en el telón de nuestro teatro cobra vida la memoria de algunos objetos y personajes que han impulsado la vida cultural de nuestra región: artistas, escritores, músicos, historiadores, poetas, bailarines, compositores y todos aquellos que han contribuido a hacer de nuestra tierra un lugar vibrante. Es como si todos ellos hubieran estado siempre ahí, cuales fantasmas de la ópera, solo que ahora el artista José Luis García les ha dado materialidad dentro de un inmenso lienzo: Un cosmos espectacular colmado de estrellas que inspiran y brillan en la narrativa de nuestra cultura. Y así, la luz y el color que brotan del nuevo telón nos recuerdan la alegría y la pasión que caracterizan a Oaxaca.

La nueva cortina de este teatro presagia los movimientos que hay detrás de él: los personajes cobrarán vida y nos harán sentir emociones inexploradas. Así que el nuevo telón no solo es una cortina que se abre y se cierra para iniciar o finalizar la función, sino que es el eco de un espacio sagrado donde se celebran la vida y el arte.
Para la Fundación Alfredo Harp Helú es un honor contribuir a la creación de este nuevo telón. Nos motiva saber que tantas personas de Oaxaca se hayan unido a favor de una obra necesaria para esta ciudad. Felicitamos especialmente al maestro José Luis García y a sus colaboradores por su notable trabajo para darle vida a este telón. Asimismo, manifestamos nuestro reconocimiento a las instituciones y personas que han hecho posible este proyecto, especialmente al arquitecto Esteban San Juan Maldonado y a su equipo, guardianes de este teatro.
Este telón, al igual que el himno Dios nunca muere, nos recuerda que la cultura es eterna y que trasciende en el tiempo latiendo dentro de cada uno de nosotros, aun cuando la función parece haber terminado.