Boletín FAHHO Digital No. 51 (Jun 2025)

Breve crónica sobre una donación documental: El Fondo Personal Manuel R. Palacios

Diana Pascual / Isabel González / María Fernanda Bante
Inauguración de la exposición en el Archivo General del Estado. Fotografías: Eduardo González

En la historia de los Ferrocarriles Nacionales de México, destaca la figura de Manuel R. Palacios Luna, quien dirigió la institución durante el sexenio de Miguel Alemán Valdés, ya que desde ahí impulsó el proyecto más ambicioso de modernización ferroviaria en nuestro país a mediados del siglo XX.

Ante la gran riqueza histórica encontrada entre los documentos, fotografías y objetos que conforman su archivo personal, la Fundación Alfredo Harp Helú impulsó su organización, conservación y difusión como un aporte invaluable a la historia nacional.

Resultado de este proyecto, y en memoria del destacado oaxaqueño, el sábado 3 de mayo de 2025 se realizó la inauguración de la exposición “Las vías del progreso. Manuel R. Palacios y los ferrocarriles mexicanos, 1946–1952”. Se trata de la materialización de ocho años de trabajo en la organización, estabilización, restauración y conservación del archivo personal Manuel Ricardo Palacios Luna.

Durante la inauguración de la exposición, los hijos del exdirector de Ferrocarriles Mexicanos externaron algunas palabras en memoria de su padre, y agradecieron el trabajo hecho por Adabi Oaxaca y el Museo Infantil de Oaxaca, por la ejecución del proyecto de organización y conservación del Fondo, y al Archivo General del Estado de Oaxaca por ser el lugar que dará resguardo a esta documentación.

Para Carmen Palacios Sierra considera este acontecimiento como una contribución al “rescate y resguardo de la memoria histórica […] una noble tarea que nos permite recrear una y otra vez acontecimientos y épocas pasadas con la visión de nuevas generaciones”. En este caso, los “[…] documentos y fotografías que datan de 1946 a 1952 dan testimonio de la labor de [Manuel R. Palacios] y serán vistas por tres generaciones de su descendencia: hijos, nietos y bisnietos”.

Por otro lado, Manuel Palacios Sierra recordó el momento en el que por primera vez se puso en contacto con la FAHHO para donar el acervo documental de su padre:

Con la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, […] sostuve una conversación telefónica verdaderamente estimulante para decidir donar el acervo de mi padre […]. Agradeceré todas las veces que sea necesario a la Dra. María Isabel su invaluable apoyo para volver a darle vida a un oaxaqueño que salió expulsado de Oaxaca por la pobreza, y que hoy —gracias a todos los asistentes y a quienes conforman una larga lista de colaboradores en este proyecto—, puede estar presente de nueva cuenta en su querido estado.

Esta donación documental que hace el licenciado R. Palacios se suma a la donación, hecha en abril de 1990, de un edificio que alguna vez fuera el Hospicio de la Vega —ubicado en Privada de Reforma 103, colonia Centro—. “Dicha casona es hoy la sede del Archivo Histórico de la Ciudad de Oaxaca Manuel R. Palacios, que da albergue a documentos históricos de su ciudad natal los cuales se encontraban por aquel entonces abandonados en Cuilapam de Guerrero. Esta altruista donación le mereció ser declarado “Ciudadano distinguido”.

Manuel Palacios Sierra habló acerca de las distintas adversidades que atravesó, durante ochenta años, el archivo de su padre hasta encontrar su destino final en el Archivo General del Estado de Oaxaca. En un inicio, este cúmulo documental se encontraba.

…] en un espacio específico para ese efecto, dentro de las oficinas de mi padre en Vallarta 1, despacho 101 de la Ciudad de México, oficina donde yo también laboraba. El temblor de 1985 causó daños irreparables al edificio. Nos dieron unos días para evacuar, así que rescatamos de entre los escombros, y con el apoyo de una empleada, mi esposa y un par de trabajadores, todo lo que nos fue posible de la vida de don Manuel. En ese entonces se acordó que la persona idónea y en la que todos depositamos nuestra confianza sería doña Carmen. De esa manera, el archivo quedó durante años en custodia de nuestra madre.

Tiempo después, debido a un siniestro por agua, la documentación tuvo que ser trasladada de lugar, quedando en manos del hijo de don Manuel R. Palacios.

El día de la inauguración, Palacios Sierra propuso la donación de diversos reconocimientos y diplomas que pertenecieron a su padre, así como una colección de discos de 78 RPM con grabaciones originales de 1949: música diversa de jazz, clásica, bailable y de los albores del cine sonoro.

Las cenizas de Manuel Ricardo Palacios Luna reposan en la Ciudad de México, pero su alma está en su tierra natal; en su niñez correteando en el Barrio de Xochimilco; escuchando silbar desde un árbol del Fortín las balas de la Revolución; humedeciendo su cuerpo en el Atoyac; caminando con su padre, el artesano Gregorio Maclovio Palacios Casas, su madre, Macedonia Luna Chincoya y su mentor y tío, el obispo Mariano Palacios Silva, cuyo cuerpo yace en la Iglesia del Carmen Alto, en la que don Manuel alguna vez fue acólito.

El corazón de Manuel R. Palacios salió de Oaxaca, pero nunca dejó de latir por la tierra que lo vio nacer. Don Manuel adulto nunca olvidó su entrada en la etapa final del ensanchamiento de la vía México Oaxaca, con un presidente a un lado y un secretario de Hacienda del otro, y más arriba, muy arriba, su madre, con quien el Manuel niño viajó muchas veces en vagón de segunda clase para ir a vender alfarería a la hoy Ciudad de México.

Es aquí, en su ciudad, donde la historia de un distinguido oaxaqueño debe encontrar su paz.


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