Boletín FAHHO Digital No. 50 (May 2025)

¡Padiush!

Alma Vargas
Cruz yalalteca de plata. Fotografía: Acervo de Andares del Arte Popular

Cerca del Distrito de Villa Alta en la Sierra Norte del estado de Oaxaca se encuentra Villa Hidalgo Yalálag. Esta población se encuentra dividida en cuatro barrios: San Juan, Santa Catalina, Santa Rosa de Lima y el barrio de Santiago. En cada uno se pueden percibir diferentes aromas, como el olor de la leña ardiendo en el horno para coser el pan blanco; la delicia del olor del humo de la morcilla chillando en las brazas; la diversidad de sonidos y canciones que experimentan las bandas de niños y adultos que invitan a subir o a bajar por sus calles empedradas, a veces angostas, a veces anchas, acompañados del azul del cielo y las majestuosas montañas de la Sierra Norte. Lo llamativo ha sido la plaza del centro del pueblo, donde cada martes se daban cita los yalaltecos y gente proveniente de otros pueblos, como San Melchor Betaza, San Bartolomé Zoogocho, Latuvi, San Pedro Cajonos, San Pablo Yaganiza y las rancherías cercanas.

Todas las personas llegaban desde muy temprano ofreciendo sus productos, era una rica experiencia para todos los sentidos; para el paladar champurrado, tamales de frijol envueltos en largas hojas de plátano, barbacoa, caldo de carne seca, memelas de frijol, enormes tortillas y nada como un fresco y espumoso pozontle. También se comercializaban mezcal, huaraches, sombreros de panza de burro, frutas, verduras y granos que podían ser medidos en arrobas.

El día pasaba entre vendimia, truequeo, pláticas y el distinguido saludo padiush, que es un saludo informal y cotidiano ocupado a cualquier hora del día. En esta población aún se sigue hablando el zapoteco, específicamente la variante propia de Yalálag. Cada persona se distinguía por la vestimenta de su región y su variente del zapoteco. Gran testigo y guardián de este día de plaza es la antigua Iglesia de San Juan Bautista, que aún sigue estando de pie y repicando su gran campana. Actualmente el tianguis se sigue realizando y, aunque con muchas menos personas, intenta recuperar su esplendor.

En la actualidad, una parte de la población ha migrado a la ciudad de Oaxaca y las nuevas generaciones lo han hecho al norte, de manera que una notable población radica en Los Angeles. Pero las raíces siempre los llaman de vuelta a casa, pues ocasionalmente vuelven a la fiesta del pueblo, o para despedir a un difunto o para celebrar su boda. Las bodas tradicionales en Villa Hidalgo Yalálag duran ocho días, es un ir y venir entre la casa de la novia y el novio, para recibir o dar desayunos o comidas con canastas de pan, guajolotes, leña, semillas, regalos y dinero acompañados por una o varias bandas. Todo lo recibido es cuidadosamente registrado en una libreta para regresar el favor cuando toque darlo de vuelta.

Todos los invitados cooperan en el trabajo. Las tareas más pesadas son para los hombres: acomodar mesas y sillas, acarrear leña, transportar sacos de granos, mientras las mujeres echan las tortillas al comal y cooperan en labores de la cocina lideradas por las cocineras tradicionales y las recetas que han heredado de sus madres, abuelas, bisabuelas. Entre pláticas y risas se desarrollan gustosas las tareas a lo largo del día, esta fiesta es muy generosa con la comida y la hay en abundancia para satisfacer a todos los invitados. Algunas de estas costumbres se han ido modificando con el paso del tiempo y de la mano de las nuevas generaciones.

Villa Hidalgo Yalálag encierra muchas más tradiciones y tiene una rica cultura que merece ser conocida. La galería de Andares del Arte Popular se ha propuesto contribuir con esta tarea por medio de la difusión de sus textiles, cerámica y la reconocida cruz yalalteca de plata. Un símbolo cuyo significado devela elementos religiosos tanto occidentales como zapotecos prehispánicos.


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